Napoleón Bonaparte
Demografía
La villa de
Villafáfila, después de la grave crisis
demográfica y económica iniciada a finales del siglo XVI
que
se prolongó durante la siguiente centuria, había iniciado en el siglo XVIII un
periodo de recuperación.
Según el
Catastro del Marqués de la
Ensenada contaba a inicios de 1752 con 214 vecinos: 190
pecheros (de ellos 21 viudas y asimilados), 12 hidalgos (incluyendo una viuda y
un menor), y 12 clérigos; que
corresponden a 877 habitantes (Archivo Histórico Provincial de Zamora
[A.H.P.Za.] Catastro de Ensenada. Leg.1628). Las comprobaciones de 1761 dan una
cifra total de 10 vecinos más (Archivo General de Simancas [A.G.S.] Dirección
General de Rentas Leg.1852-21). De acuerdo con los datos reflejados en el Censo
de 1787, llamado de Floridablanca, en Villafáfila se contabilizan 1.393
habitantes 628 varones y 765 mujeres (Censo de Floridablanca. Provincia de
Zamora. Madrid 1989).
Disponemos de
los datos del Padrón de Vecinos de 1799 (A.H.P.Za. Municipal. Villafáfila Leg. 25),
en el que figuran 333 vecinos, de los que son 13 clérigos, 16 hidalgos (4
viudas o asimilables) y 304 pecheros (33 de ellos son viudas).
En los
primeros años del siglo XIX se produjo una de las crisis de mortalidad típicas
del antiguo régimen por una sucesión de malas cosechas y de epidemias,
superando cada uno de los años 1804 y
1805 el centenar de fallecidos sólo en la villa (Archivo Diocesano de Zamora [A.D.Za.]
Villafáfila. Libros de Difuntos).
En 1804 el
médico titular, que había suscrito un contrato de asistencia con el
ayuntamiento por un periodo de 4 años en 1801, abandona la villa para
trasladarse a Aranda de Duero, lo que provoca un pleito con el concejo de
Villafáfila, que le acusa de abandono de los enfermos en una situación de
epidemia:
“no hay
médico en tres leguas a la redonda, y los que hay están asalariados de las
justicias y no los dejan venir a hacer visita a esta villa por los muchos enfermos
que en aquellos pueblos ay”;
alegando el facultativo un incumplimiento por parte de
consistorio de las condiciones del documento de obligación. (Archivo de la Real Chancillería
de Valladolid [A.R.Ch.V.] Pleitos Civiles. Fernando Alonso Olv.596-8)
Bautizados
y Difuntos de Villafáfila. 1800-1815
AÑO
|
BAUTIZADOS
|
DIFUNTOS
|
1800
|
56
|
88
|
1801
|
50
|
69
|
1802
|
52
|
57
|
1803
|
69
|
41
|
1804
|
52
|
110
|
1805
|
47
|
101
|
1806
|
51
|
45
|
1807
|
57
|
42
|
1808
|
60
|
56
|
1809
|
51
|
54
|
1810
|
74
|
90
|
1811
|
39
|
73
|
1812
|
38
|
140
|
1813
|
30
|
84
|
1814
|
60
|
30
|
1815
|
46
|
27
|
Gráfico de evolución de los bautizados y difuntos de
Villafáfila
Durante los años de
ocupación y guerra se produjo también un gran aumento de la mortalidad,
alcanzando el máximo durante el año 1812 en que la cifra de defunciones
asciende a 140, siendo la media del quinquenio 1809-1813, en el que la villa
padeció la dominación francesa, de 88 difuntos por año. Aparte de los naturales
del pueblo que murieran como consecuencia de
acciones bélicas en el ejército regular o en las guerrillas, y que no
figuran en los datos de los registros parroquiales de Villafáfila.
Economía
La economía
de Villafáfila se basaba primordialmente en la agricultura, con el cultivo de
cereales, sobre todo trigo y cebada, y marginalmente centeno, y el viñedo como
actividades principales, complementadas con la cría de ganado lanar para la
obtención de leche, lana y carne. Las actividades artesanales y de servicios
ocupaban a una parte menor de la población. Según los datos del censo de 1787,
que no serían muy diferentes de los de principios del siglo XIX, la
distribución profesional de los 1.393 habitantes es la siguiente:
Curas,
beneficiados y ordenados 10, y 4
sacristanes
Hidalgos 10
Labradores
50,
Jornaleros
80,
Criados 40,
Artesanos 8,
Comerciantes
5,
Militares 4,
Estudiantes
4,
Escribanos 2,
Abogados 1,
Fabricante de
salitre 1.
Dejando en el
grupo de menores o sin profesión 1.174.
De los años
previos a la Guerra
de la Independencia
no tenemos datos generales de la estructura socio-profesional de todo el pueblo
y sí sólo parciales, referidos a la feligresía de San Pedro, una de las cuatro
parroquias con que contaba entonces la villa,
por un asiento de cabezas de familia, viudas y huérfanos mayores de 20
años, en los que se contabilizan 94 (el padrón de 1799 en esa parroquia se hace
relación de 90 vecinos). La distribución de profesiones entre los feligreses
puede no ser representativa del total del vecindario (aunque se trata de una
parroquia grande que se extendía desde la Plaza Mayor, hasta la
iglesia de San Andrés, actual Cementerio Viejo), pero a falta de datos totales
nos puede servir de aproximación. Los jornaleros eran mayoritarios con 33
parroquianos, incluyendo los serviciales, que eran criados de labranza con
cierto grado de responsabilidad y contratados todo el año; los labradores eran
27, dos de ellos viudas con labranza, y además dos labradores complementaban su
actividad agrícola con el oficio de arrieros; pastores 6; clérigos que vivían
en la parroquia 5; 2 con el oficio principal de arrieros; 2 empleados de la Real Fábrica de
Salitres; 1 zapatero; 1 sastre; 1 cortador; 1 comerciante; 1 cirujano. Sin
oficio figuran 20 pobres y 12 viudas, cuatro de ellas calificadas de pobres
(Archivo Parroquial de Villafáfila. Libro de Fábrica de San Pedro).
Desde finales
del siglo anterior se había establecido en Villafáfila una Real Fábrica de Salitres por cuenta de
la Administración de
la Hacienda Pública,
pero desde 1801 estaba funcionando con más pena que gloria, pues su
administración y rentabilidad dejaban mucho que desear, aunque daba empleo fijo
a cuatro personas (administrador,
sobrestante, maestro de salitres y un servicial), además de varios jornaleros
casi todo el año y algunos vecinos dedicados al transporte de leña y del
salitre producido
. También funcionaba por
entonces en el pueblo otros establecimientos comerciales o artesanales:
“una
fábrica de aceyte de linaza, y comercio de hierro que tiene el dueño de ella; y
asimismo el de una lonja considerable que se ha establecido aquí sin contribuir
al Rey con cosa alguna”,
según denuncian ante los administradores de las Rentas
Provinciales los empleados de la Real Fábrica, rogando que mantener el secreto de
la información para evitar la hostilidad de los vecinos en caso de trascender
(A.G.S. Dirección General de Rentas. II Remesa. Leg. 2940).
Instituciones municipales
La villa
contaba con una institución municipal de justicia y regimiento desde el siglo
XV, formada por dos alcaldes y cuatro regidores, la mitad pertenecían al
estamento noble o de los hidalgos y la otra mitad a los pecheros o estado
general. Además existía un Procurador Síndico General del Común y un Mayordomo
de Propios.
La elecciones
se celebraban el primero de enero de cada año (después de un pleito de mediados
del XVIII se trasladó a ese día la que hasta entonces había sido tradicional
fecha de elecciones del día de San Juan) y tenían derecho a voto los alcaldes y
regidores salientes, participando con voz el Procurador Síndico en nombre del público,
y el representante del señor jurisdiccional de la villa, el Duque del
Infantado, que en los años primeros del siglo XIX era su administrador general
de rentas de la provincia de Zamora, pues ya no existía el cargo de Alcalde
Mayor o corregidor nombrado por Su Excelencia desde el siglo XVI.
La elección adolecía de endogamia, pues siempre los
salientes trataban de escoger entre sus parientes o amistades, lo que generaba
numerosos pleitos ante el tribunal de la Real Chancillería
de Valladolid. El año 1808 los alcaldes salientes D. Bernardo Costilla y José
del Teso y los regidores Don Diego de León, Don Gabriel Costilla, Manuel Torío
y Ambrosio Fernández eligen para sucederles a Don Ambrosio Díaz Costilla y
Antonio Gutiérrez por alcaldes, y a Don Pedro Manuel Costilla, Don Gregorio
Costilla, Antonio Torìo y Miguel Fernández como regidores, parientes de sus
antecesores, lo que provoca la reclamación judicial del administrador del
Duque. El tribunal anula la elección hecha en don Ambrosio Díaz y nombra por alcalde
de hijosdalgo a Don Francisco de Calzada.
No dispongo
de las relaciones completas de los alcaldes y regidores de los años de la
ocupación francesa, pero por los datos parciales se deduce que seguían siendo
las mismas familias las que ocuparon los cargos en esos años. En 1808 se formó
en Villafáfila una Junta de Armamento o de Defensa para organizar la posible
resistencia al enemigo y el alistamiento de los mozos para hacerle frente. No
sabemos quienes la componían pero es de suponer que formarían parte de la misma
los alcaldes y regidores del año, los párrocos y alguno de los vecinos
principales, ya en junio tenemos noticias de su existencia
. Por
su orden se había formado un cuerpo de guardia a finales del año: “
con un cuerpo de guardias avanzadas, formado
de orden de la Junta
de Armamento de Villafáfila”.
Durante la ocupación francesa esa Junta de Armamento
desapareció, siendo sustituida por una Junta de Subsistencias o de Suministros
formada por personas de cierta solvencia en la villa, por párrocos y los
vocales de cada una de las parroquias
como representantes del común y pueblo. Los alcaldes de esos tiempos limitaban
su actividad a conseguir suministros para las tropas y estaban bajo las órdenes
de la Junta de
Suministros (A.R.Ch. V. Pleitos Civiles. Fernando Alonso olv. C.653-1):
“entonces
había Junta para la buena distribución de suministros; ... que uno de los que
la componían era el Doctor Atienza, y los demás don Manuel Rodríguez Charro,
Don Bernardo Mateos y don Gerónimo de León, los dos primeros abogados y los
últimos presbíteros de aquella vecindad... que oficiaban a las xusticias de
Villafáfila y otras del cantón para que remitiesen raciones...y que los
alcaldes eran meros mandatarios de la
Junta y los franceses”.
En octubre de 1814 llegaron instrucciones a la
villa para el cumplimiento de la
Real Orden que mandaba que cesaran en los oficios de justicia
y regimiento elegidos por los pueblos o impuestos por los franceses, y se
restablecieran en los mismos los que los estuvieran ejerciendo en el año 1808.
Así el alcalde noble electo para 1814, don Marcelino de León, manda compadecer
a don Francisco de Calzada y Antonio Gutiérrez, que recibieron las varas para
ejercer la justicia en nombre de SM.
Fernando VII hasta las nuevas elecciones en enero de 1815 (A.R.Ch.V. Pleitos
Civiles. Zarandona y Wals olv. C. 3238-2).
La guerra y la ocupación francesa
Batalla de Medina de Rioseco,
El desarrollo
y consecuencias del la Guerra
de la Independencia
en los núcleos rurales de Castilla no es muy conocida. En el caso de
Villafáfila, situada en la
Tierra de Campos, pero no en los ejes de comunicación
principales, los primeros contactos con las tropas francesas se debieron de
producir el verano de 1808, pues en 25 de julio anota el cura de San Agustín
del Pozo en el Libro de Bautizados:
“por haber tenido oculto este libro a causa
de que no se desgraciase en la entrada de los franceses”,
pero no es hasta principios de
enero de 1809 cuando la ocupación se hace permanente. Hasta entonces la “Guerra
Nacional” contra los franceses, se habría visto como algo preocupante, pero
sin sufrir las consecuencias directas de la dominación.
