jueves, 20 de agosto de 2020

Algaradas en festejos taurinos a principios del siglo XX.

 


Los festejos taurinos de Villafáfila que se celebran desde hace siglos no estuvieron exentos de polémicas y algaradas. 

Un resumen de su historia lo podéis encontrar en http://villafafila.net/encierros/encierros.htm

Ya en el siglo XIX tenemos constancia de los desórdenes que se producían cuando no se contrataban los toros para San Roque, como se hace constar en el Libro de Actas del Ayuntamiento de 1873, en plena Primera República, en la sesión celebrada el 8 de agosto: 

La función de San Roque se celebra por voto de villa y siendo costumbre lidiar una novillada en dicho día, que el vecindario en general reclama con demasiado entusiasmo, y que si el ayuntamiento no la proporciona, como es sabido, se promueven diferentes arrebatos sobre el mismo, y se cometen atropellos y desgracias de funestas consecuencias. A fin de evitar éstas, convendría muy mucho acordar lo conveniente para proporcionar dicha novillada y poder continuar la costumbre tan antigua, cumpliendo de este modo el solemne voto hecho por nuestros antepasados, con lo que se complacerá al vecindario. Mas, como no existe cantidad alguna presupuestada para satisfacer los gastos de la función, y la afluencia del vecindario reclama con demasiado entusiasmo la novillada, sin que haya medio alguno de podérsela negar sin originarse graves desgracias, se hagan los gastos de la novillada, fuegos artificiales y demás que se originen”.

En el cambio de siglo se produjeron algunos sucesos que trascendieron a la prensa nacional.  En concreto los ocurridos en 1900 y las coplas que sacaron de los mismos se publicaron en múltiples cabeceras de todas las provincias.


Información en el Heraldo de Zamora. https://prensahistorica.mcu.es/


Manuel Alonso Martín, el concejal mencionado en la información tenía 36 años, era el padre de Cónsola, y abuelo de Manolo de la Granja, "Bomba".

Unas coplas se compusieron en contra:




Pero otras comprendían a los autores de la algarada:

 

La afición por los toros estaba especialmente arraigada entre el elemento popular, sobre todo criados, menestrales, jornaleros, pastores, que no comprendían o al menos protestaban contra las prohibiciones de los festejos que de vez en cuando los gobiernos nacionales pretendían.
Este artículo jocoso de 1908 no trasporta al ambiente prefestivo de principios de siglo y nos deja testimonio de algunos personajes y motes que han permanecido en la memoria colectiva.







Parece que sí se celebraron los festejos a pesar de la Orden del ministro La Cierva, con buen orden bajo la vigilancia de la Guardia Civil:





No he encontrado noticias de otros incidentes y parece que los encierros se desarrollaban con "normalidad", y en 1918 siendo alcalde don José Santiago se trajeron toros aunque él estaba ausente los días de las fiestas.








En 1919 el ayuntamiento estaba constituido por don José Santiago Pérez “don Pepe el Cervato”, perteneciente al partido Conservador; José Tejedor, teniente de alcalde, Alfonso Escaja, José Valverde, Leonides Vega, y Agustín Tejero, mayoritariamente del Partido Conservador como el alcalde, y Marcelino Trabadillo, Martín Gómez, y Fernando Alonso del Partido Liberal.

Parece ser que no se había consignado cantidad alguna en los presupuestos municipales para la celebración de los encierros y corridas de toros, pues en sesión del 13 de julio sólo se autorizan 150 pesetas para fuegos artificiales.

Los toros tradicionalmente de pedían por el vecindario el día de Santiago, y ese años seguramente se siguió la tradición, pero el ayuntamiento hizo caso omiso.

Por eso antes de la sesión celebrada el día 10  de agosto el vecindario se manifestó ante el ayuntamiento pidiendo los toros.

Sesión ordinaria del día 10 de agosto.

En la villa de Villafáfila a 10 de agosto de 1919,hallándose reunido el Ayuntamiento de la misma compuesto de los señores anotados al margen y bajo la presidencia del señor alcalde, don José Santiago Pérez, por este señor se declaró abierta la sesión ordinaria de este día y por mí el Secretario se dio cuenta del acta anterior que fue aprobada.

Seguidamente por el señor alcalde se expuso que dada la actitud en que se había colocado gran parte del vecindario al acercarse a la corporación en manifestación solicitando de la misma se celebrarán en el día de San Roque las funciones y festejos que en años anteriores se han venido celebrando, se hacía preciso acordar si era o no procedente acudir a la solicitud, para lo cual habría que tener en cuenta que no existe consignación alguna en el presupuesto para estos gastos. Puesta a discusión la proposición del señor Alcalde y pidiendo uso de la palabra el concejal don Marcelino Trabadillo por este se expuso que debiendo velar esta corporación por el bienestar y tranquilidad del vecindario, una vez que la manifestación que acaba de celebrarse se haya disuelto pacíficamente, ante la confianza de que había de ser atendida su pretensión y que alno accederse a ella se había de reproducir y con caracteres alarmantes que muy bien pudieran ser origen de serios conflictos de orden público, por su parte en evitación de tales sucesos proponía un voto de confianza al señor Presidente para que desde luego disponga la celebración de las funciones y festejos que crea oportunos, tomando por base los que se acostumbran a celebrar por tradición y en honor de San Roque. Y a este voto de confianza propuesto por el señor Trabadillo se asociaron unánimemente todos señores concejales haciendo suya la proposición y por tanto fue por unanimidad concedido en la forma expuesta y no habiendo más asuntos que tratar se levantó la sesión y firmaron todos los Señores Concejales de lo que certifico”.

