Ejecutoria de hidalguía de los hermanos Álvaro de León y Juan de Villagómez, 1481
Villafáfila había
sido organizada por los reyes leoneses
en el siglo XII como villa real, como otras muchas en la comarca de Tierra de
Campos, sobre la base de una población anterior y el antiguo territorio de
Lampreana. En 1229 fue donada a la Orden de Santiago, ejerciendo el señorío
desde entonces, bien mediante un comendador, bien cediéndolo por concesiones
temporales a diferentes personajes. A mediados del siglo XV fue ocupada por la
familia Pimentel en el contexto de las guerras civiles del reinado de Enrique
IV, y se mantuvo en su poder hasta 1497. Tras un periodo de retorno a la Orden
de Santiago en 1541, el señorío de la villa, con su jurisdicción, rentas y vasallos,
fue vendido por Carlos I a don Bernardino Pimentel, primer marqués de Tábara.
Los hidalgos o hijosdalgo eran un grupo de vecinos privilegiados, que estaban exentos de pagar ciertos
tributos, principalmente el pecho (de ahí el nombre de pecheros con el que se
conocen al resto de los vecinos), como suelen manifestar en los pleitos que
tienen con los concejos en defensa de su hidalguía:“están en posesión de omes fijosdalgo, libres e francos e esentos e no
pechar ni pagar en pechos ningunos reales ny conçejiles ny en pedidos ny en monedas”; suelen tener
otros privilegios de trato y judiciales, pues son el escalón más bajo de la
nobleza, y sus servicios se restringían al ámbito militar.
El origen de estos
caballeros villanos, como también se les conoce en sus orígenes, se remonta a la
Edad Media y fueron surgiendo por diversos procesos:
-por evoluciòn descendente
de ramas secundarias de familias nobles, que formaban parte de la Corte.
-por ascensiòn en la
escala social de antiguos vasallos solariegos de la villas y ciudades,
enriquecidos, y protegidos de nobles o de instituciones eclesiásticas
-por concesiones regias de
la hidalguía por su participación en los conflictos bélicos.
Ejecutoria de hidalguía de Alonso Vara, de 1490
El modo de vida de estos
caballeros solìa ser la milicia, por lo que en los documentos medievales aparecen
citados como "milites”, y la posesiòn de caballo y armas era condiciòn
indispensable para la pertenencia a este grupo social. En la confirmaciòn de un
concierto sobre la cantidad de los diezmos de la sal, firmado por el concejo de
Villafáfila y el obispo de Astorga en 1235, aparecen confirmando quince "milites", y parece que tenían una
posición preeminente en el concejo, pues firman los quince sucesivamente y en
primer lugar:
“Presentibus
ex parte concilii et confirmantibus: Guterio Gundisalui milite, Domno Tamariz
milite, Martino Cidiz milite, Pedro Rupedrez milite, Fernando Johannis milite,
Guterio Johannes milite, Jahanne Martin milite, domno Viviano milite, Garcia
Sancii milite, Domno Juanes de Montamarta milite, domno Duranto milite, domno
Villano milite, Roderico Pelagii milite, Alfonso Petri milite, Garsía Roderici
milite”,
y por delante de los otros miembros del concejo, que rubrican
a continuación. En columna aparte confirman el arcipreste y otros nueve
clérigos locales, como grupo también privilegiado.
Aunque la villa pertenecía
desde unos años antes a la Orden de Santiago, estos caballeros no eran miembros de la misma, sino
vecinos de la villa, pues en Villafàfila nunca hubo convento de la Orden.
Algunos llevan el apelativo de Donno
delante y otros no, y lo mismo ocurre con los otros vecinos confirmantes, tanto
clérigos como seglares, por lo que el tratamiento de don, que posteriormente
servía para distinguir a los hidalgos de los pecheros, parece que en principio sólo
indicaba una respetabilidad social, tal vez derivada de su posición econòmica.
Ejecutoria de hidalguía de Alfonso Álvarez, de Villalba de la Lampreana 1482
(nieto de Pero Álvarez el Luengo, hidalgo de Villafáfila de fines del siglo XIV)
Algunos de los Boni
Homes de la villa, con una holgada situación econòmica, pudieron llegar a mantener
permanentemente caballo y armas y formar parte de los caballeros villanos,
citados en otros lugares, que, aunque puedan obtener sus rentas de la
agricultura y la ganaderìa, sus recursos les alejaban del comùn de los vecinos labradores
que integraban la poblaciòn de las villas (Martínez Sopena P. “La Tierra de
Campos Occidental”.1985). La posesión de caballo y armas era motivo de exención
el algunas villas comarcanas, como la de Villalobos, dependiente del Marqués de
Astorga, pero en el caso de Villafáfila no está documentada esta práctica, a
pesar de figurar en los argumentos del concejo para oponerse a la posesión de
la hidaguía por alguno de los vecinos en el siglo XV, pues parece más bien una
negación genérica:
“los oviesen
dexado de faser pechar e pagar pechos de pecheros o de los prendar por ello, por ser pobres e no tener de que
pechar e pagar o por bevyr con señores o
cavalleros o por yglesia o monasterio que los defendiese o escusase o por ser cavallero armado alguno dellos o tener cavallo e armas al fuero de
León”.
A principios del siglo XVI la obligación de mantener
armas y caballo por cuenta propia era un requerimiento de los visitadores de la
Orden de Santiago a los vecinos ricos de la villa y las aldeas, llamados quantiosos (poseedores de hacienda en
cuantía de al menos 50.000 maravedíes), independientemente de que fueran
hidalgos o pecheros. Las protestas que suscitaron en los afectados pueden ser
explicadas por que la carga económica que esto suponía, no era compensada con
la posibilidad de ascenso social, o podríamos denominar estamental, desde el
estado de buenos hombres pecheros ricos al de hijosdalgo que se había venido
produciendo en la Edad Media por este mecanismo de mantener caballo y armas; o por
no ser una costumbre establecida anteriormente; o porque durante la ocupación
de la villa por los Pimentel durante 30 años los vecinos de su órbita
clientelar, estaban protegidos y paniaguados de estos nobles, que les mantendrían
el caballo y las armas por su cuenta.