En la villa, siguiendo el ejemplo de la capital de
provincia, se había creado una Junta de Defensa para organizar la posible
resistencia al enemigo y el alistamiento de los mozos para hacerle frente. Una
de sus primeras medidas, en junio, fue la de decretar la movilización de los hombres,
entre los que se incluían los dependientes y peones de la Real Fábrica de
Salitres, lo que provocó que su administrador, don Francisco Xabier Sánchez
Hedrado, presentara un memorial ante la Junta de Defensa de Zamora, quejándose de estas
disposiciones. En la capital, en la reunión de la Junta Provincial
de Armamento del día 12 de julio, se acordó remitir la instancia del
administrador al Capitán General de Castilla la Vieja, el general Cuesta,
que en esos momentos estaba siendo derrotado por las tropas francesas en
Cabezón, e iniciando su retirada hacia Benavente, para que determinase lo más
oportuno. Mientras tanto desde Zamora se envió una orden a la Junta de Villafáfila:
“
para
que por ningún pretexto impida a D. Francisco Xabier Sánchez Hedrado las
operaciones de su destino [fabricación
de salitre afinado, para la obtención de pólvora]
dejándole a él y a sus precisos dependientes y peones exentos del
servicio militar, mayormente, quando informa que éstos son casados, a fin de
que puedan continuar en ella hasta la resolución de S.E. [el general Cuesta]
con cuio objeto se dejen por ahora a
disposición del mismo Hedrado tres mil y quinientos reales, disponiendo la Junta con intervención de
él, que se conduzcan los caudales restantes con la debida seguridad a la Tesorería principal de
rentas de esta Provincia, de quien recogerá el correspondiente resguardo”
El traslado
de estos caudales a Zamora se debió llevar a cabo a continuación, pero los tres
mil quinientos que quedaron a disposición del administrador fueron requisados
por la Junta de
Defensa de Villafáfila, seguramente para que no cayeran en manos de los
franceses o para sufragar los primeros gastos de la defensa de la villa en 1808
(A.H.P.Za. Desamortización C. 187):
“Por un
documento que se halla en la referida arca de caudales de la expresada
Real Fábrica de Salitres de Villafáfila y firmado por la Justicia e individuos de la Junta de dicha villa del año
1808 consta estar debiendo a dicha Real Fábrica del dinero que aquella ha
sacado u extraído de dicha arca: tres mil setecientos y sesenta reales”.
Aquel
verano-otoño, después de la derrota de las tropas españolas en la batalla de
Medina de Rioseco en julio, parte de los efectivos se refugiaron e Benavente a
la espera del avance francés, y el paso de los elementos dispersos por la villa
se dejaba sentir en cuanto a la necesidad de alojamiento y manutención (A.H.P.Za. Notariales 11760):
“el aver
estado y estar el pueblo consternado y afligido por las consecuencias que a
traído la Guerra
nacional contra los franceses, pasando al exército los más, expatriándose otros
y sufriendo los estantes penas considerables para contribuir a la subsistencia
y socorro de aquellos, paso y tránsito de las tropas desarmadas y prófugas, y
principalmente a los franceses situados en aquel entonces en Benavente y
Mayorga y conducciones a Guadarrama”
Incluso el
domino por parte de los franceses, después de la batalla, de toda la comarca de
Campos se empieza a hacer sentir en forma de contribuciones para la tropa, así
lo anota el cura de San Salvador en sus cuentas de 1809:
“el año que fueron alcaldes don Ambrosio
Díaz y Antonio Gutiérrez, cada uno por su estado, me sacaron 300 reales de la Memoria de las Huérfanas,
para Rioseco para la tropa francesa”
Esquema de la batalla de Medina de Rioseco
Muchos
vecinos jóvenes se incorporaron al ejército español, atendiendo, entre otras, a
una Real Orden de la
Junta Central de 18 de noviembre, por la que de ordenaba el
alistamiento de todos los mozos solteros desde los dieciséis a los cuarenta años y de los viudos sin
hijos. En su disposición IV se ordenaba a los Ayuntamientos y Justicias que se
invitara a los hijosdalgo a que se alistaran voluntariamente y servirían en concepto de soldados
distinguidos o cadetes, pero si no lo hacían voluntariamente, serían sorteados
para cumplir el contingente asignado a cada población, en cuyo caso servirían
sin ninguna distinción, salvo su fuero para las penas de ordenanza.
Así conocemos
el caso de varios hidalgos de la villa: Pedro Manuel Costilla, cadete en el
regimiento de Benavente en 1810, Juan de León en 1812 estaba “en el servicio de la nación” y se retiró
de subteniente, Silvestre de León era teniente de caballería de Batallón de
Cazadores de Castilla en 1813.
Otros
vecinos, con origen o familia en tierras libres de la invasión francesa, se
ausentaban de la villa, como el cura de Santa María, don Juan Antonio
Monasterio del Palacio, que en 1808 partió hacia su tierra natal en Asturias,
sin dar parte al cabildo eclesiástico del que formaba parte, y algunos otros,
como el comerciante Ambrosio Jiménez, gastan su dinero en conseguir que su hijo
sea declarado exento del alistamiento general (A.H.P.Za. Municipal C.394):
“por
decreto de la Junta
se declara inútil para el Real Servicio a Antonio Xímenez, por lo que la
justicia lo reemplazará por el que sigue de la segunda suerte” .
En
20 de noviembre de 1808 ya se mencionan las primeras aportaciones al
mantenimiento de las tropas francesas situadas en Benavente y Mayorga, a cuenta
del trigo que existía en la panera del Pósito Real, adonde no habían
reintegrado los vecinos deudores los granos de sus préstamos, debido a la
escasa cosecha anterior:
“...
haber sido la cosecha cortísima la próxima pasada con cuyo motivo y no a sido
posible verificar el reintegro de las 528 fanegas y 7 celemines y ¾ de trigo de
que se compone dicho pósito, consiguiendo solamente 128 fanegas”
Cuentas de los gastos hechos con las tropas por el alcalde en 1811
y seguramente por ocultación de
los pocos cereales disponibles por los vecinos. Los párrocos de la villa
certifican que la cosecha ha sido muy escasa. Para evitar que fuera objeto de
requisa por los invasores, el 6 de diciembre, se solicita licencia a las
autoridades de la capital para el reparto de las existencias en la panera del
Real Pósito con la disculpa de necesitarlo para sembrar (A.H.P.Za. Notariales 11760):
“... ser
bien notoria la entrada en la villa de considerables franceses y en sus
inmediaciones y en las actuales circunstancias de que ha resultado la
esterilidad de sus vecinos para la siembra de sus tierras y mediante que en el
pósito de dicho pueblo existen 128 fanegas de trigo se ven en la precisión de
recurrir al señor Corregidor para que se digne conceder su licencia para la
dacción de dicho grano entre los labradores y senareros de la citada villa ...
se concede la licencia”
El final del
año 1808 coincidió con la llamada batalla de Castrogonzalo, cuando el ejército
francés, con Napoleón a la cabeza, cruzó el Esla en persecución de las tropas
hispano-británicas al frente del General Moore.
Los pueblos por donde pasaban
sufrieron en mayor medida los inconvenientes, como fue el caso de Cerecinos de
Campos, donde prácticamente toda la población salió huyendo, o Castrogonzalo,
que sufrió grandes incendios en sus edificios. Algunos de los desplazados se
refugiaban en los pueblos cercanos, así en el Libro de Difuntos de Revellinos
anota varias defunciones:
“12 de enero muere un soldado disperso del
regimiento Inmemorial del Rey, en un pajar, parecía gallego,
...16 de enero un soldado artillero de Asturias
en un pajar,
...22 de enero Estanislao de Vega de Cerecinos
retirado en este pueblo por la persecución de los franceses.”
Firma y rúbrica del escribano de Villafáfila, Diego Gutiérrez, en 1813
Algunos de
los vecinos de Villafáfila participaron como observadores o espías en las
acciones que tuvieron lugar esos días en las cercanías. Así Don Segundo
Trabadillo, un abogado de 25 años, ya con dos hijos, que ejercía su oficio en
Villafáfila, en una relación de méritos que envía a la corte en 1815, refiere
su participación en algunas acciones de retaguardia que aún sin especificar las
fechas, por el contexto, se pueden referir a los primeros días de enero de 1809
(Archivo Familiar Delás-Trabadillo.
Memorial de méritos de Segundo Trabadillo):
“Que llevado de su noble entusiasmo tomó a
su encargo con el mayor denuedo la arriesgada comisión de pasar a Rioseco y
Mayorga a reconocer la posición del enemigo y de allí a las inmediaciones de
Benavente con un cuerpo de guardias avanzadas, formado de orden de la Junta de Armamento de
Villafáfila, por el que fueron hechos prisioneros quatro dragones y ordenanzas,
que, con pliegos del Emperador Napoleón
y del general Lapisse, se dirigían con un escribano de Benavente a Toro .
Que habiendo sido uno de los encargados de
la conducción de los citados prisioneros y correspondencia aprehendida, hizo
entrega en la capital al amanecer del día siguiente al del suceso, pero
bloqueada la cuidad por las tropas enemigas y cortada toda comunicación
exterior, tomó las armas con los naturales y demás patriotas, permaneciendo en
la defensa de sus muros hasta que la muchedumbre de enemigos y sus atroces
amenazas destruyeron las fuerzas de los buenos y valientes que la defendieron.”
Durante
toda la guerra mantuvo una postura de oposición a los franceses, manteniendo
contactos con los ejércitos españoles, que operaban en la parte occidental de
la provincia:
“mantuvo
en los años 1811,12 y 13, continua y útil correspondencia con don Simón Manso,
coronel de los Reales Exércitos, que se hallaba con el importante encargo de
cubrir los puntos de los ríos Esla y Órbigo, a quien facilitó las más exactas
noticias, así de la fuerza de los enemigos, como de sus marchas y contramarchas
por las provincias de Zamora, Ciudad Rodrigo, Valladolid, Palencia y otras”
por lo que había sufrido represalias y violencias por parte de los
franceses:
“hasta
la retirada precipitada del enemigo en 3 de mayo del año 13, siempre guardó y
ha guardado después la misma conducta fiel y constante al Soberano y a la Patria, habiendo sufrido
apremios militares, prisiones y otras vejaciones por su notoria adhesión y por
ser hermano de don Ángel Trabadillo, uno de los jefes del Exército de
observación del otro lado del Esla, con quien seguía la más estrecha
correspondencia”
Padrón para reparto de contribuciones de guerra hecho por los oficiales del ayuntamiento y párrocos de Villafáfila en 1810
Los ejércitos franceses vivían sobre el terreno y
los pueblos y ciudades por donde pasaban o se detenían debían contribuir a su
mantenimiento. La presencia y tránsito de abundante tropa en el mes de enero
por Villafáfila, pues desde Castrogonzalo y Benavente se dirigían a Zamora y
Toro para su ocupación, camino de Ciudad Rodrigo y Portugal, trajo como
consecuencia el incremento de las necesidades de manutención de la misma (
A.H.P.Za. Notariales 11760):
“Las 128 fanegas que se hallaban en la
panera del pósito en el mes de diciembre de 1808 para con ellas socorrer en las
mayores necesidades a los vecinos desta villa, lo que no se ha verificado con
motivo de haberse dado para las tropas imperiales, las unas en virtud de la
orden del Sr. Intendente de Zamora, y otras en grano y pan comido para las
tropas que han existido en este pueblo y sus inmediaciones por carecer dello
los vecinos por las continuas contribuciones que diariamente se han estado
exigiendo, quedando la mayor parte de los vecinos constituidos en la mayor
necesidad sin tener con que echar mano, dándose margen a no aber podido sembrar
todas sus tierras muchos de ellos por falta de granos.”
Pero no sólo ocuparon los granos depositados en la panera del Pósito Real, sino
que inmediatamente llegaron órdenes para requisar todos los granos
pertenecientes a instituciones religiosas y otras (A.R.Ch. V. Pleitos Civiles. Lapuerta olv. 2006-3):
“Los
granos de la tercia del obispo de Astorga y San Marcos, Casas Dezmeras, y
Noveno Real se reclamaron como Bienes Nacionales para la capital”
“Los granos de las tercias y demás paneras se
secuestraron por el Ayuntamiento a consecuencia de las órdenes de ambos
gobiernos, y que posteriormente por el gobierno intruso se conceptuaron por
Bienes Nacionales, y se dio cuenta de dichos productos al administrador de
dicho ramo don Luís Ojero, anotado todo ello en el Libro de órdenes”.
