Gracias a la conservación de
varios legajos del juzgado de Villafáfila correspondientes al año 1824, en
plena restauración absolutista después del Trienio Liberal, podemos conocer
varios hechos truculentos ocurridos entonces en la villa.
Hoy se trata de un incidente
ocurrido entre los militares destacados en ella el día de las celebraciones de
la patrona de la villa, Santa Isabel, que coincidió con la llegada a
Villafáfila del obispo de Astorga acompañado del arzobispo de Toledo.
Transcribo este legajo:
“Anoche, dos del corriente,
después de la celebridad con que se obsequió el día de la patrona de esta
villa, y entrada en ella del Yllustrísimo prelado de Astorga, hallándome en el
Ayuntamiento he oído lamentarse una persona, baxé rápidamente, y en medio de la
Plaza, encontré el resultado de hallarse herido un soldado por mano de su
sargento, uno y otro de la partida estacada en este pueblo, le mandé pasar
entre otros dos por el Ministro a la casa del facultativo titular de esta villa,
con orden de que se le tomase la sangre y se le curase, como en efecto se
practicó. Pero sobre las once se agravó el enfermo en disposición de que fue
necesario dar parte al párroco de San Pedro, en cuya feligresía es la casa del
indicado facultativo, donde se le quedó y se halla."
“El sargento fue llamado a mi
presencia a quien le hice cargo de lo acaecido, confesando se pudo haber herido
a dicho soldado con el sable enbaynado, y manifestó como que tenía la vaina
rota por el corte, en la que se percibía la mancha de la sangre, hizo ver que
el soldado (…) solo le desobedeció, no habiendo concurrido como los demás para
ir en persecución de los malhechores que se dixon estaban en el monte de
Castronuevo reunidos, conmigo y de los Realistas de este pueblo, sino que
habiendo regresado y mandándole ir preso, se resistió a ello, presenciándole
los demás individuos.
“Y como puede darse el caso
de que ocurra novedad mas gravante en el herido, no omito dar parte a V. en el
concepto de capitán retirado existente en esta villa, persuadiéndome deverá
tener conocimiento en esta causa por no haber comandante de armas en ella, y
espero que para mi resguardo se sirva contestarme lo que viese por conveniente”.
Dios guarde a V muchos años.
Villafáfila y julio, 3 de
1824.
Gabriel Costilla
Este es el oficio que el alcalde
ordinario de Villafáfila por el estado de los hidalgos le dirige a Miguel
Alberola, que era un capitán retirado que se encontraba por entonces en la
villa comisionado por el señor Intendente de Zamora para el cobro de las
contribuciones estatales, como era habitual desde los años del Trienio Liberal,
ante las dificultades para su recaudación por los ayuntamientos, por lo que el
apremio militar ejercía de acicate.
Además en la villa se encontraba
desde tiempo atrás, antes del Trienio, un destacamento de soldados en activo
con funciones policiales, pertenecientes al Regimiento de la Reina Amalia, al
mando de un sargento primero, Fermín Hernández, y compuesta además por los
cabos primeros Buenaventura Nieto de 20 años y José Ramón Vela, y al menos por
los soldados Juan Ruiz, de 23, Valentín Muga de 22, José Rando de 21, Francisco
Rodríguez de 24 y Manuel Villanueva de 20.
El capitán Alberola, comisionado
por el alcalde, que en esos años de la restauración absolutista ejerce como
jefe de policía, para actuar como un fiscal instructor procede al nombramiento
de militar que actúe como escribano del proceso.
Don Miguel Alberola, capitán
agregado al E.M. de la Plaza de Zamora, y comisionado para la formación del
sumario sobre los acontecimiento que expresa el oficio que obra por cabeza del
Sr Alcalde de esta villa por su estado de hijosdalgos, habiendo de nombrar
escribano según previenen las Reales Ordenanzas para que actúe: nombro a
Buenaventura Nieto, cabo 1º de la 5ª Compañía del Batallón Ligero de la Reyna
Amalia, quien advertido de la obligación que contrahe acepta, jura y promete
guardar silencio y fidelidad en cuanto actúe, y para que conste lo firma
conmigo en Villafáfila a tres días del mes de julio de 1824.
Alberola.
Buenaventura Nieto.