A una semana de la fiesta debió de resultar muy difícil conseguir los novillo, o puede ser que el señor alcalde ni siquiera lo intentase, con lo que llegó el día de San Roque y no había toros para encerrar. Como los ánimos estarían ya muy caldeados una gran manifestación se dirigió a casa del alcalde solicitando la celebración de la corrida. Según tradición oral, don Pepe tuvo que saltar las tapias traseras y huir de su casa ante el cariz que tomaban los manifestantes, y consiguió traer una corrida de novillos para el día siguiente, 17 de agosto, San Roquito.


En la sesión celebrada la semana siguiente nos deja constancia de los acontecimientos.

 Sesión ordinaria del día 24 de agosto.

 En la villa de Villafáfila a 24 días de agosto de 1919, hallándose reunido el Ayuntamiento de la misma, compuesto de los señores anotados al margen y bajo la presidencia del señor alcalde don José Santiago Pérez, por este señor se declaró abierta la sesión ordinaria de este día y por mí el Secretario se dio cuenta del acta anterior que fue aprobada.

Seguidamente por el señor Presidente se expuso que de toda la corporación eran bien conocidos los escandalosos sucesos ocurridos en esta villa durante los días 16 y 17 del actual con motivo de los festejos que debían celebrarse en conmemoración del día de San Roque. En dichos sucesos tomo parte una gran masa de vecinos que inconscientes de sus deberes como vecinos y ciudadanos proporcionaron un malestar general entre las personas sensatas, debido a las cuales pudo evitarse ocurriesen sucesos dignos de lamenta. La causa ocasional de tan triste espectáculo no ha podido hallarlo el exponente por parte alguna, aunque ha fijado su atención en estudiar con el debido detenimiento, pudiendo deducirse únicamente que no fueron otros los propósitos que molestar a las autoridades y bejar con frases groseras y soeces al elemento honrado del pueblo, que tuvo que resignarse a sufrir toda clase de impertinencias e improperios en evitación de graves acontecimientos. Como con estos hechos se haya dado una prueba de incultura en el elemento que tomo parte y se haya dado también una nota discordante entre los pueblos circunvecinos, los cuales se encargarán de darle el calificativo qué merecen, el que habla como alcalde no puede menos de hacer constar su más enérgica protesta contra los hechos ocurridos y sus autores entre los cuales pudiera ocurrir se oculte alguno tras las galerías por no tener el valor cívico para exponerse a las contingencias de las algaradas callejeras, siendo más cómodo ocultarse a la sombra de las intrigas para conseguir fines bastardos que no pueden precisarse.

Haciendo uso de la palabra el concejal don Marcelino Trabadillo por este señor se expuso que era el primero en lamentar los tristes espectáculos señalados por la Presidencia y por tanto protestar de ellos con toda su alma como concejal y como ciudadano honrado, hallándose conforme con las apreciaciones del señor Alcalde en cuanto a los sucesos ocurridos pero discrepando en cuento a las causas originarias. No duda el Ayuntamiento que de muchos años acá se vienen en tales días desarrollando por la misma clase de personas sucesos como del que se ocupan sin que las autoridades se hayan ocupado de reprimirlos y mucho menos de castigarlos y esto es que esta pasividad les haya adquirido el hábito de continuar cometiendo las algaradas y desmanes como los que hoy se lamentan, los que se habrían evitado por las autoridades si se hubieran procurado entronizar en cierta clase de personas el respeto a la autoridad, castigándolos con severidad. De lo cual deduce el exponente que la causa ocasional de estos desafueros es debida solo y exclusivamente a la falta de ejercicio de la autoridad para imponer el castigo a los promotores. Con lo cual y uniendo los demás concejales su protesta a las anteriores se levantó la sesión que firmaron los presentes de que certifico”.



En resumen lo que se deduce del acta de la sesión es que los disturbios fueron mayoritarios en cuanto a participación de los vecinos, aunque no llegaron a más por intervención de algunas personas “honradas”, que debieron de calmar a las masas. El alcalde ve detrás de estas manifestaciones la maniobra oculta de algún rival político que no quería dar la cara. Yo intuyo que tal vez se estuviera refiriendo a don Luis Trabadillo, que sin estar en primera fila de la política manejaba los hilos del Partido Liberal de Villafáfila.

La intervención de su sobrino Marcelino en el sentido de condenar los hechos, pero quejarse de que ya eran habituales las protestas en años anteriores sin que las autoridades provinciales hubieran intervenido para reprimirlos era lo que había dado alas a los disturbios.

En junio se habían celebrado elecciones generales y por el distrito de Villalpando salió elegido diputado el candidato conservador César Silió, ministro de Instrucción Pública.

El año siguiente en previsión de altercados el gobernador civil concentró fuerzas de la Guardia Civil durante las fiestas de San Roque.



Las fiestas seguían celebrándose año tras años con  gran animación, como nos deja esta información de 1925 del El Heraldo de Zamora:



Como colofón de esta entrada incluyo esta polémica en ese mismo periódico provincial sobre los gastos de las fiestas entre dos "forasteros", Víctor Martín, de Villarrín, con familiares en Villafáfila, entre ellos los hijos y nietos de don Martino del Río, (en mis recuerdos infantiles se mantiene la figura de "Vitor", por entonces un anciano vagabundo y demente que de vez en cuando aparecía por el pueblo, durmiendo en las eras y acercándose a tomar la leche que nos daban en los recreos):



Y Saturnino Fernández, de Tapioles, también con familiares en Villafáfila a donde acudía a los fiestas:



Después de estas polémicas siguieron celebrándose festejos taurinos, pero no he encontrado nuevos altercados.

Así en octubre de ese año