“Disposiciones del gobierno intruso
especialmente el Decreto que llaman de 9 de enero de ochocientos once para el
pago de la única contribución permitiendo que los pueblos usasen de todos sus
propios, Arbitrios, Vienes Nacionales y todo lo demás de qualesquiera
denominación que fuesen, y también el las órdenes espedidas por el Exmo Sr.
Cuesta y Junta de Armamento Probincial de Zamora, dirigidas a la de esta villa
que con el objeto de concurrir a salbar la Patria y ofender al enemigo facultaba en iguales
términos” .
Registro de las casas por los soldados franceses
Estas
requisas de granos trajeron como consecuencia que, acabada la guerra, sus
propietarios reclamaran contra los ayuntamientos de entonces para que les
reintegraran el importe de los mismos:
“Don Pedro Casado vecino de Benavente, como
arrendatario de la tercia de San Marcos de la cuatrocientas y una fanegas de
grano y otros frutos correspondientes a dichos años de ocho y nueve y por
mediación de hombres reducido el adeudo a una mitad y se otorgó obligación por la Xª y Ayuntamiento de pagarse en
dos plazos.
Don Luís Aguado Muñoz, vecino de Perilla,
por 10.000 reales por valor de los granos que en el año de 11 se le
escrituraron, reducido a cuentas por la contribución debengada durante la
guerra ha quedado reducida dicha deuda a 4.088 reales y 27 fanegas de cebada y
se le ha hecho escritura.
Don Tomás Álvarez vecino de Astorga
tiene pleito pendiente por los diezmos de las parroquias de San Martín y Santa María, vacantes, contra el
Ayuntamiento del año de 9”.
Si las quejas
sobre la precaria situación del vecindario a principios de 1809 ya se hacían
manifiestas, las calamidades de la guerra no habían hecho más que empezar. No
sólo se requisaban los granos, sino que los pueblos debían entregar la plata de
las iglesias como adelanto de lo demandado por los franceses, so pena de verse
las autoridades y hacendados del pueblo presos y maltratados. Las
contribuciones para el mantenimiento de las tropas francesas y el
funcionamiento de los nuevos organismos del estado que se iban imponiendo en la
capital de Zamora se fueron haciendo cada día más sofocantes. La primera gran
contribución de guerra fue la imposición del General Lapisse, después de la
toma de Zamora el 10 de enero, de cuatro millones de reales a la provincia, de
lo que a Villafáfila correspondieron más
de cuarenta y un mil reales:
“En el
libro de actas y acuerdos de 1809 los señores de Justicia, Ayuntamiento y Junta
Municipal ... se libró contra este pueblo y sus habitantes por el Caballero
Intendente de la Provincia
de Zamora con fecha de 17 de enero de 1809 un cupo de 41.535 reales de los
cuatro millones de contribución de la provincia, y siendo estrechada la Justicia al más pronto
pago y que la capital había arbitrado recibir en cuenta la plata de las
iglesias, se acordó respecto a las de este pueblo que los párrocos y vicarios
la franquearan a beneficio común, bajo los cargos de responsabilidad y en
efecto, uniformemente quedaron éstos y la justicia con los demás capitulares en
el celebrado con fecha de 5 de febrero, y en el día siguiente se presentaron
ante el Ayuntamiento y se procedió a la entrega de dichas alhajas de plata por
los párrocos. De San Martín se llevaron las dos cruces, un pie de cáliz, 2
vinajeras con su platillo y un incensario con su caja, de peso de 182 onzas y media.
Con fecha de 17-IX-1811 lo asienta y firma el
escribano en el Libro de Fábrica de San Martín, en un momento en que la
ocupación francesa empezaba a hacerse más liviana.
Padrón de contribuciones de guerra de los vecinos de Villafáfila en 1810
En el verano
de ese primer año de ocupación francesa los nuevos gobernantes provinciales
impuestos por los invasores, principalmente el Caballero Intendente de Zamora,
exigían a los pueblos de su jurisdicción la entrega de los granos de la
reciente cosecha pertenecientes a instituciones religiosas o a los señores de
los mismos (A.R.Ch.V. Pleitos Civiles.
Lapuerta olv. 2006-3):
“obligando a los alcaldes de Villafáfila a la
fuerza, vajo de su responsabilidad y de ser tratados con todo el rigor que
corresponde, a que entregasen los granos del señor Duque, como así resulta del
oficio que dirigió don Pedro González Álvarez, Yntendente de Zamora, con fecha
de veinte y nuebe de Julio de ochocientos nuebe”
Orden del Intendente de Zamora para que llevaran a la capital el grano almacenado en las paneras del Duque del Infantado en Villafáfila
La actitud de
los franceses con los habitantes de los pueblos debió de ser de abusos y
avasallamiento, desde el principio, como indican estas dos reseñas de las
cuentas del Pósito Real de 1809 ( A.H.P.Za. Notariales 11760):
“Al maestro cerragero por componer la puerta
de la panera por haberla derribado las tropas imperiales en el mes de julio del
año último al paso y tránsito que hicieron en esta 16 reales.
106 reales por la compostura de la rotura de
una pared que hicieron las tropas por el corral de la casa de Manuel Horduña so
pretexto de que entraban materiales”.
Las tropas imperiales que pasaban o se asentaron en
Villafáfila venían acompañadas de algunas mujeres, así en octubre de 1809 nace
(A.D.Za. Villafáfila. Libro de Bautizados de Santa María):
“un niño de Francisco Guío y de Josefa
Echebarría, del ejército francés, estantes en esta villa”.
Combates en la Guerra de la Independencia
Las
actividades ordinarias de los vecinos se tuvieron que ver afectadas en gran
medida como consecuencia de la guerra. Además del exilio o la incorporación a
la tropa de numerosos jóvenes, se produjo un relativo abandono de las
actividades agrarias (Archivo Diocesano de Astorga A.D.A. Procesos II Leg.
2343, exp.1):
“en aquellos tiempos belicosos y de trastorno
se hallaban sin cultivo muchas heredades y no se hallaba quien las quisiese
cultivar”
e incluso la actividad ordinaria
del juzgado se ve dificultada ( A.H.P.Za. Notariales 11760):
“no hay papel sellado a motivo de las
ocurrencias de la guerra”
y en el Libro de Difuntos de la
parroquia de San Salvador correspondiente al año de 1810 se reseña:
“Antonia González hizo testamento ante testigos a causa de la ocupación
e impedimento del escribano con motivo de los franceses”
Y como la
disposición de los naturales hacia ellos sería de hostilidad manifiesta, los
atropellos siguieron durante toda la ocupación, y así en el padrón de
contribución de 1810 se anota (A.H.P.Za. Municipal de Villafáfila C. 25):
“al ramo
de ortalizas y frutas, por quanto es bien público y notorio que an asaltado e
insultado los cercados”.
Este año
continuaron las requisas de granos de las panera de la villa, recibiendo la
justicia y el regimiento órdenes de traslado de los mismos a la capital (A.R.Ch.V. Pleitos Civiles. Lapuerta olv.
2006-3):
“ a
consecuencia de la orden circulada en razón de que se concurriese por los
Pueblos con la extraordinaria de Granos, sin excepción ni pribilegio de
paneras, se presentó la
Justicia de esta Vª ante el Sr. Yntendente de la Capital exponiéndole no
había otras que la del Pósito Real y la de su Exª. El Excmo. Duque del
Ynfantado, secuestrada por la comisión Ymperial, con cuyo motivo se pasó parte
al Sr. Comisario de Guerra, de la qual orden y del Sr. Governador se dió pliego
para el Sr. Comandante del Batallón de Ynfantería, que se hallaba al apremio de
los pueblos, para el apronte de las requisiciones que había que dirigir a la
capital por quien fue exigido el grano empanerado de la de S.E. reducido a 208 f de tº y 220 de cª que
condujeron pueblos de la circunferencia: Villalba, San Agustín, Pajares,
Revellinos, Villarrín de Campos y Arquillinos”
Esto debió de
ocurrir en los primeros meses del año 1810 pues constan diversos recibos de
entrega de cantidades de trigo y cebada por parte Ambrosio Ximénez, encargado
de la panera del Duque, durante el mes de marzo a las justicias de los pueblos
de alrededor para conducirlas a las paneras de las Reales Provisiones de
Zamora, por orden del señor comandante de requisas.
Pero las
solicitudes de contribuciones no cesaban y según declara años más tarde el
escribano Vitacarros, que refiere tenerlo anotado en su Libro de Órdenes (A.R.Ch.V. Pleitos Civiles. Lapuerta olv.
2006-3):
“otra orden bajó de la capital con fecha de
13 de mayo de 1810 por el intendente don Pedro González, mandando que antes del
día 18 había de tener puesto en los almacenes de la capital esta villa 300
fanegas de trigo y 220 de cebada, que habían cabido del cupo de 3.350 de trigo
y 2.481 de cebada ordenado por el General Gobernador de aquella plaza sobre las
villas y lugares deste partido del Pan; y con fecha de 25 de julio de ese año
se repartieron otras 240 fanegas de trigo y lo mismo de cebada con 50 reses
lanares para la misma capital”.
En septiembre
la villa se hallaba pendiente del pago de una de las numerosas contribuciones
de guerra a que sometían los franceses a los pueblos ocupados y se realiza un
exhaustivo padrón de contribuyentes, tanto de granos de la senara como de
dinero de las utilidades de los ganados y otras utilidades con el fin de tener
presto el montante demandado para evitar las represalias (A.H.P.Za. Municipal
de Villafáfila C. 25):
“como hurgente executivo para el exacto
cumplimiento de las requisiciones y liberar al pueblo y vecindario de un
costosísimo militar apremio”
Con lo recaudado se trata de hacer frente, no
sólo a los repartimientos de contribuciones, sino a los gastos que surgían al
tratar de conseguir una rebaja de las mismas:
“1040 reales que cupieron a esta población
en el gasto echo por los comisionados de la Provincia en solicitud
de la rebaja de millones que se la echaron de contribución”.
Ese año de
1810 los pedidos de contribuciones de guerra se habían sucedido entre marzo y
junio por cantidades millonarias de reales, gran parte de los cuales eran para
enriquecimiento de los generales que mandaban en la provincia lo que provocaba
la toma de rehenes entre los representantes de los estamentos eclesiales, o
pudientes de la capital hasta conseguir las contribuciones. A veces se
comisionaba a representantes de la ciudad para que acudieran ante los Jefes
Superiores
.
Además a
Villafáfila le había cabido pagar en concepto de empréstito forzoso la cuantía
de tres mil reales y había que hacer frente a:
“tres
mil quinietos reales para pagar la requisición de cinquenta reses lanares
remitidas últimamente a la capital , y por no poder arribar a ella, gastadas en
el crecido, repentino, frecuente tránsito de tropas que emos sufrido y más
gastos que han ocasionado”.
Los señores
de justicia, los párrocos y los vocales de la Junta hicieron un reparto lo más equitativo que
supieron:
“Como es
preciso que en toda contribución se observe la posible respectiva igualdad
entre los contribuyentes , la qual no se berificaría si alguno se exentara”,
tratan de hacer un detenido
análisis de los rentas de los diferentes vecinos realizando tres padrones, uno
personal, otro de senara y otro del resto de las utilidades, dejando excluido
de momento:
“El ramo del vino por lo desigual de los
Pagos, escased de fruto demostrado, y continjencias a que continua expuesto el
fruto hasta su recolección, se reserba para quando esté aforada la cosecha”
Para el
ganado lanar, después de considerar los ingresos y gastos asignan dos reales
por cabeza; el ganado de labranza va regulado en el padrón de granos por ser
esta su única rentabilidad.
El ramo de
las hortalizas va calculado de una manera prudencialmente más análogo con la calidad de cada finca.