Final de la ejecutoria de Juan de Villagómez y Álvaro de León 1481
Así en 1503 en
el libro de visitación se anota que los visitadores:
“mandaron a los alcaldes e
regidores que le diesen memorial con justiçia de las personas que son abonadas
en la dicha villa para tener caballos e armas, y que sean abonados en quantía
de çincuenta mill mrs., así hidalgos como pecheros, que son los siguientes:
hidalgos pecheros
Fernando de
Villacorta Pº Martínez
de San Juan
Pº de Barrio Gonzalo Martínez
Pº González Bernardo
de Caramaçana
Pº Fernández Alonso
Tejado
Juan de Villagómez Diego García
Fernando
Herrero
En Revellinos:
Lope de Távara e Juan Ferrero.
Los dichos
visitadores dieron mandamiento que los susodichos tengan armas e caballos hasta
el día de San Miguel, a punto de guerra, so pena de cada 10.000 mrs. para la cámara
de sus altezas, respondiéronle éstos que la tierra es estéril y no ay pasto
para caballo ni lo podrían sofrir” .
El mandato se vuelve a reiterar en 1515 y se citan a
18 vecinos ricos, en esta ocasión todos ellos pecheros, excluyendo a los
hidalgos de la relación, pues para ellos el tener armas y caballo iba unido al
mantenimiento de su estado:
“se hallaron
los quantiosos siguientes:
Pº de Valle, Juan de Aller, Fco de Villalba, Bartolomé
Manso, Juan Alvarez, Fernando Fernández , Pº Herrero, Pº de Muélledes, Benaldo
de Caramaçana, Alonso Tejado, Juan de Santa Cruz, Alonso de Santa Cruz, Francisco
Martínez, Juan de Castro, Diego del Concejo, Pº García, Juan García y Pº Calvo.
Los visitadores
mandaron a los dichos quantiosos y a cada uno dellos, estando presentes, que,
de aquí hasta San Juan próximo que viene, conpren e tengan las armas e caballos
que son obligados a tener conforme a la ley capitular e so la pena en ella
contenida,
testigos Alonso de Benevente, fraile de la dicha orden y
Gregorio de Villamediana, mayordomo del comendador”
En las aldeas de la tierra hicieron la misma averiguación,
así en Revellinos:
“fallaron los
quantiosos siguientes:
Aloso Bravo, Juan de
Medina, Alonso de Távara el viejo, Pº Gallego, Alonso Martínez el mozo, Alonso
Martínez el viejo, Juan Herrero y Gonzalo García, a los quales les mandaron lo
mismo que a los de Villafáfila”,
Y en San Agustín:
“halló quantioso a
Pº de Antón, le fue mandado lo mismo”
En 1528
esta obligación que la Orden de Santiago imponía a los vecinos ricos era tan
gravosa para éstos, que trataban de buscar la manera de no cumplirla, pues ello
no les eximía de contribuir en los pechos de pecheros, al contrario de lo que seguramente
habría ocurrido en los siglos anteriores:
“entre los quales
había los quantiosos siguientes:
Pº Drago, Diego del
Concejo, Francisco Martínez, Francisco de Caramazana, Juan Rodríguez, Pº
García, Alonso Hdez, Francisco de Muélledes, Hernando Hdez, Juan de Valle, Juan
de Santa Cruz, Alonso de Castro, Juan Alvarez, Juan de Benavente, Bernardo
Gallego, Bernardo de Caramaçana, Alonso Tejado, Alonso de Santa Cruz, Pº Martínez,
Andrés Manso, Tomé de Ledesma, Francisco Aries, Hernán Drago, Juan García y Francisco
de Muélledes.
Por el libro de la
visitación pasada parece que los visitadores mandaron que los dichos quantiosos
que tuviesen armas e caballos dentro de un año como lo manda el establecimiento,
so la pena en él establecida, y los dichos quantiosos no lo tienen ni se les
ejecutó la pena, porque algunos dellos juraron que no les fue notificado el
dicho mandamiento, ni tenían costumbre de tener armas y caballos; y ansimismo
porque juró el escribano Bernardo Hernández que el había estado presente en la
visitación que hicieron en Villalba y no vio que dicho mandamiento se
notificase a los quantiosos ni a persona alguna. Los visitadores mandan que
dentro de 6 meses tengan las dichas armas e caballos como manda la dicha ley
capitular, y mandaron al comendador que pasado el dicho tiempo faga hacer
alarde a los dichos quantiosos como la dicha ley capitular manda y, si no
toviesen armas ni caballos, ejecute en los que no lo toviesen la pena de la
dicha ley, y sy se sintiesen agraviados los dichos quantiosos se presenten ante
vuestra magestad o en el Consejo de las Ordenes a dar razón de porque no deben
tener los dichos caballos e armas para que Vuestra Magestad mande probeer en
ello lo que sea más servido.
Notificación: se
notificó a algunos de los dichos quantiosos por el escribano de la visitación y
también se notificó a Fco Mtz alcalde y a Jº de Bte P. G para que lo notificase
a los dichos quantiosos, so la pena de 3000 mrs. para la cámara de S.M.
Visitación de
S.Agustín tierra de Villafáfila
Hay en el dicho
lugar de S. Agustín 60 vecinos entre los quales se hallaron los quantiosos
siguientes: Alonso de Alba y Pº de Antón, mandoseles lo mismo que a los de la
villa.
En Revellinos hay 60
vecinos y por quantiosos Alonso de Távara, Alonso Bravo, Alonso Martín, Alonso
Ripérez , Juan Bravo, Diego de Távara, Pº Gallego, Pº García, Juan Gallego y
Diego de Távara.
Los vecinos de Villafáfila reclamaron ante el Consejo de
la Orden de Santiago que falló a su favor, como lo reconocen los visitadores de
1538:
"Non mandámosles que
tuviesen armas e caballos por quanto fuimos informados que nunca las tuvieron
aunque los visitadores pasados les mandaron que las tuviesen, fueron sobre ello
al Consejo de las Ordenes y las penas se
sobreseyeron e nunca se los mandaron tener”.