Constituidos pasan a casa del cirujano
a tomar declaración al herido, el soldado Juan Ruiz, para lo cual previamente toma
declaración a don Tomás Rodríguez[1],
colegiado del Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos de Madrid, por
hallarse enfermo el cirujano titular, de que el herido está en condiciones de
hacer su declaración “habiendole reconocido y hallándose espedito de sus
sentidos y potencias y capaz de declarar”.
El soldado herido se llama Juan
Ruiz, natural de La Rambla, en la provincia de Córdoba, ser de religión
católica, apostólica y romana, de 23 años, y no sabía firmar.
Declara que había llegado ayer
de recorrer ciertos pueblos en calidad de apremio al pago de las
contribuciones, de orden del Señor Intendente de Policía Zamora, se presentó
ante el Sargento Primero don Fermín Fernández, comandante de la partida que se
halla en esta villa para que le dispensase de asistir a la formación que estaba
prevista para escoltar al ayuntamiento que salía a recibir al obispo de
Astorga. El sargento se lo negó diciéndole que se asease para formar por la
tarde. Había lavado la ropa y no tenía otra para ponerse, pero se presentó tan
pronto como pudo en la plaza reuniéndose con la partida y dispuesto a hacer el
servicio que le pusiera, escusándose por no haber podido formar y exponiéndole
las razones. El sargento lo mandó a la cárcel, y el se excusaba diciéndole que
le tenía pedido 5 días que se le debían
de socorros. El sargento le dio un golpe con el sable en la sien izquierda del
que quedó sin sentido. Lo llevaron entre varios que no recuerda a casa del
cirujano y allí, “agrabándosele por instantes la herida se puso en términos,
que no puede dar razón de lo que acaeció después, hasta esta mañana que
principió en mejorarse”.
El instructor mandó depositar el
vestuario y las armas del soldado, y el arma del sargento en poder del
comandante accidental de la partida, por hallarse arrestado el sargento, el
cabo primero Ramón Vela, dando el alojamiento por cárcel del sargento.
A casa del cirujano don Ambrosio Fernández[2] de 67 años, que vivía en la calle Rejadorada, llegaron como a las nueve de la noche, varios realistas, algunos miembros de la justicia y algunos militares con el herido. Como él estaba enfermo y el herido tenía un fluido vehemente de sangre fue atendido por el colegial del Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos, Tomás Rodríguez de 27 años, que declara que lo asistió por hallarse en casa del cirujano titular, que estaba enfermo. Tenía una herida en la sien izquierda como de tres dedos, que interesaba el músculo crotafites y la arteria temporal, y le sobrevino una efusión de sangre, de lo que le resulto una lipotimia o letargo que le duró tres horas, por lo que avisaron al cura de San Pedro que le administro la Extremaunción a las once de la noche. A la una comenzó a mejorarse de su letargo cuya mejoría sigue al día de hoy. Era una herida producida por un instrumento cortante como un sable, pero no puede decir si desenvainado o con la vaina rota.
Soldados de época
Después de tomar la declaración
al herido, como lo tenían en el portal de la casa del cirujano, y ya se
encontraba mejor, manda el instructor trasladarlo a su aposento.
El primer testigo al que toman
declaración es al soldado José Rando, de 21 años, que “dice que Ruiz estaba
de centinela en los arcos de la plaza y el sargento le preguntó que por qué no
había venido a la formación, porque había tenido que dar a lavar los pantalones
porque había venido de partida, le dio con el sable un palo en la cruz de la
fortuna, llamándole borracho e improperándole de otros dicterios y le mandó ir
al calabozo, a lo que se resistió el soldado contestándole que no iría interín
le hiciese presente a la justicia todos los antecedentes… que enfurecido por
esto y lleno de cólera el sargento le dio un revés de sable en las sien
izquierda”
Don Cipriano Orduña, que era uno
de los regidores del ayuntamiento por el estado de hidalgos, “había salido a
echar unos coetes al balcón del ayuntamiento con otros individuos de justicia
oyó los gritos”
Teodulo Orduña, un hidalgo de
medina hacienda, hermano del anterior, tenía 34 años, era un “individuo de la milicia voluntaria
realista de este pueblo”. En resumen declara que alcalde dio una voz de ¡Realistas¡
para que llevasen al soldado herido a la casa del cirujano, y acudió para
llevarlo a casa del cirujano a curarlo. El soldado le dijo que había sido
porque le había pedido 5 reales que le debía. Desde casa del cirujano, Teódulo
se fue a casa del señor Domingo del Teso, donde halló al sargento, que dijo que
le pesaba no haber dejado allí donde lo hirió, muerto al soldado, y añadió que
con una cuartilla de papel pagaba, y que tan pronto como se aliviara el herido,
le pegaría cien palos y le metería en el calabozo.