“Al gremio
de arrieros trajinantes y por quanto no todos comercian en el mismo estilo,
especie y sitios para que haya una regla general con todos y la posible
igualdad, se regula la utilidad de doce reales por semana y contribuye con un
quinto”
Al gremio
de los jornaleros se computa sólo útil la temporada del verano como que en ella
tiene segura la comida las demás estaciones se considera que su sudor personal
apenas sufraga el alimento de cada uno y el de su familia. Se calcula que
los veranos pueden ganar unos 400 reales , “más como éstos se consideran
necesarios para el onesto vestido de su persona y el de su familia, no se
les carga sobre ellos contribución alguna.
Al de
artesanos y menestrales se les regula un jornal de cinco reales diarios la
mitad del año, computándose la otra mitad por compensación de festividades y
casual distracción, justifícase este prudencial cómputo en el de un sastre, al
cual se le da de comer diariamente y un jornal de 5 reales.
Al ganado de cerda se le asigna una aportación de 4
r por cabeza de ceba, dos por cada campero y medio por el de cría.
El reparto se
hace por parte de una Junta creada al efecto y formada por los señores de
justicia, es decir los dos alcaldes y los regidores, los párrocos y sendos
vocales de las parroquias,
representantes del común y pueblo.
La
recaudación excedía las cantidades adeudadas en ese momento por lo que lo
sobrante se deposita en la persona de don Agustín Atienza para que lo tenga
hasta que sea preciso recurrir a él. Este doctor en derecho, originario de
Villanueva de los Caballeros, y casado en Villafáfila en 1807, debía de ser un personaje
solvente que contaba con el apoyo de los ocupantes pues durante los años
siguientes sería el principal miembro de la Junta de Suministros. Acabada la guerra siguió
contando co la confianza del gobernador militar de la provincia por lo que se
supone que colaboraría de alguna manera con los militares españoles durante la
ocupación. Y durante el Trienio Liberal fue propuesto por el Consejo de Estado
en la terna para juez de primera instancia de Peñafiel.
Los vecinos
debían de estar acostumbrados a las contribuciones extraordinarias pues:
“aunque se fijó edicto combocatorio del
vecindario para que cada contribuyente respectivamente se intelijenciase de lo
que le cabe en esta necesaria y utilísima hurgente común ygual contribución
nadie a compadecido alegar de agravio; ni le contemplan los autorizantes
señores supuesta la perdicha ygualdad común y claro estilo con que se a actuado”.
Este año de
1810 fue uno de los más gravosos de la invasión. En octubre tuvo lugar el
trasiego de numerosa tropa por Villafáfila, miles de soldados según los
testimonios, causando muchos destrozos (A.H.P.Za. Notariales C. 11760).:
“Los
infrascritos señores de justicia y escribanos de los años nueve, diez, once,
doce y trece que escribimos la presente, certificamos por averlo visto y ser
notorio a todos los habitantes deste pueblo, que habiendo pasado y pernoctado
en esta villa, en el mes de octubre de 1810 las Dibisiones de los generales
franceses Solignac y Lacroix, atropellaron con sus dragones y artilleros en la
oscuridad de la noche que arribaron los últimos, la panera del Pósito Real a
pretexto de no tener proporción en los alojamientos para reunir los caballos y
tren, y que las 250 fanegas de trigo que se habían reintegrado en la panera en
septiembre de dicho año por apremio militar, no se halló al tiempo de su
partida de aquí para Zamora y Salamanca otra cosa que lo ultrajado con dichos
caballos sin probecho alguno; haveriguando el robo y estración que hicieron de
dicho trigo, comunicando a los de dicho tren y carruage que lo transportaban y
los vagageros y demás de su trapción que les acompañaban y para que conste y
cause los efectos que conbenga en la Subdelegación de la capital...
...En octubre de 1810 las tropas de los
generales Solinar y Lacrox para Salamanca y Ciudad Rodrigo ... fueron robadas
sin que la justicia hubiere podido evitar por haber sido de noche y allarse en
la confusión de tener que alojar y preparar suministro para tantos miles de
hombres como se acredita del adjunto certificado”.
Gastos del ayuntamiento en contribuciones a las tropas ocupantes y a los guerrilleros españoles
En los pueblos cercanos no eran menos
apremiantes las demandas de los franceses, y antes las carencias de medios de
los ayuntamientos, y para evitar gravar excesivamente al vecindario se procede
a la venta de algunas tierras comunales, que son adquiridos por varios vecinos del
pueblo. Así en 1810 el ayuntamiento de Villarrín de Campos vende los quiñones
del concejo para pagar un apremio de raciones de comida para la tropa francesa
(A.H.P.Za. Notariales C. 6422):
“24 de
mayo de 1810
el pueblo
de Otero y la villa de Villarrín deben
contribuir el día de mañana con el suministro de raciones para 735 soldados, 21 oficiales y 1
comandante.
1/4 Otero
y 3/4 Villarrín por acuerdo de sus alcaldes.”
Los vecinos de Otero, que
atravesaban por momentos de escasez de recursos con los que contribuir a estos
mantenimientos venden varias eras de trillar que eran del concejo a algunos
convecinos pudientes
:
“por causa de las actuales circustancias se
be su vecindario en el estado más miserable y sin recursos para poder atender
al pago de contribuciones y otros gastos indispensables para el suministro de
las tropas”,
Este pequeño
pueblo cercano a Villafáfila con una escasa vecindad es de los que más sufrió
durante los años de la ocupación francesa, a pesar del parentesco de unos des
principales vecinos, don Manuel Ojero, con el Administrador de los Bienes
Nacionales. Asimismo el 26 de enero de 1811 toma posesión como Procurador
Síndico General de las villas del Pan en la Municipalidad de
Zamora, D. Manuel Calzada, vecino de Otero (Gras:186)
En 1811 los
de Villarrín siguen con la venta de los quiñones de concejo para lo que los
vecinos conceden poder al ayuntamiento de ese año:
“que con motivo de las actuales
circunstancias y que tienen agotados todos los recursos a los habitantes desta
villa, y expuestos por falta de ellas a padecer prisiones y saqueos como ya han
sufrido, les es indispensable valerse de los recursos que puedan remediarles en
necesidad tan urgente”
De 1811 es
del año que posiblemente más referencias tenemos de la situación de Villafáfila
durante la Guerra
de la Independencia
por dos pleitos que se movieron los años siguientes ante la Real Chancillería
de Valladolid. Uno, Pleitos Civiles, Fernando Alonso olv. C.657-1, trata de una reclamación que hace el alcalde ordinario por el estado
general de ese año, Blas Tejedor, a la villa solicitando le sean abonadas las
cantidades que tuvo que adelantar de su hacienda particular para hacer frente a
los pagos que exigían los franceses; en otro pleito, Idem olv. C. 653-1, un vecino de Cerecinos le reclama el importe de un buey que fue
requisado en el campo para surtir de raciones de carne a la tropa cuando Blas
Tejedor era alcalde.
Desde el primer momento este comerciante y
trajinero, que procedente de la villa de Tiedra se había casado en Villafáfia a
finales del siglo anterior con la sobrina y heredera del cura de Santa María,
anota en sus libros los gastos que va realizando:
“conociendo lo dificultoso que sería en una
época como aquélla dar una cuenta exacta y sin agrabio a el otorgante ni a la
villa, formó su cuaderno de los gastos que iba supliendo en el día siete de enero de dicho año en que fue
posesionado y logró por este medio dar la más puntual razón de lo
recibido y gastado en todo el año en que ejerció su empleo”
El 14 de septiembre de ese año recurrió al
Intendente de Zamora para que se revisaran las cuentas, y éste decretó que el
Ayuntamiento y el Procurador Síndico las examinasen. Se aprobaron en 27 de
diciembre, resultando alcanzada la villa en 11.000 reales, pero no las
remitieron al Intendente de Zamora hasta el 8 de abril de 1813, y se
reconocieron, midieron y tasaron algunos términos concejiles para pagarle la
deuda, pero con posterioridad se le quitaron para pagar a otros varios
acreedores de igual derecho.
La tarea de
los alcaldes, sobre todo el del estado general,
durante los años de la ocupación era principalmente conseguir
suministros para las tropas que pasaban por Villafáfila o se alojaban en lo
pueblos vecinos, sobre todo Castrogonzalo y Benavente, principalmente raciones
de pan cocido, vino, bueyes, jamones (perniles), gallinas y huevos, que
unas veces eran entregados por los vecinos y otras eran comprados por el
alcalde. Además los granos que se guardaban en las paneras del Duque o del
Pósito Real, o los provenientes de los llamados Bienes Nacionales o de
hacendados forasteros servían para contribuir a los repartimientos que
periódicamente le hacían a la villa; y cuando escaseaban los bueyes en la villa
debían acudir a adquirirlos a otros pueblos (Villaveza, Valdunquillo, Valencia
de D. Juan) para raciones de carne para la tropa. Además de tan ingrata tarea
estaban sometidos al arbitrio de los oficiales franceses, sufriendo
humillaciones y agresiones (A.R.Ch. V.
Pleitos Civiles. Fernando Alonso olv. C.653-1):
“En el
año pasado de ochocientos once, estando y esperándose en Villafáfila crecido
número de tropa francesa, precisó ésta y ordenó la Junta de Subsistencia a
todos los individuos de justicia, saliesen a los pueblos inmediatos a
requisición de raciones para la dicha tropa... el alcalde Blas Tejedor en unión
del regidor Fernando Rodríguez y los guardas del campo pasaron a los pueblos de
San Agustín y Revellinos y reunidas las justicias en el campo nos dieron dos
reses vacunas de las que allí se hallaban, ... estas dos reses fueron
entregadas a la junta que dispuso que se tasasen y diesen a la tropa,... aquel
día dio la tropa golpes al alcalde Blas Tejedor y le amenazaron de muerte que
creyó ser el último día de su vida ...
...dio de golpes un oficial francés a Blas
Tejedor y le amenazó de muerte con una espada desnuda”
Cuando había
algún apremio militar, bien por contribuciones extraordinarias, bien por
suministros para las tropas, ante las dificultades de recaudación, los primeros
que eran retenidos como rehenes eran los regidores, escribanos y los vecinos
principales del pueblo y durante ese año de 1811 se testimonia en varias
ocasiones:
“Los franceses del primer convoy llevaron
presos a Castronuevo al regidor Alejo Alonso, al Sr Vitacarros [escribano público], al proveedor y a Liles”
“Vino un ayudante de Castrogonzalo para el
apremio de las raciones y llevó preso al escribano y demás que cogieron”
“Cuando llevaron presos a los curas y a
Vitacarros”
Por estas
cuentas conocemos el trasiego de las tropas francesas por la villa y los gastos
que generaban, no sólo de mantenimientos, sino de “carbón para la fragua
para el herraje de los dragones y comboy”, e incluso obras para el
alojamiento de los caballos: “unas
pesebreras en las paneras de S.E., de la Villa y demás”.
Por sus anotaciones nos hacemos una idea del
continuo tránsito de tropas, sirvan de ejemplo:
“... del 7
al 13 de enero se alojaron en casa de Onésimo del Pozo un comandante y varios
oficiales a los que hubo que mantener y pagar al comandante 800 reales por su
mensualidad.
El 19 de
enero marchó la tropa
Los días 4
y 5 de febrero se alojaron en la villa los cazadores del regimiento nº 20 y una
partida de dragones de Benavente, y comieron los dos comandantes y oficiales de
los dragones y de los cazadores gallinas, manteca, azúcar, azeyte, tozino,
huevos y pimienta negra”.
Con objeto de
mantener a los ocupantes contentos se hicieron diversas colaciones durante las
fiestas de carnaval: Gasto de gallinas y carne la noche del Antruejo.
Los días 11 y
12 de abril vinieron tropas comandadas por Juan Guerido y el 14 marcharon y
bebieron vino y llevaron para el camino. El día 18 de abril llegaron tropas de
caballería
; el 24 de mayo llegó a la
villa el 22º Regimiento de Cazadores y un batallón del 2º Regimiento de
Infantería Ligera. El 28 de junio vino la tropa de caballería y el comandante
se alojó en casa de Onésimo del Pozo. A veces los soldados alcanzaron el número
de 800. La marchas desde Benavente solían tener como destino Zamora o Salamanca
adonde el 20 de julio pasó la tropa. En otros casos como el 14 de septiembre
fue la tropa de Toro a Benavente con comida para el comandante y oficiales, el
15 volvieron de Benavente a Toro.