Ejecutoria de Hidalguía de Juan de Encalada 1500
Además de la honra que llevaba aneja la consideración de hidalguía, la exención de tributos era el principal privilegio que defendían los hidalgos en contra la inclusión en los padrones por parte del concejo:
“porque estando en posesión, velcasy posesión, de no pechar ny
contribuir en pechos e trebutos algunos, reales ni conçejiles, ny personales,
syendo enpadronados e sacándoles prendas contra toda razón e justiçia por el
conçejo e justiçia e omes buenos de la villa de Villafáfila”.
A la condición de hidalgo
se accedía por vía de herencia masculina procedente de un antiguo noble que
tuviera “solar conocido”, generalmente en pueblos del entorno de la cordillera
cantábrica, o por privilegio concedido por los reyes en reconocimiento de su
participación en las guerras.
Tenemos noticia de la
investidura como caballero de un Juan Álvarez de Villafáfila en 1330 de la
clientela de Rodrigo Pérez Ponce, “rico-ome”
de la corte de Alfonso XI:
“et don Ruy Pérez Ponce armó diez caballeros, et dioles paños et armas,
et todas las otras cosas que ovieron menester et fueron estos: … Joan Álvarez
de Villafáfila”[1]
En el siglo XV la forma más
habitual de alcanzar la situación de hidalgo y ser eximido del pago de los
pechos era ponerse al servicio de algùn noble de la zona principalmente del Conde
de Benavente y su familia, o del Comendador de Castrotorafe. Asì en
1417 ya el concejo se quejaba a los visitadores del Maestre de esta
situaciòn:
“que en
la dicha villa e su tierra que avía algunos vezinos que heran pecheros e fijos
de pecheros que, por tener harmas e caballo e bibir con señores, que dizen que
deben ser escusados de los pechos de
trebuttos que entre hellos acaescen, lo qual dixeron que nunca fue en la dicha
villa nyn en su tierra... otro si.... dixo que hera verdad que el dicho
comendador que tenya el dicho merino e que lo escusaba de todos los pechos”.
Unos argumentos similares
emplea el concejo para oponerse en 1481a la hidalguía de Alvaro de León y Juan
de Villagómez aduciendo que “si dexaron de pagar, sería por tener
algunos ofiçios o por vivir con algunos caballeros o por ser allegados de persona
poderosa que los defenderían de los dichos pechos e rogaban al conçejo que por
algún tienpo los excusasen”.
En otros pleitos de
principios del XVI concretan en la familia Pimentel esta protección:
"su padre y aguelo fueron criados del conde de Benavente, que era
comendador de Castrotorafe y los escusarìa y escusó de los pechos”,
y en otro caso:
“ lo avía exentado don Pedro Pimentel porque tenía armas e caballo y
hera çirujano”.
Asì conocemos la
vinculaciòn a la familia Pimentel como criados o escuderos de algunos hidalgos
del siglo XV como Fernando de Robles, Ivan de Collantes o Francisco Rodríguez
de la Mezquita que fueron alcaides de la fortaleza de Villafàfila por el conde
o por su hermano; o Martìn de Barrio que era escudero del conde Don Rodrigo
Pimentel. Esta situación siguió provocando las quejas del concejo en 1494 ante
los visitadores de la Orden de Santiago:
“Otrosy fuimos querellados de los pecheros que en aquella villa viven
muchos que se defienden por hidalgos, criados del conde e de don Pedro, los
quales son trenta vesinos e dende arriba e son mui ricos”.
Estos hidalgos
participaban en las campañas militares de estas familias, incluso en sus
querellas particulares, así lo recuerda el arcipreste Fernando Fernández en
1504:
“más de trenta años acá cree este
testigo que vido yr de la dicha Villafáfila algunos escuderos que byvyan con
don Pedro a Alcañyças, a las asonadas que tenyan don Pedro e don Juan Enríquez,
sobre que le quería tomar la tierra el don Juan al don Pedro, deziendo que le pertenesçía
la tierra”.
Ejecutoria de Hidalguía de Blas de Valer 1548
Incluso con la devolución de la villa a
la Orden de Santiago en 1497 siguieron provocando debates con el comendador de
Castrotorafe según relatan los visitadores de la orden en 1499:
“En la dicha
Villafáfila fallamos çiertos debates y alteraçiones entre unos y otros e entre
algunos fidalgos e el comendador”
Estos debates estaban
fomentados por los Pimentel como lo prueba que el conde de Benavente pagara los
gastos de los procesos movidos entre los hidalgos y el comendador:
“A Antonio de Villegas y a Álvaro García,
escribanos, vezinos de la villa de Villafáfila, por carta del conde de fecha a
8 de jullio de 1499 años, que ellos ovieron de aver de los proçesos que por
ante ellos pasaron sobre los pleytos de Martín de Barrio y Pedro de Barrio
trataron con el comendador don Enrique e con los alcaldes de la dicha villa
sobre çiertas querellas que de ellos se dyeron fasta oy dia” .
Por las cuentas del conde
don Rodrigo el años de su fallecimiento, 1499, conocemos los vecinos de Villafáfila que llevaban acostamiento, es decir un salario por servirse de ellos: Francisco de Osorno y Luis
de Barrio con 10000 mrs; Martin de Barrio 8000, Francisco de la Mezquita 6000,
Pedro de Movilla, Alonso de Zamora y Alonso de Béjar 4000; y Pedro Fernández,
Juan de Valle y Bernardo Gallego 3000. Y a otros les descontaba parte de sus tributos, como al mismo Osorno, que le quitaba 5000 mrs de lo debía por su cabaña de hacer sal, o la alcabala de Pedro de Porras, Villacorta o Francisco de Robles.