Ante las declaraciones
coincidentes el instructor dispuso que el sargento fuera trasladado a la
cárcel, pero el alcalde dijo que era muy poco segura y malsana, y quedó en
calidad de preso en su alojamiento con vigilancia e incomunicado.
El testimonio de Alfonso Escaja,
de 27 años, otro de los voluntarios realistas[3]
es más detallado. La noche de autos, como a eso de las nueve de orden de los
señores de justicia fue a llamar al sargento y cabos de la partida para que
fueran a refrescar, y hallándose en el cuerpo de guardia donde se hospedaba el
señor obispo de Astorga, llegó al mismo tiempo el soldado Juan Ruiz, diciendo
mi sargento me han dicho que quería ponerme arrestado por no haber salido con
la partida, contestándole el sargento que sí, a lo que el dicho soldado dijo
que la ordenanza no mandaba que habiendo andado el día anterior ocho o más
leguas no se le podía obligar a salir el día siguiente, en razón de haber
andado el mismo día tres leguas de madrugada y sobre todo había lavado,
limpiado y secado la ropa, mandándole el sargento callarse, respondiéndole que
con la razón nadie le podía hacer callar, repitiéndole el sargento que callase,
no queriendo hacerlo el soldado, sin duda por hallarse tomado por el vino, el
dicho sargento sacó el sable envainado y le dio un golpe de plano en el pecho,
mandándole a uno de los cabos que lo llevase al calabozo, que está próximo a la
referida casa, el declarante y el sargento se quedaron en el sitio, y oyendo
que se resistía a entrar en el calabozo y que no quería callar, el sargento se
separó del declarante y al poco oyó quejarse al soldado que lo había muerto el
sargento de un sablazo.
Martín Costilla, clérigo natural
de Villafáfila, de 27 años, hermano del alcalde y párroco de San Pedro desde
principios de ese año, certifica que le administró el sacramento de la
extremaunción como a las once de la noche.
Testigo Francisco Rodríguez,
soldado, 24 años, nos da el detalle de que Juan Ruiz se hallaba de centinela
en el arco triunfal que se había hecho en la plaza para la entrada del obispo
de Astorga, no en los arcos del ayuntamiento. Se ve que el recibimiento
episcopal era memorable, después de los años del Trienio.
Declaración del sargento Fermín Hernández, natural de Santo Domingo de la Calzada: “el día 2 había llegado de comisión con el cabo Buenaventura Nieto sobre las 9 de la mañana, y a las dos y media de la tarde, estando descansando en su alojamiento, llegó el alcalde y juez de policía de esta villa, el que le despertó diciendo es preciso que se arme la partida para salir al monte de Castronuevo con motivo de esperar al Yllustrisimo Señor Obispo de Astorga y Arzobispo de Toledo, mandó al cabo José Ramón Vela para que lo verificase con todo el resto de la partida, lo ejecutó el dicho cabo a excepción de dos soldados que no lo hicieron, el uno por hallarse comisionado y el otro Juan Ruiz, por haber contestado al soldado Manuel Villanueva que había venido de partida y estaba cansado y no podía ni quería ir. Se adelantó con el alcalde para la villa, llegando el resto de la tropa escoltando al obispo de Astorga, a cuya sazón se hallaba de centinela en el arco que habían hecho, y se le relevó a las 9, luego fue reconvenido por no haber querido salir, pues en igual caso se hallaba el cabo Buenaventura Nieto, y le perdió la subordinación, le dio un golpe con el sable en la espalda y le saltó la conbrera y siguió profiriendo voces mandándole callar y no obedeció, y mandó al cabo Buenaventura que lo llevase a la cárcel, e iba profiriendo expresiones como qué carajo, que no iría a la cárcel y que antes consentiría le tirasen cuatro tiros y volvió a la cárcel y le dijo ven acá bribón y le dio con el sable, pero como era de noche no sabe donde le dio. Le parece que podía estar embriagado…Le había pedido 5 días de socorros que le debía por la mañana y le dijo que se los daría por la tarde”.