Además de
mantener a los transeúntes, los pueblos tenían que hacer aportaciones continuas
para el avituallamiento de las tropas concentradas en lugares estratégicos, en
nuestro caso en Benavente o Castrogonzalo, y las notas dejan numerosos
testimonios. Las aportaciones de vino o pan cocido en hogazas para la tropa
alojada en Benavente o Castrogonzalo son continuas:
“el 21 de febrero vino para el regimiento
de dragones que estaba en Benavente.
...el día
10 de agosto llegaron a esta villa un comandante y trescientos o más hombres de
Castrogonzalo se les suministró, con lo que llevaron para Castro, seiscientas
treinta raciones de a dos libras, doscientas quarenta las puso el Provedor, y
sólo cargo 390”.
Entre el 10 de agosto y el 18 de septiembre
se estuvieron mandando hogazas de pan a Castrogonzalo cuyo número oscila según
los días, así del día 11 al 18 de agosto 400 raciones diarias, en septiembre 7
fanegas.
Además se hacían aportaciones extraordinarias para
agasajar a los jefes:
“el 15 de
enero se llevaron 5 cántaros de vino para regalar al general Serás que se
encontraba en Benavente.
...El 5 de
febrero vino para el general Serás
... Un
pernil para el comandante de San Cebrián.”
En mayo vino
a la villa un comandante para el apremio del trigo, y le regalaron dos
perniles y media arroba de queso. En otra ocasión vino una partida de Zamora
con un comandante a la requisa de los granos e hicieron noche en Villarrín “por
estar esta villa obligada con la tropa y comboy de granos que iban a Salamanca,
se hicieron gastos de vino con la tropa y al comandante: una docena de
huevos, quatro libras de barbos, un queso, una libra de manteca.
El
alojamiento de los oficiales cuando estaban en la villa se hacía en las casas
de los vecinos más ricos:
“Para la
mesa del comandante que estuvo en casa del Sr. don Bernardo Costilla el día 11
de diciembre: tres gallinas, 1 alabanco, y 3 libras de tocino, y tres
cántaros y medio de vino... dos botellas de vino que llebamos mi
compañero y yo en casa de don Bernardo la noche que nos mandó sentar a la mesa
con la señora Copotillas”.
Para hacer frente a la multitud de gastos que
conllevaba el mantenimiento de las
tropas, el ayuntamiento se incautó de diversas partidas de granos
pertenecientes a hacendados forasteros:
“Cuenta y
Razón de los granos que embargó la
Justicia y sequestró en mi poder, propios del Sr D. Luis
Aguado, los mismos que con orden de ésta e ido entregando”
Gastos hechos con la tropa en 1811
Pero no sólo
había que contribuir a la manutención de las tropas francesas, aparte los
guerrilleros y el ejército español reclamaba sus mantenimientos, y en las
cuentas también se anotan estos gastos:
“El día de SanTirso vino para convidar a los
dispersos”
“Tres fanegas de cebada para los españoles el
miércoles por la noche en casa de Diego Gutiérrez, y en casa de Jacoba, nuebe
panes de tres libras y una botella de aguardiente”
“El día 28 de agosto a 20 españoles les di
dos docenas de huevos, 4
libras de queso, 5 reales de ubas y a otros españoles 1 libra de longaniza y 25
reales de tocino”
“Dos fanegas de cebada que he dispensado a
algunos dispersos que se separaron de la tropa española”
A veces
llegaban a la villa oficiales del ejército español, seguramente en misiones de
espionaje, y se alojaban en la villa, de lo que también deja testimonio el
alcalde Tejedor: “un oficial español en
casa de Vitacarros”, que era uno de los dos escribanos de la villa.
También los
empleados de la Real
Fábrica participaban en los tratos con los guerrilleros. Por
dos veces el alcalde Tejedor entrega 125 reales
al administrador de la fábrica para dar a los españoles.
Las partidas
de guerrilleros que rondaban los
alrededores eran principalmente la de
Francisco Nápoli, que era la más activa en la comarca, su jefe estuvo en casa
del escribano Vitacarros más de una vez y en una de las ocasiones recibe 500
reales del alcalde; la de El
Segoviano, a la que hace entrega de 42 reales y un bono de vino; y la del Tío
Juan, que lleva una fanega de trigo.
El continuo
ir y venir de tropas por la villa ocasionaría muchas veces situaciones de
pillaje, por lo que era necesario sobornar o gratificar a los soldados que se
hallaban de continuo en la villa o llevaban más tiempo en ella para evitarlo,
por eso en el libro de cuentas de la iglesia de San Pedro se anota
:
“44 reales
que llevaron las tropas francesas una noche por hacer guardia a la iglesia y su
panera que no la robaran otros” .
Además de la
información que nos proporciona este pleito antedicho que incluye el detalle de
las cuentas del año 1811, disponemos de otros testimonios reiterados que nos
permiten conocer la continua exacción de granos que se llevaba a cabo con destino
a la capital (A.R.Ch.V. Pleios Civiles. Lapuerta olv. 2006-3); sobre todo los
pertenecientes al señor de la villa, el Duque del Infantado, que por no
apoyar al gobierno intruso habían sido secuestrados en favor del estado
todos sus bienes en virtud de algunas disposiciones:
“del
gobierno intruso especialmente el Decreto que llaman de 9 de enero de
ochocientos once para el pago de la única contribución permitiendo que los
pueblos usasen de todos sus propios, Arbitrios, Vienes Nacionales y todo lo
demás de qualesquiera denominación que fuesen”,
como de órdenes y mandamientos
del ejército español:
“y también
el las órdenes espedidas por el Exmo Sr. Cuesta y Junta de Armamento Probincial
de Zamora, dirigidas a la de esta villa que con el objeto de concurrir a salbar
la Patria y
ofender al enemigo facultaba en iguales términos” .
En virtud de
estas disposiciones el Intendente de Zamora, una autoridad española títere de
las fuerzas ocupantes, reclama el traslado a las paneras de provisiones de la
capital los granos que en esos momentos se encontraban en las paneras del
duque:
La
Justicia de
Villafáfila embargará todos los Carros, Caballerías y Costales que sean
necesarios para conducir a estos Almacenes todo el Trigo y Cebada que en
Paneras de dicha Villa existe y pertenece a los Estados del Duque del
Ynfantado: en la inteligencia que se pagará el porte de los conductores.
Zamora 14 de Marzo de 1811
El Yntendente interino Padilla.
Ante la
dificultad de oponerse a las órdenes francesas, hasta el administrador del
Duque en la provincia de Zamora, al tanto del traslado de los granos, sólo
recomienda paciencia a la justicia de Villafáfila:
Muy Señores míos
Quedan en mi poder los vonos para
entregarlos y liquidarlos y con tiempo recojeré el recibo, en lo demás estoy
informado de lo ocurrido y así tener paciencia que es quanto puedo decir a Vds,
de quienes quedo su seguro servidor.
Zamora y Marzo, 14 de 1811.
Francisco García Patón.
La orden de
embargo de todos los carros para el transporte del trigo y cebada a Zamora
parece que conllevaba algunas dificultades, bien por la resistencia de los
vecinos o por la falta de colaboración de la justicia, por lo que desde Zamora se insiste en el traslado
con veladas amenazas a la misma:
La
Justicia de
Villafáfila conducirá a estos Almacenes todo el grano que existe en ella
correspondiente a la casa sequestrada del Duque del Ynfantado y a Bienes
Nacionales. Cuya conducción se ha de realizar en todo el día de mañana, pena de
ser responsable la misma justicia.
Zamora 9 de Abril de 1811.
El Yntendente interino
Padilla.
Pese a la
reiteración y a las intimidaciones, todavía a últimos de abril seguían sin
llevar a Zamora los granos del Duque, y además debían las cantidades
correspondientes al repartimiento de grano hecho por la provincia, por lo que
el Intendente les apremia de nuevo insistiendo en la amenaza de intervención de
las tropas francesas:
“Dos órdenes he comunicado a Vds. ya para que
hagan conducir a estos Almacenes los granos que existen en la Villa correspondientes a los
Bienes secuestrados del Duque del Ynfantado: aún no se ha verificado y parece
que esa Justicia se ha propuesto no obedecer orden alguna de las que se le
comunican: prevengo a Vds por última vez que si en el preciso término de 24
horas no hacen conducir los expresados granos y las 195 fanegas de Trigo, y 97
de Cebada que corresponden a los dos primeros tercios del repartimiento hecho,
pasará tropa inmediatamente a exigirlas y a ejecutar en Vds mismos las penas a
las que se hayan hecho acreedores.
Dios guarde a Vds muchos años. Zamora 29 de
Abril de 1811.
El Yntendente interino Ramón Padilla
Todavía es
necesaria un ultimátum más directo para que los alcaldes hagan cumplir la orden
de traslado de los granos a Zamora:
Señores Alcaldes de Villafáfila
De 24 horas
Hará V saber a la Justicia de Villafáfila
que en el término perentorio de 24 oras se presente ante mí uno de sus alcaldes
bajo la multa de 200 ducados y de ser conducida presa con auxilio de la tropa.
D.g.a.V.m.a.
Zamora a 3 de Mayo de 1811, el Yntendente
interino.
Ramón de Padilla.
Por otro
testimonio del escribano Vitacarros de 1816 nos podemos hacer una idea de las
presiones que sufrían los vecinos de Villafáfila para hacer frente a las
requisitorias de las autoridades civiles de Zamora puestas por los franceses,
que no cesaban de demandar contribuciones en dinero y en grano, para atender a
la vez las necesidades de manutención de las tropas tanto de paso por la villa
como las establecidas en Benavente y Castrogonzalo, y no enfrentarse a los guerrilleros
y ejército español, que operaba en la margen derecha del Esla a pocos
kilómetros de la villa y visitaban muchas noches el pueblo, contando con la
colaboración de sus vecinos (A.R.Ch.V.
Pleitos Civiles Lapuerta olv. 2006-3):
“En 1811 un oficio de García Patón y del
Intendente reclamando los granos de S.E. a lo que se siguió la sorpresa que
hizo con su tropa D. Francisco Nápoli, de orden del teniente coronel de línea
de Toro, don Fulano Acha, que se hallaba en el cuartel de Carbajales, con
objeto de que esta justicia le aprontase los 10.000 reales que había cobrado
para los franceses y tenía que remitir a la capital; y como no pudo verificarlo
llevó en renes al Alcalde Tejedor, a Onésimo del Pozo y a Ambrosio Ximénez , a
éste por encargado de la panera de S.E., cuyo acontecimiento se representó a
dicho Yntendente González y se ofició a Patón con fecha del 12 y 14 de marzo.
El 20 de marzo se presentó en esta villa a
las 11 de la mañana una partida de 50 hombres de Ynfantería Francesa comandada
desde el Cuartel General de Benavente de orden del General de División Conde
Serás, a virtud de otra de General Gobernador del sesto distrito, a informarse
del estado actual y anterior que podían tener el gran almacén de granos de la
corona o Nacionales que se habían secuestrado por la casa de S.E.. y se
suponían vendido a los vrigantes, cuyo reconocimiento
se practicó haciendo cargo de su salida y existencia, así a la Justicia como al dicho
Ximénez en concepto de encargado, manifestando el mismo haberlo preso y
conducido a Carbajales por haber vendido algunos granos de los que había en la
panera de S.E. hasta que dio satisfación del valor de 116 fanegas de cebada,
recogiéndose dicho comandante de franceses el seguro de 170 f de tº que se hallaba
existente.
Todo
lo qual está copiado en el Libro de Órdenes de los años 10 y 11 que reserva el
que declara (Vitacarros) en su archivo en el que también se halla
otro oficio del intendente interino don Ramón Padilla de 31 de marzo por el que
manda a la justicia que con toda prontitud se remitiese a los Almacenes de
Probisión de la Capital
los granos que existiesen en la casa secuestrada de S.E.”