Si la protección de nobles y poderosos era uno de los mecanismos habituales de obtener el estado privilegiado, otra forma documentada de acceder a la hidalguìa, llamada de privilegio, era la concesiòn real por acudir a la guerra cuando eran solicitados, y servir al rey, a costa propia, con caballo y armas cuando los tenìan, y a pie cuando no. Conocemos el caso de Juan del Prado, un vecino de Villafàfila, que recibiò la carta de hidalguìa de privilegio con las mismas prerrogativas que los hidalgos de solar conocido, para él y para sus sucesores, por parte de Enrique IV en 1465, por acudir con su caballo al servicio del rey cuando lo requiriò y pagar cierta cantidad de dineros a los contadores mayores del reino. Posiblemente acudirìan otros vecinos ricos de Villafàfila y de otros pueblos cercanos como el hermano del anterior Pero Alonso del Prado, pues el capitán de la tal gente, que acudiò al llamamiento del rey, al real de la villa de Simancas, era Pedro de Porras, un hidalgo vecino de Villafàfila. Este mecanismo debió de ser habitual en la Edad Media, pero el rey Enrique IV, en su azaroso reinado lo debió de utilizar frecuentemente, y años más tarde, presionado por los nobles, revocò estos privilegios en las cortes de Ocaña y de Santa Marìa de Nieva.
Los Reyes Catòlicos, a
peticiòn de los procuradores de las ciudades y villas, mandaron en los primeros
momentos de su reinado, que no pudieran gozar de estas hidalguías concedidas
por su hermano, salvo los que acudieren a la guerra que mantenían por la
sucesión de Castilla contra el rey de Portugal en 1475, durante dos meses y
entregasen cierta cantidad de plata en metálico. Lo que cumpliò este Juan del
Prado:
“e porque vos el dicho Juan de Prado nos servistes los dichos dos meses
en la dicha guerra a vra costa e allende desto nos servistes con la dicha
quantía de plata por nos ordenada”.
Cuando obtuvo: “la carta de previllejo escrita en pergamino
de cuero y sellada con el sello real de plomo pendiente de filos de seda a
colores” lo primero que hizo fue presentarlo en concejo: “lo mostró en la plaza pública della”,
para no ser incluído en los padrones como pechero. El dinero que tuvo que entregar
por dos veces y el desahogo econòmico que le permitìa acudir a la guerra con
sus armas y caballo, lo obtenía de la producciòn de sal, pues sabemos que tenìa
una cabaña de hacer sal: " el padre
de Gòmez de Prado (Juan del Prado ) y
el padre de este testigo [Salvador Façera] tenían una cabaña en las salinas que estaban cerca una de otra y se
trataban y conversaban”, actividad que previamente le habría concedido
cierto grado de respetabilidad social:
“Juan del Prado e Ynes Domingues se casaron en la iglesia del señor San Martín
con onrras y agasajos como gente de buena fama”.
Ejecutoria de Hidalguía de Baltasar de Movilla, 1525
En otros casos los
beneficiados con estos privilegios de
caballería perdían la condición de hidalgos por no asistir a los llamamientos
de los reyes para acudir a la guerra o no entregar la cantidad de dinero
solicitada, como declaran los testigos del pleito de hidalguía de Alonso Hernández
y sus hermanos en 1526, aunque su abuelo, que era el que obtuvo la concesión,
sí lo hiciera, como testifica Martín de Barrio, nacido hacia 1479, que recuerda
que “quando la guerra de Perpiñan (en 1503) llamaron
a los caballeros de previllejo y fue Pedro Fernández y éste testigo vivía con
el conde de Benavente y fue a la guerra con otros parientes”; pero estos privilegios
no podían ser transmitidos a los hijos
casados: “Pedro Fernández, su abuelo,
andava en abito de escudero y habia ganado una carta de caballería...., el previllejo
se lo dio el rey Católico por la guerra de Toro o de Granada, por tener armas y
caballo que valieran tres mill mrs”.
Todavía en 1492, acabada
la guerra de Granada, el asunto de estas concesiones de Enrique IV seguía creando protestas de los concejos, y los Reyes
Católicos cuando ya no era necesaria tanta gente de armas, publicaron:
“una nra carta premática sançión escrita en papel e firmada de nros
nonbres e sellada con nro sello de la poridad en çera colorada ... por la qual,
entre otras cosas, mandamos que las sentençias e cartas executorias de
fidalguyas que heran dadas desde quinze días del mes de setienbre del año que
paso del señor de myll e quatroçientos e sesenta e quatro años a aquella parte
en fabor de qualesquier personas diziendo que estaban en posesión de omes fijosdalgo
e fue mandado que gozasen de la fidalguya que llebaran las dichas cartas
executorias e prevyllejos ...dada en la çibdad de Cordova a treynta días del
mes de mayo año del nasçimyento del nro salvador Ihuxº de myll e quatroçientos
e noventa e dos años”
También mandaba que los
que tuviesen sentencias de los tribunales reconociéndoles la hidalguía, pero
que en sus pleitos no hubieran llegado ante el tribunal al grado de suplicación
(después de las sentencias de vista y de revista) tenían que volver a
presentarlas “porque se sopiese e esaminasen si fueran con justicia e verdaderamente
dadas e pronunçiadas”, por lo que
estaban obligando a todos los que
pretendiesen gozar de las libertades de hidalgos, o a sus hijos o nietos, a
presentarse ante la Real Chancillería de Valladolid para que le fuesen
confirmadas, dándoles un plazo de 50 días desde que la Pragmática fuera
publicada en las distintas ciudades, y así lo tuvieron que hacer varios
hidalgos de Villafáfila.
Ejecutoria de Hidalguía de Gonzalo Vázquez de Buiza, 1571
Además de una forma de acceder al estado noble,
el acudir a las guerras y mandamientos de los reyes era una de las obligaciones
que contraían los hijosdalgo, como reconocimiento y mantenimiento de su estado
de manera permanente. En 1481 recuerda Pero Xuárez de Valdés, viejo hidalgo de
Villafáfila, su participación y la de otros hidalgos en la campaña de la Vega
de Granada por parte de Juan II en 1431: “
este testigo y él [Juan de León]
fueron a la guerra de Granada en serviço del señor Rey D. Juan, façe más de
quarenta años...” , y Pedro de la Cámara cuenta que “los dichos Juan de Villagómez y
Alvaro de León fueron a la guerra en
serviçio del señor Rey D. Enrique a la guerra e real de Simancas[1465] e lo sabe porque este testigo los viera
venir a esta guerra y después acá an venido en nuestro serviçio [de los Reyes
Católicos] a las guerras e reales de Toro
e de Zamora contra el rey de Portugal [1476] e estovieron serviendo en estas guerras como omes fijosdalgo”.