El instructor nombró por
escribano provisional a José Ramón Vela para tomar declaración al cabo
Buenaventura Nieto.
Como novedad dice que se
resistía a entrar diciendo que quería antes hablar con la justicia y que le
pagase los 5 días que le debía de socorro. Y que el sargento lo mandó a
Buenaventura que fuera a casa del cirujano a traer al soldado para llevarlo al
calabozo, pero no lo ejecutó por estar el soldado inmóvil y esperando un
sacerdote
Acabada la instrucción del
sumario el capitán Alberola propone al alcalde que se debe trasladar la causa
al señor coronel del regimiento como autoridad militar superior para que
dictamine la sentencia.
Pero no llegó a remitirse
oficialmente al coronel, bien porque entre el capitán instructor, el alcalde y
el escribano Vitacarros aconsejaran al
acusado y al herido que llegasen a un acuerdo amistoso, o bien porque desde
Zamora lo insinuaran para no tener que poner la pena que marcaban las Reales
Ordenanzas en casos semejantes.
El día 14 el sargento y el soldado elevan una petición al alcalde para que se sobresean las actuaciones:
“Con motivo de celebrar el
ayuntamiento y cabildo eclesiástico de esta villa el júbilo ostentoso de la
patrona en el día dos del corriente, y mucho más por el recibimiento que se
esperaba al amohecer del mismo a los reberendísimos e illustrísimos señores
Arzobispo de Toledo y obispo de Astorga viniendo reunidos desde la ciudad de
Toro, donde se saludaron y visitaron (sin duda de orden del gobierno), y
haberse dado a las tres de esa tarde noticia a las justicias de que andaban en
el monte de Castronuevo, por donde habían de pasar, se habían visto dos
montados y armados, induciendo la sospecha de malhechores, dispuse la partida
de mi cargo destacada en este pueblo, con anuencia de V. como juez de policía y
no perdiendo momento partimos uniformes a la cabeza de ella y de los realistas,
y como al punto de reunión hubiese notado la falta de dicho Ruiz, percibí la
mayor incomodidad y alboroto en el espíritu, que no descansé hasta el regreso,
que hallándome en ésta, le reconvine sobre su insubordinación cometida en medio
del estruendo y (….) que se hallaba en la plaza la indicada noche, y como no se
diese por convencido y respondiese con la misma, tiré del sable embainado.
Quería darle en la espalda y volvió la cabeza y le di en la sien.”
Piden al alcalde que no lo eleve al Jefe superior y se perdonan mutuamente y se separan de cualquier acción y piden que sea tenida por ninguna la presente causa. El soldado ya está sano y se une a la petición del sargento “guiados de ver resplandecer la cordial amistad y tranquilidad que hasta aquí hemos conservado”.
El 16 se reunieron los dos
interesados con don Gabriel Costilla “señor
juez ordinario de primer voto y encargado de la policía por el Sr Intendente de
la Provincia”, el capitán Miguel Arbeloa, y el escribano Vitacarros para la
ratificación del apartamiento de las demanda, dejando lo actuado en poder del
escribano, que es lo que se ha conservado y gracias a ello podemos conocer el
incidente.
[1] Tomás
había nacido en 1796 en la parroquia de Santa María, hijo de don Pedro, de
Benavente, y de doña Isabel de León Caballero, de Villafáfila. Inició sus
estudios en la universidad en 1817 y los acabó en 1825
[2] Había
nacido en 1757 en San Salvador, después de un pleito con el médico don Ramón
Vega en 1804 por impago de salarios, no se contrató médico en la villa hasta
1842, sino que ejercía don Ambrosio como cirujano, que equivaldría a lo que hoy
conocemos como practicante.
[3] Cuerpo de voluntarios partidarios del
restablecimiento del absolutismo después de Trienio Liberal https://es.wikipedia.org/wiki/Voluntarios_Realistas
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