En el año 1811, ante tantas demandas de trigo,
se habían trasladado los granos de la panera del duque a la de Onésimo del
Pozo, para más seguridad ante las informaciones de la posibilidad de llegada de
los guerrilleros, no obstante lo cual éstos se presentaron en el pueblo y
procedieron a su incautación:
“de una y otra especie fue sacado y estraído
por Tropa de Guerrilla y observación del Esla, bajo cuyo pretesto y el de ser
frutos de Napoleón, la executaron en medio de haberle reserbado de la mano de
estos y de los franceses, algunas porciones indibiduos y vecinos celosos a su
instancia, y noticiosos de bajar a extraerlo totalmente”
No sabemos de
los enfrentamientos que tendrían lugar entre las tropas francesas y la
guerrilla que operaban en las inmediaciones del Esla, a la altura de Quintos
pero alguno debió de haber, así como refriegas con las tropas irregulares
españolas de don Tomás García Vicente, que tuvieron un encuentro en Manganeses
con los franceses en octubre de 1810
. En 1811 se anota la partida de defunción de un
oficial francés y se hace mención a la orden del coronel de asistencia
obligatoria a su entierro:
“En veintidós
de agosto del presente año falleció el oficial francés D. Juan Bautista
Vigieu natural de Perigueux, Dordoña, nacido el 12-VII-1787, del 2º regimiento
de Valligeros de la
Guardia Imperial, asistieron a su entierro 8 sacerdotes y los
pudientes del pueblo, pues así lo mandó el Señor Coronel”
Durante el
año 1812 se va vislumbrando el final de la ocupación francesa, pero es el año
de mayores sufrimientos para una población exhausta por las calamidades de la
guerra y las malas cosechas. La mortalidad, tanto por el hambre, de la que hay
abundantes testimonios como a consecuencia de acciones bélicas es la más alta
del periodo de la guerra. En los libros de difuntos figuran diversas partidas:
“...
Ambrosio Riesco de 12 años, murió en el campo, sin ser visto
Miguel
Rodriguez, de Villaveza, hallado muerto en el campo, 5 hijos
Pascual
Fernández, de Riego, 16 años, hallado muerto en el campo se encontró con la camisa, los calzones y
medias rotos.
Una mujer
hallada muerta, no se sabe si gallega o portuguesa
Domingo
Durantes de Villafáfila, se enterró en el oratorio de Salinas pues se halló el
cadáver en aquel territorio...”
Varios
testimonios recogidos en diversas fuentes nos dan una idea de la quiebra y
extenuación a la que habían llegado los pueblos, tanto la villa de Villafáfila
como el cercano Otero de Sariegos o el monasterio de Moreruela.
Durante ese
año el repliegue de las tropas de Portugal trajo como consecuencia que el
tránsito de las mismas por Villafáfila fuera continuo, así ya en abril era muy
crecido el número de soldados: “hallándose
lleno el pueblo de tropas”; el 20 de mayo anota el escribano en uno de los
pleitos movidos en su oficio el trasiego de las tropas napoleónicas (A.H.P.Za.
Notariales C.11762):
“supuesto que las ocupaciones de la guerra
continua, estancamiento y paso de tropas imperiales, no permite al juzgado y
sus curiales la menor libertad para las actuaciones de sus negocios..”
y nos ofrece un
testimonio directo de las desgracias que soportaban los vecinos como
consecuencia de la guerra y del hambre, así como de actitudes compasivas de
algunos de los soldados:
“para la conservación de los bienes según
las circunstancias del tiempo presente en que todo está expuesto al asalto y la
invasión, así respecto de la dicha guerra, cuanto por la miseria y necesidad
que rodea el país, viéndose ya con harto dolor morir las gentes por las
calles, asediadas de la necesidad, que hasta los enemigos piadosos manifiestan
compasión y ofrecen y dan limosna a las puertas de su alojamiento de las sobras
que tienen de sus raciones, a pesar de ver los patronos angustiados con su
familia en tal estado, y cuando la Divina Providencia
del Señor se digne enviar la paz, se continuará este juicio.”
Otros
testimonios coinciden en la afluencia de tropa francesa en los últimos meses de
ese año en su retirada (A.R.Ch.V.
Pleitos Civiles Lapuerta olv. 2006-3):
“en nobiembre o diciembre del año de 12 permaneció
por beinte y tantos días la artillería de a caballo que había bajado de
Portugal”
Y para abundar en los testimonios de las desdichas
que tuvieron que soportar los vecinos tenemos una reseña en el codicilo
realizado en marzo de 1813 como adicción al testamento otorgado ante notario en
1810 por don Bernardo Costilla, que era seguramente el mayor hacendado de la villa,
poseedor del mayorazgo de los Costilla (A.H.P.Za. Notariales C.11762):
“Declaro
que muchas de las alhajas declaradas en mi testamento no subsisten por causa de
la presente guerra, por haberse robado muchas de ellas y otras haberlas gastado
en las grandes aflicciones y pago de contribuciones”
Además rebaja
el número de misas aplicadas por su alma de 1000 a 750 por la
disminución de sus caudales y declara a sus herederos:
“Que de la tierra grande que tengo en la Lomba, que la parte la Senda de la Horca, se saque de ella 5
cargas de tierra para la villa y sus arbitrios, con la condición que abonen a
mis herederos el importe de 100 cántaros de vino que el año de 9 me sacó la
justicia para llevar raciones a Benavente y no me han abonado nada por ellos”
Si la
situación de los pueblos grandes era lastimosa, en las pequeñas poblaciones,
donde estaban más indefensos los vecinos ante la falta de alimentos como ante
los abusos de todo tipo, tanto de los franceses como de guerrilleros y bandidos
españoles, se podría calificar de trágica y sirva el sentido testimonio que el
cura de Otero anota en el Libro de Fábrica de su iglesia:
<< Ad perpetuam rei
memoriam : anno 1811 & 12 <<
En el agosto de mill
ochocientos y once fue tan estéril generalmente la cosecha que llegó a cojerse
poco más que la sembradura.
Llegábase a esta otra
miseria tan grande o maior: a saber, la guerra que interiormente nos hacían los
franceses, que después de asolarnos en llevar las haciendas y caudales de todos
e interceptar los comercios, recojieron con varios pretextos los pocos granos
que había y los almacenaban en las ciudades y pueblos grandes, y hacían después
hacer mantener sus tropas a los pueblos. Así llamaron con grande apresuración
sobre este miserable Reino al hambre, de modo que llegó a valer la fanega de
trigo a quatrocientos cinqtª reales y el pan cocido a 16, 20 y 24 rrl. las
cuatro libras, y así respective al centeno y cebada. Este centeno y pan de
cebada eran azucarillos aun para los ricos y poderosos, pues estos estaban mas
pobres en su modo que los mismos pobres, porque eran más perseguidos y
saqueados.
De aquí y de la grande
anarquía que suscitaron estos hambres, se levantaron innumerables quadrillas de
ladrones, unas compuestas de soldados españoles dispersos, otras de desertores
y otras de los pueblos, que, sin el menor rubor y muchos sin muy lexítima
necesidad, se hecharon universalmente a robar las haciendas del campo y las de
las casas con pésimos e inicuos tratamientos y muertes de sus dueños. Era pues
tanta la miseria e infelicidad que aún, hasta muchos de aquellos que por oficio
estaban obligados a defender la patria y la Religión con sus armas, convertían su autoridad y
poder en enriquecerse a sí y a los suios.
De aquí muchos
pobres muertos por los caminos y pueblos, unos de hambre, otros a yerro.
La historia y papeles
públicos darán más puntual noticia de esta infeliz catástrofe, basta lo dicho
para formar una confusa idea de tan terrible acontecimiento.
No obstante, es digno de advertir que, sin embargo
que estos grandes y generales trabajos nos provenían de nuestras culpas, no
obstante, los hombres cada día se veían más osados, más pervicaces, de más dura
cerviz, más soberbios, más blasfemos y más luxuriosos.
Pero las entrañas
piadosísimas del Señor, por respeto de aquella semilla bendita que ha dejado en
Israel para la conservación de su iglesia, proveió de una abundantísima cosecha
al mundo en el Agosto de 812. Sea Bendito para siempre. Amén.
Otro ejemplo
de la desolación imperante es la situación de desamparo en que quedaron los
edificios monacales de Moreruela, antaño esplendorosos, que trajo como
consecuencia el expolio del mismo por parte de los vecinos de la comarca como
deja reflejado el testimonio del escribano de Villafáfila de 1812
(A.D.Za.Villafáfila. Libro de Fábrica de San Martín):
“Testimonio de las
alajas que se han traído del Monasterio de Moreruela para esta iglesia y su
estado.
Yo el infrascrito escribano del número y
ayuntamiento de esta villa y su jurisdicción y notario apostólico de la
diócesis de Astorga, certifico que siendo notoria la supresión del monasterio
de Santa María de Moreruela de la horden de San Bernardo, según las nobísimas
disposiciones del actual gobierno, lo es también el habandono en que se halla
hace mucho tiempo.
Reconocido ocularmente el día mismo de
ceniza a solicitud de don Bernardo Matheos, párroco de San Pedro desta dicha
villa, y en especial su iglesia y templo tan recomendado y brillante quando lo
ocuparon los monjes antiguos y los desalojados, con cuyo motivo, sin puertas
principales ni acesorias, las gentes de los pueblos inmediatos han hecho y
hacen un verdadero saqueo y extración.
Y los
sacerdotes y párrocos celosos del culto dibino, por no ber más y más profanado
dicho templo, sus altares y sagrarios, han reflexionado entre sí recoger en sus
yglesias en calidad de depósito, los que han hallado, siendo entre éstos el
actual vicario de San Martín desta villa, fray Juan Trabadillo, que a expensas
de los feligreses y mayordomo de fábrica han conducido y colocado en ésta de
sus cargo los efectos y alajas siguientes:
El altar de San Bernardo sobredorado
colocado en el altar mayor desta iglesia, uno de los colaterales donde se halla
Santiago, sin colocar.
Otro colateral también dorado de San Froylán
para poner él Nuestra Señora del Carmen.
Unos canceles que estaban a la puerta del
Parral. Quatro frontales dorados, un atril.
Todo lo qual lo ha traído en calidad de
depósito a favor y honor de su iglesia y de la futura suerte que le pueda caber
al nominado Monasterio y su Religión, bajo la qual conformidad la firmé y yo lo
firmo y signo a 10 de marzo de 1812.
Felipe de Vitacarros.”
También en el
libro de cuentas de la parroquia de Santa María de Villafáfila en el año 1812
se anotan 200 reales de gasto por la comida dada a los feligreses que en los
días festivos iban con carros de bueyes a traer despojos del monasterio de
Moreruela con destino a esta iglesia, por lo que es e suponer que muchas otras
piezas pertenecientes al monasterio llegaran a esta villa cercana, algunas de las
cuales todavía permanecen en ella
A últimos de
agosto de 1812 era evacuada por los franceses la ciudad de Zamora, a donde
volvieron en noviembre de ese mismo año y permanecieron hasta el 31 de mayo de
1813 (Gras 1909: 246, 248), Benavente siguió los mismos pasos y las tropas
aliadas desde Alcañices por Tábara pasaron a Benavente el mismo 31 de mayo y
apresaron cuatrocientos dragones en Castrogonzalo
reiterado por el testimonio de Fernández
Brime (http://www.1808-1814.org/colabora/benaven.html).
A finales de
septiembre de 1812 ya debía estar Villafáfila momentáneamente libre de la
ocupación francesa pues los dependientes de la Real Fábrica de
Salitres proceden a hacer un inventario
general de sus edificios y enseres por orden del Intendente de Zamora (A.H.P.Za.
Desamortización C.187).
Pero en los meses siguientes son numerosos los
soldados que pasan y se alojan en la villa cuando proceden a su retirada de
Portugal:
“en nobiembre o diciembre del año de 12 permaneció
por beinte y tantos días la artillería de a caballo que había bajado de
Portugal”
dejando libre el pueblo en mayo
de 1813 según el testimonio de Segundo Trabadillo anteriormente citado
.