En otros casos participaban en las guerra incluso a edades avanzadas, como el caso de Pedro Rosinos, un hidalgo de Santa Colomba de la Dueñas, cuyo hijo vivía en Otero, que teniendo 70 años "estando en serviçio del sr rey don Juan por ombre de armas que lo mataron con un viratón de ballesta fuerte que le dieron por los pechos estando armado en blanco", en torno a 1445 en un cerco a Benavente.
En otros casos participaban en las guerra incluso a edades avanzadas, como el caso de Pedro Rosinos, un hidalgo de Santa Colomba de la Dueñas, cuyo hijo vivía en Otero, que teniendo 70 años "estando en serviçio del sr rey don Juan por ombre de armas que lo mataron con un viratón de ballesta fuerte que le dieron por los pechos estando armado en blanco", en torno a 1445 en un cerco a Benavente.
La intervención en las guerras podía reportar
participación en el reparto de tierras conquistadas, como los ejemplos que se
conocen de hidalgos de la comarca que figuran en los repartimientos de Sevilla,
aunque no tenemos noticias de los vecinos de Villafáfila, es posible que
obtendrían sus recompensas por su participación en las guerras contra los moros,
aunque sólo fuera con la obtención de algún botín sobre las riquezas o las
personas de los conquistados, como el caso de Juan de León que volviendo de la
campaña del rey don Juan a la Vega de Granada de 1431 “ se acuerda bien que el dicho Juan de León traía un moro preso”,
con el fin de obtener un posterior rescate o de utilizarlo como siervo. En 1503 había acudido a la guerra a Francia,
seguramente a Perpiñán, en servicio del rey Católico, Francisco de Collantes,
hijo de Yván de Collantes, que a su muerte en 1490 había dejado entre sus
bienes: “... quatro tiros de pólbora, una
espingarda, seys escudos e pavesas, quatro ballestas, una de palo fuerte con su
garrucha” .
El incumplimiento de estos
llamamientos a las guerras de los reyes era uno de los argumentos empleados a principios
del siglo XVI por los concejos en su contradicción de las hidalguías, o que
habían desempeñado oficios bajos y raeces, impropios de los hidalgos.
Los hijos de los hidalgos
solían ser educados en el uso de las armas en casa de algún noble, casi siempre
en nuestro caso, en la órbita de los Pimentel, o Diego de Almanza; o con algún
clérigo poderoso, como el caso de Juan de Villagómez: “lo conoçe podía aver veynte años poco más o menos [1461], primeramente le conosciera viviendo con el
chantre de Astorga”, pero antes podían recibir cierta educación en la villa:“lo avía visto seiendo mozo en casa de
Isabel Garçía que a la sazón vivía en la dicha villa de Villafáfila y que
mostrava a leer al dicho Juan de Villagómez quando mochacho” , o la mención en las cuentas de la testamentaría de Yván de
Collantes, fallecido en 1490, se reciben en cargo “mill mrs a Gómez de Prado por la criança de Juan” uno de los hijos
menores que quedaron, con los que después se hicieron otros gastos en su
formación: “En los dichos nueve años que
a que fallesçió Yvan de Collantes, a gastado mucha cantidad de mrs. poniendo a
los varones a leer e escrebir y las fenbras a labrar... y aún con los varones
fiso mucho más gasto porque andaran syenpre muy bien vestidos”.
La apariencia, los modos y
la forma de vestir era una de las maneras de distinguirse, pues en el pleito de
hidalguía de Juan de León y su hermano Alvaro de Villagómez, los testigos
recuerdan haber conocido a su padre y a su abuelo desde hace más de 50 años (antes
de 1431 ) y “sienpre los veía en ávito de
omes fijosdalgo e tener bestias e que andavan cavalgando onrradamente como omes
fijosdalgo”.
“Se conoçìan bien los hidalgos entre los pecheros porque vivían en
hábito de hidalgos e tenían caballos e armas e bivían con el conde de Benavente
como otros hidalgos de la tierra”.
Además de las armas y caballo, la práctica de la caza era una de las actividades de los hidalgos. Así al padre de Rodrigo de Rosinos, un hidalgo vecino de Otero de Sariegos, lo recuerdan testigos a finales del siglo XV "tener un buen açor e tres o quatro podencos ...que andava a caça ençima de un buen caballo... presumiendo siempre de buen fidalgo".
Estas actividades a veces eran peligrosas y de hecho Rodrigo Rosinos murió en Otero hacia 1470 "dando una carrera a un caballo que tenía de la brida que cayera e muriera de la dicha cayda"
Además de las armas y caballo, la práctica de la caza era una de las actividades de los hidalgos. Así al padre de Rodrigo de Rosinos, un hidalgo vecino de Otero de Sariegos, lo recuerdan testigos a finales del siglo XV "tener un buen açor e tres o quatro podencos ...que andava a caça ençima de un buen caballo... presumiendo siempre de buen fidalgo".
Estas actividades a veces eran peligrosas y de hecho Rodrigo Rosinos murió en Otero hacia 1470 "dando una carrera a un caballo que tenía de la brida que cayera e muriera de la dicha cayda"
Durante la ocupación de la
villa de Villafáfila por parte de los Pimentel en 1467 llegaron a la villa una
serie de criados y allegados al Conde de Benavente o a su hermano Don Pedro que
le ayudaban a mantener la villa bajo su dominio y que participaban en las
campañas bélicas de esta noble familia en defensa de sus intereses
patrimoniales y políticos, casando a muchos de ellos con hijas de labradores
ricos de la villa.
Algunos de estos hidalgos
eran continos del conde, y a su vez
actuaban como sus procuradores ante el concejo, defendiendo sus intenciones de
cobrar las alcabalas, como Luis de Barrio en 1498, o Pedro de Porras “pareçió Pedro de Porras vesyno de
Villafáfila en nonbre e como procurador que se dixo del muy magnyfico señor
conde de Benavente” en 1499 sobre el cobro del castellaje, o siendo
receptores de las alcabalas, como Martín de Barrio ese año 1498 .
Los hidalgos acudía a los
llamamientos de las guerras con su caballo y sus armas “estando en la guerra de Francia en my serviçio en Perpiñan ... con su
caballo e armas de onbre de armas”
Los hidalgos asisten a los
concejos generales como otros vecinos "la
respuesta que el dicho Martin de Arebalo dio en que dixo que hel que yba al
concejo cada que se ayuntaban, por quanto era escudero ". En 1482 a
siete hidalgos presentes en el concejo público se les cita aparte de los otros
vecinos como escuderos. Pero también
tenían sus ayuntamientos específicos “que
sienpre avía visto a los dichos Alvaro de León y Juan de Villagómez y a los
dichos su padre y abuelo y a cada uno dellos en sus tienpos ayuntarse con los
otros omes fijosdalgo de la dicha villa de Villafáfila, sus veçinos, en sus
ayuntamientos e allegamientos e rrepatimientos asy como omes fijosdalgo y no
con los omes buenos”
Los hidalgos, además de
participar en las guerras, tenían unos medios de vida como otros vecinos de la
villa. Eran propietarios de tierras o de viñas, de ganados o de salinas,
incluso participaban en las pujas de las rentas reales de las salinas de
Villafáfila, como es el caso de Juan Marbán en 1455, que se hallaba en la villa
de Medina del Campo y se le adjudicaron en primer remate las rentas de las
salinas de Villafáfila. También conocemos su participación en rentas
eclesiásticas en fechas tan tardías como 1481 “ lo viera teniendo novenos en la iglesia de Santa María del Templo que
es en el lugar de Pajares” (participando en una parte de los diezmos de la iglesia), en el caso de Juan de Villagómez, que también
tenía el derecho de presentar capellán de la capellanía de Santa María y Santa
Marina, sita en la iglesia de San Martín, fundada antes de 1475; y en el caso
de Juan de Toranzo era sacador de los diezmos de San Marcos “ que tenya buenos panes porque los diesmos
dellos sacava este testigo y su suegro”.
El número de hidalgos:
El
número de hidalgos de Villafáfila a principios del XV debía de ser escaso, como
atestiguan años más tarde los testigos de un pleito: “y también conocieron a Pedro Álvarez el Viejo, bisabuelo de Alfonso
Álvarez el Mozo, y le conocieron los testigos todos ellos de mucha edad, porque
éstos de chicos le veían venir algunas veces al lugar de Villalba a la casa de
su hijo Alfonso Álvarez el Viejo, y decían que vivía en Villafáfila, que este
Pedro Álvarez era un hombre muy largo y de gran cuerpo y por ello era también
conocido como el Luengo, y recordaban que en una ocasión que fue a Villalba
llevaba con él muchos escuderos y hombres honrados de Villafáfila como cortejo
suyo, y que era uno de los principales entre los cuatro o cinco vecinos
hidalgos de esa villa, donde siempre vivió limpiamente, y hacía entonces (1482), setenta y tres años que había muerto con
noventa de edad” (FERNANDEZ PRIETO E. 1976: Una vieja carta ejecutoria de
hidalguía. Revista Hidalguía nº 136 pp 303-308).
En un padròn nominal de la
villa y tierra de Villafàfila que se realizò callehíta, por mandado de la reina
doña Isabel en 1497, la distribuciòn de estados era la siguiente:
vecinos hidalgos pecheros clèrigos
Villafàfila 270 50 215
6
San Agustìn
69 9 60
Revellinos
57 3 55 2
Vecindario de Villafáfila de 1497.
Los vecinos se inscriben por parroquias o colaciones con distinción de estados
En los padrones realizados
en 1541 para la averiguación del vecindario de Villafáfila para su venta a don
Bernardino Pimentel, uno por parte del comprador y otro por parte de la Orden
de Santiago, se relacionan en la villa y las aldeas 684 vecinos incluyendo
viudas, menores, criados con hacienda, hidalgos, y clérigos. De ellos los que
en alguno de los dos padrones son considerados hidalgos ascienden a 68,
equivalente al 10%. En Revellinos son 8 los vecinos hidalgos para un total de 101(8%),
y en Villafáfila 60 vecinos de los 505 (12%), no figurando en San Agustín
ningún vecino privilegiado entre los 77 relacionados.
A finales del siglo XVI tenemos
dos fuentes para el vecindario de Villafáfila: un padrón de vecinos (A.G.S.
Exp. Hda 199-1) en el que de los 370 vecinos, 28 se consideran hidalgos, es
decir que no llegan al 8%, cifra muy inferior a los datos de principios de
siglo; y en el censo de población realizado en 1591 en las provincias de la
corona de Castilla figuran 375 vecinos, de los que 42 se relacionan como
hidalgos, lo que equivale a poco más del 11%. Estos datos están más acordes con
los de siglos posteriores, pues según el Catastro de Ensenada, las familias de
hidalgos de Villafáfila en 1752 son 12, sólo el 6% de los vecinos.
Hasta
1526 los hidalgos no consiguieron llegar a tener derecho reconocido a uno de
los dos alcaldes, aunque las diferencias por la participación en el regimiento
de la villa se remontan a fines de la Edad Media, según testimonio de Lope de
Riero en su pleito de hidalguía en 1494:
“avya pagado en cosas en q avyan pagado los
omes fijodalgo e este testigo, como fijodalgo q heran, para faser una puente e
una canpana e una torre e mensajeros para yr a la corte para tener parte de los
ofiçios los fijosdalgo en la dicha villa como los pecheros”
Ejecutoria de Jerónimo de Aguayo 1494
En
1526 se elige de nuevo a un hidalgo para alcalde, a Francisco de Robles, pero
las cosas no debían de estar asentadas, pues al año siguiente se vuelven a
nombrar a dos pecheros por alcaldes. Los hidalgos tuvieron que recurrir al
Consejo de las Órdenes, que ejercía de tribunal superior de los señoríos de las
órdenes militares, para que envíaran una Provisión Real mandando que los
alcaldes se eligieran uno de cada estado:
“En aquel tiempo los alcaldes ordinarios eran
entrambos del estado de los pecheros, e de veinte años aca, por pleito, sacaron
el alcalde los hidalgos”.