Libres de la ocupación se
procede a hacer reparaciones de algunos de los estragos causados por los invasores,
así en el Libro de Fábrica de la parroquia de San Salvador correspondiente al
año 1813 figura una partida en la data para:
“tapar cuatro o cinco agujeros
que tenía la pared del frontis de la iglesia... de asentar el marco de la
ventana que destruyeron los franceses.”
Ya ese mismo
año se reanuda la correspondencia entre el gobierno de Cádiz y el Intendente de
Zamora a propósito del funcionamiento de la Real Fábrica de
Salitres, reclamándose desde la Dirección General de Rentas que se proceda a su
venta o arrendamiento, por no ser rentable, y reclamándose por parte del administrador y dependientes de la misma
que se les socorra con sus sueldos por lo dificultoso de su mantenimiento.
En una carta
de mayo de 1814 que remite el escribano de la villa Felipe de Vitacarros,
informando de la situación de la fábrica
al gobierno se da noticia del estado de la fábrica, de las destrucción
de los montes durante la guerra y de la eficaz gestión de los dependientes de
la misma, evitando su incendio o destrucción por los franceses (A.H.P.Za.
Desamortización C. 187):
“La Fábrica de
Salitres de la villa desde la
Rebolución a paralizado, de cuios echos no puede inorar esa
Contaduría y Caballero Intendente, como que su Administrador y dependientes han
repetido sus quejas... tiene efectos y muebles de mucho interés que están sin
uso desde aquel entonces,
... el miserable estado en que han quedado los
montes es el obstáculo ... para que no pueda propagar la advertida Fábrica
...que su
Administrador y subaltenos se han conservado pasando mil miserias en manos del
enemigo, y principalmente dicho Administrador bibiendo en la misma Fábrica ha
podido conseguir la conservación de dichos utensilios y que no se aya
desmontado y quemado el casco y todo ello, al modo que lo hemos experimentado
en casas particulares desamparadas”
Aunque por el
inventario de 1812 se deja entrever que la fabricación no se había detenido
totalmente durante los meses anteriores, pues se inventarían diversas
cantidades:
“trescientas
diez arrobas y diez libras de salitre labrado en esta fábrica que se entregaron
para afinar y por estar aun cristalizando no se puede pesar”
Al acabar la
guerra y después del breve periodo en el que estuvo vigente la Constitución de 1812,
los estamentos privilegiados pretendieron seguir manteniendo la situación de
1808. Así las familias que disfrutaban de hidalguía (Calzada, Costilla, Díaz,
de León y Orduña) reclaman en Real
Chancillería el mantenimiento de sus privilegios ( A. R. Ch. V. Hijosdalgo C.
1693-2):
“hallándose
en la quieta y pacífica posesión de su hidalguía , recibidos y reconocidos como
tales por el concejo de la dicha villa donde están establecidos la mitad de los
oficios que reacaen en mis partes ... la
justicia della, queriendo hacer durar todavía el trastorno y desorden que trajo
consigo la pasada guerra y el vicioso sistema de la abolida Constitución, ...
continúan abusivamente y prescindiendo de lo establecido en las leyes y órdenes
de nuestro soberano imponiendo a sus partes bagajes y alojamientos del propio modo
que si no hubiera más que un estado... siguiendo la rotura y libertad que
motivó la guerra pasada de hacer contribuir con bagajes y alojamientos a los
miembros privilegiados y sacerdotes” solicitando una Real Provisión para
que se guarden sus exenciones.
Lo mismo
ocurre con el señor de la villa, el Duque del Infantado, y sus administradores,
que proceden a la reclamación a los vecinos de Villafáfila de diversas rentas
que habían dejado de pagarle correspondientes a los años de ocupación francesa (A.R.Ch.V. Pleitos Civiles Lapuerta olv.
2006-3).
Cuando ya no
hay peligro, el 4 de septiembre de 1813, Francisco García Patón, administrador
del duque en Zamora, manifiesta su intención de acudir a Villafáfila a intentar
recaudar las rentas y los atrasos. “Voy a Vilafáfila a el cobro de las
Rentas corrientes y atrasadas, y espero me diga V.M. si he de conservarlas o
venderlas, para evitar gastos de su conducción, si es que allí se
proporcionasen compradores” Pero los de Villafáfila se resisten a abonarle los
atrasos. El 9 de octubre escribe: He estado en Villafáfila en la cobranza de
rentas de nro año, que en quanto a granos de rentas ha sido decente, aunque
mala su calidad por lo correspondiente al trigo, por hallarse muy moxado, y
tenerlo que poner al sol, los diezmos han sido menos que los del año anterior,
de los que deducidos el nuebo nobeno y el treinta por ciento para las tropas,
ha venido quedando como una mitad; de alcabalas, mrs de fueros y demás, es
impracticable la cobranza, a no ser que vaya un batallón de tropas, porque las
Xtªs no peden hazer vida de sus vecinos”. Ya había iniciado acciones
legales contra los de Tábara, y estaba esperando a saber en nuevo organigrama
judicial resultante de las leyes promulgadas en Cádiz, y a qué partido judicial
quedaría adscrita Villafáfila, para empezar la reclamación, ante el juez de Primera
Instancia (Osuna CT, 195 doc. 132-43).
Les reclama
tanto el dinero como el grano, en concreto: 15.212 reales de alcabalas de los
años 1804, y de 1808-1814; 2.274 reales y 12 mrs de mesa maestral y 1.045
reales de martiniegas. Asimismo les requiere la entrega de 435 fanegas, 3
celemines y dos cuartillos de trigo, 233 fanegas y 11 celemines de cebada y 14
fanegas de centeno que había en sus paneras y fueron extraídas durante esos
años.
En agosto de
1815 la justicia le pide una demora en la cobranza de la deuda a Su Excelencia
el Duque por:
“la suma
decadencia en que la dejó la destructora guerra como que en toda su serie de
años se mantubieron los enemigos un destacamento en este pueblo, y su continuo
paso por la localidad que tiene para cruzar las tropas desde León, Astorga y
Benavente a Toro y Zamora, asegurando la correspondencia de los exércitos”
El
administrador García Patón desde Zamora informa al Duque de la mala disposición
de los de Villafáfila y realiza tres acusaciones:
La primera
hace referencia a la destrucción de la casa-palacio mediante su uso como
cuartel por las tropas napoleónicas, y el desmantelamiento de enseres y maderas
por parte de los vecinos aprovechando este periodo de crisis:
“estos que
se dicen humildes vasallos han sido los más ingratos que sin respeto a los
beneficios que han recibido desde el año pasado de 1543 hasta el cinco de enero
de 1809 con los que han mirado con el mayor desprecio derechos y regalías de
S.E. haciendo cuartel de su casa palacio sin respeto de tenerla amueblada con
camas y demás propios usos que perora la mayor parte, las paneras haciendo
sacar sus granos, sirviendo estas para
los caballos durante la
Guerra. Por último no quedan más que dos puertas y media
quemando todas las demás, y las ventanas arrancando las rejas y balcones de
yerro como también demoliendo la cocina hasta los cimientos llevándose las
maderas della, y la de dos pisos enteros y lo mismo la de los cielos rasos de
tres divisiones sacando aún los cargaderos de las paredes maestras de las divisiones
interiores sirviendo dicho palacio en los tiempos que no había franceses de
corral para encerrar toda clase de ganados que prendaban los guardas del
concejo hasta que pagaban la pena, y dicho palacio de juego de pelota, que no
pude contenerlos sin embargo de los oficios que les pasé, saltando corrales y
demoliendo los tejados para subir por las pelotas y cojer nidos de toda clase
de pájaros, y me obligó a tapiar puertas y ventanas con otros gastos...
...no querer que quedase memoria de que en
algún tiempo hubiese sido su señor y por lo tanto se decidieron, y puede
decirse que a pasos acelerados, fueron a verificar el derrote y ruina del
Palacio, de cuyos fragmentos se aprovecharon....
Los vecinos
se defienden de las acusaciones y alegan que:
“La casa
de S.E no fue ocupada para la clase de cuartel y sí de principal para la
guardia de los franceses por disposición de sus comandantes, así quando estaban
de guarnición en ésta, como cuando sus divisiones marchaban y contramarchaban por este crucero y ruta
general que hicieron cuando bajaban de León Astorga y Benavente para Toro
Salamanca y Zamora , si sólo que en dos remisiones o más de prisioneros que
hicieron en Asturias y el Bierzo los tuvieron en la misma casa por su seguridad
y comodidad, en el qual tiempo por retirarse y fugarse diferentes prisioneros
padecieron perjuicio los cielos rasos y tabiques de la dicha casa y otra veces
ocupaban con los renes y justicia así de este pueblo como las de su cantón, y
que en las paneras, después de desalojadas de grano hicieron quadra y en la del
Pósito Real de esta villa al paso de la división de Dragones y demás caballería
y que permanencia de su destacamento por estar una y otra en la Plaza Pública, ... y
si la Xª y vecinos
se hubiesen olvidado de su respeto y celo se hubiese quemado diferentes veces
pues anochecían y no amanecían en ellas, dejando las hogueras puestas en el
patio y demás partes ocupadas, y al momento que se sabía su ausencia y otras
veces que se estaba de observación se pasaba, como lo hizo este testigo, a
reconocer la casa y apagar el fuego que en ella encontraban”,
y relatan el lamentable estado en
que dejaron los franceses otros edificios y casas particulares de la villa:
“también
en aquella villa se encuentran otros edificios en el mismo estado que el
Palacio, y los dueños estando presentes consintieron en verles demoler, no
siéndoles posible resistir a la fuerza y orgullo de los enemigos, que no
perdiendo nada, todo lo hacían igual, fuese el dueño uno u otro, estubiese
presente o ausente.
...Y que
de todo hizo presa, quando con el continuo paso de todo género de tropas que la
atravesaron con dirección a varios puntos
... siendo así que todos estos edificios y otros
fueron enteramente destruidos por los enemigos, como igualmente se observa en
todos los puntos de corta o grande población sin que el vecindario hubiese
intervenido en nada ...
Ciertamente existen otros testimonios de
destrucciones, como la de la pared de la panera del Pósito Real, que mencioné
anteriormente o las reparaciones que figuran en el Libro de Fábrica de San
Salvador “ de asentar el marco de la ventana que destruyeron los
franceses... de tapar cuatro o cinco agujeros que tenía la pared del frontis de
la iglesia”
La segunda acusación del administrador es la de
requisa de los cereales de la panera que el duque tenía en la villa, y su
procurador aduce el despotismo y la violencia con que los vecinos de
Villafáfila procedieron a extraer los granos de las paneras del Sr. Duque para
cubrir los pedidos de raciones que se les hacían cubriendo sus
responsabilidades con lo que había en esas paneras sin tener que contribuir con
los propios de la villa o de los particulares:
... que
haciendo pedidos de granos a la villa y otros pueblos ellos mismos recurrían a
la autoridad que entendían competente a manifestar que no había otros de que
poder hacer efectivo el pedido que los pertenecientes al Sr. Duque ...
Sin embargo
según manifiestan los de Villafáfila el secuestro de los granos de las paneras
del duque fue por mandamiento de las autoridades francesas, no sólo con el
objetivo de facilitarse un abastecimiento, sino con el propósito se represaliar
a los Grandes de España que no habían querido colaborar con el nuevo régimen:
“El estado
del Duque fue secuestrado ... aquella determinación del Yntruso que no otro fin
llebaba que debastar los intereses de los más principales para atraerlos sin
duda de este modo a sus iniquas ideas...
...Disposiciones del gobierno intruso especialmente
el Decreto que llaman de 9 de enero de ochocientos once para el pago de la
única contribución permitiendo que los pueblos usasen de todos sus propios,
Arbitrios, Vienes Nacionales y todo lo demás de qualesquiera denominación que
fuesen, y también el las órdenes espedidas por el Exmo Sr. Cuesta y Junta de Armamento
Probincial de Zamora, dirigidas a la de esta villa que con el objeto de
concurrir a salbar la Patria
y ofender al enemigo facultaba en iguales términos .