“que las
dichas leyes no se guardaban en la dicha villa en la eleçion de los ofiçios sy
no a seydo de ocho o nueve años a esta parte que ubo diferençias en la dicha
villa entre hidalgos y labradores sobre la dicha heleçión e que Valderrábano,
fiscal de la horden de Santiago, avía ydo a la dicha villa e avía mandado que
de allí adelante guardasen en la dicha villa las dichas leyes e que nonbrasen
la meytad de los ofiçiales de los hijosdalgo e la otra meytad de los buenos honbres
pecheros porque hasta entonçes no se solía nonbrar ny nonbraba nynguno hidalgo
por alcalde en la dicha villa....”.
En las aldeas había un jurado o
alcalde pedáneo que era pechero y dos regidores, uno de cada estado, así en
Revellinos “ay
çiertos hijosdalgo, como este Gº Carrillo, que hazen un regidor en cada un año
del estado de los hijosdalgo y otro del estado de los pecheros”.
Pleitos de Hidalguía
Estas diferencias entre ambos estados eran frecuentes, y generalmente
los pecheros trataban de incluir en los padrones a los hidalgos como represalia,
lo que provocaba los pleitos.
Cuando estos pleitos se
suscitaban, los pecheros incluían en los padrones a los hidalgos, “fasiendoles enpadronar e enpadronándolos e
sacándoles prendas por ellos dichos pechos contra toda raçón e justiçia”, para
que estos tuvieran que probar su hidalguía ante la Real Chancillería con el
consiguiente coste económico del procedimiento. En 1536 así lo afirma Antonio de
Robles, clérigo de 66 años, “de linaje de hijosdalgos”, seguramente
por vía bastarda, “cuando huvo pleito ante el Consejo de las órdenes entre
los hidalgos y los pecheros sobre el reparto de los ofiçios de regimiento y
justiçia, los pecheros empadronaron a los hidalgos para que tuviesen que ir a
pleito”.(Pleitos HD, C.476-5)
Y
la misma situación se pone de manifiesto en la averiguación del valor de las
rentas y del número de vasallos de Villafáfila en la venta a don Bernardino
Pimentel en 1541, cuando se queja el procurador porque a muchos hidalgos los
habían incluido en el padrón pues el precio en la venta era el doble el de un vasallos pechero
que un hidalgo:
“otro sy vra Mçd en el dicho
padrón a puesto muchos hidalgos de este pueblo, so color que han seydo
empadronados, e aunque algunos dellos ayan seydo puestos en el padrón alguna
vez, que niego, esto ha seydo por enemiga o malquerençia que el que haçía el
tal padrón tenya, e, caso que le pusiesen en el padrón, nunca le sacaron prenda
ny la vendieron ny hizieron las diligencias necesarias, y ellos tienen sus
sentencias de sus hidalguías, conforme a la Ley Capitular usada e guardada en
esta villa, y asy an estado y están en esta posesión de tales hijosdalgo, syn
ninguna jamás pechar ny contribuir en los pechos e derramas con los otros
buenos pecheros desta villa, y esta posesión es la que ha de averiguar y no las
malas querencias que algunos dicen y tienen contra los dichos hidalgos”.
Ejecutoria de Gutierre Ballesteros 1504
En
el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid se conservan muchos de los
pleitos que tuvieron que mantener los hidalgos de Villafáfila para que el
concejo les reconociera su estado y exenciones. Algunos en la sección de
Pleitos de Hjosdalgo (HD) y otros en el Registro de Ejecutorias (RE): Así algunos años concretos del siglo
XVI se agrupan los pleitos de hidalguía, como el citado de 1524-26 como
consecuencia de la reclamación de los hidalgos de una de las dos alcaldías: El
apoyo de muchos hidalgos al nuevo señor de la villa, don Bernardino Pimentel,
en su compra en 1541 volvió a suscitar muchos pleitos de hidalguía en 1548: La
tercera remesa de pleitos ocurre en 1570 con la reclamación de los hidalgos
para que el concejo no malgastara los propios del concejo.
1481 Alvaro de León y Juan
de Villagómez (Pergaminos C.67-7)
1494 Juan de Villagómez (RE
C.66-17)
1494 Lope de Riero (RE
C.68-16)
1494 Jerónimo de Aguayo (RE
C.70-29)
1495 Pedro Díaz de Tábara
(RE C.82-23)
1496 Alonso Vara (RE
C.98-8; Pergaminos C.81-11)
1500 Juan de Encalada (Pergaminos
C.55-9)
1504 Gutierre Ballesteros (RE
C.195-29)
1504 Luis del Prado
(Pleitos Civiles. Varela o. C.3261-6)
1514 Gabriel de Valladolid
(HD C.468-3)
1524 Baltasar de Movilla, (HD C.508-2; RE C.379-10)
1524 Alvaro de Barrio (HD C.435-9; RE C.382-28)
1524Donís de Melgar (HD C.1972-4)
1524 Juan de Castañeda (HD C.1848-4)
1524 Donís y Martín de Melgar (HD
C.1972-4)
1524
Alonso, Antonio y Diego de Toranzo (HD C.885-20)
1526 Alº Hdez y
sus hermanos, que perdieron el pleito y quedaron como pecheros
(HD C.34-24 RE C.392-48)
1526 Fco del Prado
(Pleitos Civiles. Alonso Rodríguez f. C. 2761-3; RE C.494-38).