...No la
villa, y sí los encargados particulares de los franceses, disponían a su
arbitrio y voluntad de las rentas de aquellos estados, ...
...De la deuda de granos que se supone, malamente
haberse tomado por la fuerza de parte de la Justicia y Ayuntamiento de los años que señala
... puede decirse que la biolencia y exsacción fue de parte del Gobierno
intruso a pretesto de ser una de las nuebe casas reserbadas, así por buena
parte la de este Estado del mismo Exmo, y que por los intendentes de la capital
por repetidos oficios fueron reclamados u exigidos los granos e igualmente por
otras órdenes de algunos Gefes Militares a vista, ciencia y paciencia del
citado Administrador,...
Aducen la
dificultad de poder ocultar a los franceses la existencia de tales recursos
almacenados en la villa debido a la cooperación e información de que disponían
de los colaboracionistas españoles:
“La fuerza
enemiga a que no podía menos de sucumbirse, mayormente estando protejida del
carácter astuto de algunos españoles que se veían colocados por los mismos
enemigos en puestos muy abanzados”
Además alegan que parte de los granos fueron
extraídos por los guerrilleros y tropas españolas para evitar que cayeran en
manos de los franceses:
“a la diferencia de ser una mitad menos en la
partida del trigo a no ser que dicho Administrador quiera cargar al Pueblo lo
que de una y otra especie fue sacado y estraído por Tropa de Guerrilla y
observación del Esla, bajo cuyo pretesto, y el de ser frutos de Napoleón, la
executaron en medio de haberle reserbado de la mano de estos y de los
franceses, algunas porciones indibiduos y vecinos celosos a su instancia y
noticiosos de bajar a extraerlo totalmente”
Por último
los representantes del Duque del Infantado, que a la sazón desempeña el cargo
de Presidente del Real y Supremo Consejo de Castilla, reprochan a los de
Villafáfila que han sufrido menos que otros pueblos los desastres de la
ocupación, con el objeto de convencer al alto tribunal de la perfidia de los
vecinos :
“la guerra pudo muy bien en otros pueblos
comprometer y apurar a sus vecinos pero en la villa de Villafáfila puede
decirse que no sintieron estos males porque siempre tubieron existencias del
señor Duque con que cubrir cuanto se pedía al vecindario”,
reprochándoles que muchos
vecinos, con los que la villa contrajo deudas para las contribuciones o
provisiones de las tropas francesas, habían sido resarcidos mediante la entrega
de terrenos comunales.
A todos estos
argumentos responde el procurador de Villafáfila con testimonios de los
vecinos:
“... Según
los documentos que conserva el declarante [el escribano] considera ageno
de berdad que en los lugares del Cantón de esta villa en aquel entonces de la
guerra sufriesen todo el suministro echo de Probisiones y Utensilios a los
destacamentos que estubieron de guarnición...
...es una
de las que más ha padecido, que sus vecinos aún no se han restablecido de los
daños sufridos” .
Y no sólo no habían
recibido beneficio de las paneras del señor, sino que su existencia en la villa
les había traído inconvenientes:
“Los perjuicios que los mismos vecinos de
Villafáfila experimentaron de que en la misma villa existiesen los granos
pertenecientes al Sr Duque porque de no ser así no tendrían necesidad de
disponer para la conducción sus caballerías y costales, perdiendo jornales y
algunos de estos efectos, con exposición conocida de sus personas”.
Insisten
en las excesivas contribuciones a las que les sometían los franceses y al
dinero que se veían obligados a entregar a los guerrilleros, sin que al duque
se le hubiera pedido nunca contribución alguna para estos menesteres:
“y últimamente el Pueblo a respondido de todas las
contribuciones vecinales y territoriales en sumas tan crecidas que se hicieron
insoportables al tránsito del enemigo y aún de los Guerrillos y tropas
Nacionales, sacando arbitrariamente sumas de dinero, particularizando a su modo
Hacendados y Curas, y sin contar en todo ello con la casa de Su Excª la que
asta aora en toda la serie de años de un buen aquerdo no a contribuido como
debiera con contribución alguna pues, sin embargo de que en los años de diez,
once, doce y trece se le repartieron a queja de los vecinos de ocho a nueve mil
reales que juzgaron los repartidores amillaradores todabía no se le a exigido
un maravedí”
Niegan los de la
villa que hubieran recibido a cambio de las contribuciones terrenos comunales,
salvo en casos de empréstitos que se vio obligado a tomar el ayuntamiento
cuando las exigencias de los franceses hacían perentoria alguna contribución:
“para dar
cumplimiento a las tropas francesas así de raciones como de otros pedidos, lo
mismo que para las tropas españolas.....Tiene por incierto que a la
mayor parte de los vecinos se les haya pagado en terrenos comunes sus
contribuciones, si sólo que a cuenta de suministros de carnes, granos o de
dinero en los años de 12 y 13, siendo ya la imposibilidad tanta para poder
cumplir y exigirlos, fue preciso tomar la justicia y ayuntamiento el medio de
adjudicar a dichos vecinos dichos terrenos y lo propio en las opresiones y
apuros de los demás años”,
porque en caso de no hacer
efectivos en poco tiempo los requerimientos apresaban a los alcaldes y a los
ricos:
“y
habiendo quales quiera falta (de suministros) luego arrestaban a la Xª y otros particulares en concepto de
hacendados”.
Y
además de contribuir al mantenimiento de las tropas debían alojar en sus
propias casas a los jefes y soldados:
“y lo mismo que hubiese estado aquartelada la tropa
de la casa de S.E. pues siempre fue alojada en las casas, así la infantería
como la caballería y solamente ocuparon las paneras quando tenían la gran
guardia de alternación, principalmente quando en nobiembre o diciembre del año
de 12 permaneció por beinte y tantos días la artillería de a caballo que había
bajado de Portugal, y otras veces quando benían partidas sueltas con pliegos de
correspondencia o a conseguir raciones o a dar apremios sobre su conducción que
no pernoctaban, dándole dicho destino sus comandantes y los que había en esta
plaza que comúnmente estaban alojados al frente”.
En agosto de
1815 se había llegado entre el ayuntamiento y el duque a un acuerdo para
rebajar en una tercera parte la deuda total, con la condición que fuera pagada
antes de agosto de 1816:
“poderosos motivos tenía el Sr. Duque del
Ynfantado en vista de lo informado por su Administrador para no dispensar
gracia alguna a los vecinos de Villafáfila, más sin embargo convino en hacerles
una rebaja de la tercera parte de todos los granos que le adeudaban”
Pero los
vecinos no estaban conformes con este acuerdo en vista, entre otras
circunstancias, del indulto que había otorgado el rey de los atrasos de las
deudas a la Hacienda
Pública según el Real
Decreto de 9 de julio del 1816 para que no se reclamen los atrasos de los
tributos:
“nuestro Augusto Soberano en consideración
a que en los recordados años que dominó el enemigo fueron escesibas las contribuciones
exigidas a la Nación,
se dignó por parte de la
Real Hacienda indultar a sus amados Vasallos del pagamento de
las contribuciones así también lo hizo estensibo respecto de los señores de
dichas alcabalas quienes parecen no imitan un exemplo tan digno y concorde a
los sentimientos de la nación” .
La sentencia dada
el 26-04-1817 obligaba a la paga de lo que le adeudaban al duque pero parece
que fue favorable a los de Villafáfila en cuanto a la paga de lo consumido
durante los años de ocupación:
“Sobre eso harán la cuenta de lo que deben del año 4 y desde 1º de julio
del 14”
Conclusión
Las consecuencias de la Guerra de la Independencia en los
pequeños pueblos de Castilla, si tenemos en cuenta el ejemplo de Villafáfila
fueron de dos tipos.
Desde un punto de vista
económico se produjo un agotamiento de los recursos de los vecinos debido a las
excesivas contribuciones en dinero y en granos, que exigieron las autoridades
de ocupación, y a la obligación de mantenimiento sobre el terreno del ejército
invasor. A la vez, tanto los guerrilleros que operaban en la zona, como los
restos del ejército español asentados durante gran parte de este periodo en las
comarcas del otro lado del Esla, hacían incursiones en el pueblo exigiendo
también la entrega de suministros,
alimentos y dinero. Además se produjo la disminución e incluso abandono de los
cultivos en muchas tierras, tanto por los avatares propios de la guerra como
por la escasez de mano de obra, pues muchos jóvenes que se habían alistado en
el ejército, y la tradicional afluencia de segadores gallegos se tuvo que ver
afectada por las propias acciones bélicas.
Esta escasez de alimentos llevó
a un encarecimiento de los de primera necesidad, y a situaciones de hambre y
miseria como no se habían visto desde hacía mucho tiempo, lo que trajo como consecuencia un incremento de la
mortalidad, sobre todo en el año 1812, añadiéndose a esto un crecimiento de las
muertes violentas.
Para empeorar la situación los
franceses provocaron la destrucción de numerosos edificios, aunque no fue tan
generalizada en el caso de Villafáfila como en otros pueblos cercanos como
Castrogonzalo, y la paralización de otras actividades económicas como la
fábrica de salitre, que se resintió también por la destrucción de los montes
cercanos.
En segundo lugar las
transformaciones en el ámbito sociopolítico que se produjeron durante esos años
se dejan traslucir menos de la documentación que he manejado, pero se intuye un
cambio de actitud de los vasallos respecto al señor de la villa, el Duque del
Infantado, que sufre en sus propiedades, sobre todo en el palacio y paneras que
tiene en la villa, los estragos de la propia guerra y la rapiña de algunos
vecinos. Durante los años de ocupación desapareció el vasallaje feudal y el
señorío jurisdiccional, que se restauró en el año1814. Además el régimen de
funcionamiento de los ayuntamientos, con el surgimiento de Juntas, tanto de
Defensa como de Suministros, en las que participaron representantes de los
vecinos al margen de los regidores, dejaron resentidas las prerrogativas que
gozaban los hidalgos de la villa, que acabada la guerra y restaurado el
absolutismo, vuelven a demandarlas por vía judicial.
En la
oposición a la ocupación francesa participaron la mayoría de los vecinos, unos
con alistamiento de sus hijos en el ejército español y otros con funciones de
espionaje y sabotaje, motejando incluso a alguno como José Orduña, un hidalgo,
con el apelativo de “el Tío Guerrillo”, que trasmitió a sus
descendientes, como consecuencia de sus acciones. No he encontrado en la
documentación menciones directas a vecinos colaboracionistas activos de los
franceses.
Los que años
después van a ser los más conspicuos representantes de las facciones políticas
locales, tanto liberales, la familia de los Trabadillo, como realistas o
carlistas, las familias de León y Costilla, fueron activos opositores a los
franceses.
“Le
général Dumoustier fit, sur ma demande, partir : 1° de Villafafilla, 800
voltigeurs du 2° régiment renforcés de 100 lanciers de Berg et commandés par le
major Dehayes pour aider au travail des cantons de Villafafilla, Villalpando et
Valderas ; 2° de Zamora, 800 hommes du 1er voltigeurs, avec 100 lanciers de
Berg, sous les ordres du major Malet, pour les partidos del Pan et del Vino; 3°
de Benavente, 800 voltigeurs du 3* régiment, avec 200 lanciers de Berg, sous le
major Cambronne, pour la partie de la Merindad de Polvorosa qui se trouve sur la rive
gauche de l'Orbigo, la
Merindad de Villamandor et le pays situé entre l'Orbigo et
l'Esla, depuis le confluent de l'Orbigo avec cette dernière rivière jusqu'à
Puente Lavinza, Laguna de Negrillo et Villamor ; 4° de Valencia, une colonne de
800 hommes et as.”;
o
“La bataille de Vitoria: la fin de l'aventure napoléonienne en Espagne” por Jean Sarramon. París 1985: “l'avaient incité
à recommander à Digeon d'observer de près le cours de la rivière et de faire
occuper San Cebrian pour se lier avec Curto à Villafafila”;
o ingleses como la de The Peninsular Journal of
Major-general Sir Benjamin D'Urban ... 1808-1817, escrito por Benjamin D'Urban,
Izac Jozua Rousseau y publicado por Longmans, Green and co., en 1930.