1529 Juan García de Losada (HD C. 171-23),
1537 Gonzalo Carrillo, de Revellinos (HD C.381-10)
1548 Antonio Vázquez (HD C.727-10)
1548 Blas de Valer (HD C.330-7, RE
C.809-24), Requejo y Moreruela
1548 Francisco de Treslago (HD
C.159-4)
1548 Gómez de Olea (HD C.6-8; RE
C.118834) Villasper y Morales
1548 Lorenzo de Villegas (HD C.844-1
1548 Melchor de Robledo (HD C.358-4;
RE C.820-22) Castrogonzalo, nieto de Juan de Encalada
1548 Donís y Martín de Melgar otra vez
(HD C.7-10; RE C.1195-23)
1570 Alonso Romero (HD C.1625-4;
1849-7)
1570 Ana de Almanza (HD C.1849-9)
1570 Hijos de Alonso de Borregán ( HD
C.869-1)
1570 Francisco y Gonzalo Vázquez (HD
C.1625-3; R.E C.1217-47)
1570 Juan de Barrio (HD C.1625-2;
146-7; 1850-1)
1570 Lope de Robles (HD C.734-10)
1570 Tomé Marbán (HD C.644)
1578 Luis de Barrio (HD C.618-22)
Procedencia
De los 62 hidalgos
relacionados en 1497, 24 (39%) figuran como naturales de la villa o aldeas, en
contraste con los 178 (82%) de los 215 pecheros.
Por los pleitos de
hidalguía que se conservan en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid
conocemos el origen de algunos de los hidalgos que vivían en Villafáfila:
-Juan de Villagómez y Alvaro
de León pleítean en 1481 y proceden de Pajares de la Lampreana, su padre había
venido a la villa a mediados del siglo XV.
-Jerónimo de Aguayo
pleitea antes de 1494, era natural de Portillo (Valladolid)
-Lope de Riero de Palacios
de la Valduerna
-Pedro Díaz de Tábara, de
Faramontanos de Tábara y su abuelo de Tábara
-Alonso Vara, de Tábara
-Juan de Encalada de
Fuentencalada
-Gutierre Ballesteros de Almanza y su padre de Vega de Riacos (Palencia)
-Luis de Prado, de
Villafáfila, su abuelo había obtenido hidalguía de privilegio
-Gabriel de Valladolid, de Valdefuentes y Valderas
-Baltasar de Movilla,
Moreruela de Tábara y Benavente
-Alvaro de Barrio,
su abuelo de San Pedro de la Viña
-hemanos Melgar de
Moreruela de Tábara
-Juan García de Losada, de
Castroverde
-Gonzalo Carrillo de
Vidayanes
-Francisco de Treslago de
Mirandilla (cerca de Castronuevo)
-Lorenzo de Villegas de
Villalpando
-Antonio Vázquez, de
Benavente
-Blas de Valer, de Requejo
y Moreruela de Tábara
Ejecutoria de negación de ls hidalguía de Alonso Hernández y sus hermanos a petición del concejo de Villfáfila 1526
-Melchor de Robledo de Castrogonzalo,
nieto de Juan de Encalada
-Alonso Romero nieto de Martín de
Barrio, de Sanabria
-Ana de Almanza, su abuelo de Almanza
-Hijos de Alonso de Borregán bisnietos
de Martín de Barrio
-Francisco y Gonzalo Vázquez de
Benavente
-Juan de Barrio nieto de Luis de
Barrio
-Lope de Robles, su abuelo llegó en el
siglo XV, era criado del conde de Benavente
-Tomé Marbán de Villafáfila, sus antepasados tenían vasallos en Villanueva del Campo
-Luis de Barrio, nieto de Luis de
Barrio.
[1] Crónica de don Alfonso el
Onceno. Francisco Cerdá y Rico. Madrid 1737. Posiblemente este Juan Áñvarez de Villafáfila fuera el padre de Pero Álvarez el Luengo, uno de los antiguos hidalgos de la villa, antepasado de muchos Álvarez de la comrca que probaron hidalguía en diversas ocasiones en la Real Chancillería.
Exhaustivo y bien documentado, algo a lo que nos tiene mal acostumbrados Elias Rodríguez (lo digo porque siempre lo hace).En la vida "nihil novum sub sole": los de abajo pugnando por llegar arriba y los instalados pataleando para que no suban. Gracias por hacernos ver que la Villa siempre estuvo ahí.
ResponderEliminarSe ve que me aprecias, anónimo. Sería muy mal novelista. He omitido por no cansar las reseñas documentales de los diferentes archivos consultados (Simancas, Chancillería de Valladolid, Nobleza de Toledo, Nacional de Madrid, Diocesano de Astorga, Provincial de Zamora, Parroquial de Villafáfila, y algunos otros. Es lo malo de estos vicios
ResponderEliminarNo te quepa la menor duda. Es una pena que en estos campos de tierra los documentos y no los monumentos,sean los únicos testigos del pasado.Por suerte hay personas que lo hacen aflorar para que no se pierdan en el olvido.
ResponderEliminarElías Rodriguez, como siempre un estudio lleno de documentación imperecedera gracias a tu sabiduria y buen hacer. El repertorio con datos acerca de mis ancestros Bernardo de Caramaçana, Bernaldo de Caramaçana y Francisco de Caramaçana,en Villafáfila me das a conocer a mis ancestros y sus estancias en épocas anteriores.
ResponderEliminarEn cierto momento te escribí para que me identificaras la procedencia de mi apellido y si tenia que ver con Camarzana de Tera o Santiballez (Santibañez) no recibí tu respuesta..Mi correo o emailn es (caramaçana@live.com), por si cambiaras de opinión.
Gracias, un saludo.
Antonio Caramazana.-
Estaba en que te había respondido con los datos de tu apellido de los que disponía. De todas formas no sé a que correo me escribiste. Ahora uso eliasrodriguez58@gmail.com
Eliminar( caramazana@live.com)
ResponderEliminarHola Elias: Estoy investigando el linaje del apellido de Alaiz, un linaje de hijosdalgo que se estableció en la tierra de campos de las provincias de León y Zamora hacia el siglo XVI y cuya estancia se extendió hasta el final del siglo XIX y del que yo desciendo por una rama que se estableció en Sahagún. Esta familia se unió con otras hidalgas de Villafáfila.
ResponderEliminarQuería preguntarte si podrías ayudarme a recabar información sobre las familias de hijosdalgo de la zona que se unieron al linaje de Alaiz. Gracias por adelantad.
Yo encantado de poder ayudarte en lo poco que pueda. Acabo de echar una ojeada a tu blog de los Alaíz y veo que hay alguna referencia a Costilla, Zambranos, Hidalgo. Lo leeré con detenimiento y seguimos en contacto. Mi correo es eliasrodriguez58@gmail.com
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