En los alrededores de las Lagunas de Villafáfila en la Edad
Media, numerosas aldeas muy próximas unas a otras, formaban un entramado de
poblaciones y explotaciones salineras. Hoy
voy a escribir sobre la antigua aldea de Salinas que se localizaba en los
actuales términos de Revellinos, al sur del pueblo, a la orilla de la Salina
de Barillos, donde aparecen restos
ceràmicos, como fragmentos de ollitas, tinajas o platos, que se pueden datar
entre los siglos XII y XVI, y constructivos como piedras o tejas.
Diversos restos antiguos encontrados en los términos de Salinas
Sus términos
llegaban desde cerca del casco de Revellinos, nada más acabar las eras, hasta
el Trancalón, rayando con los de Tapioles, los de Cerecinos de Campos y
Villafáfila. Los límites debieros de ser controvertidos en la zona oeste, por
el Trancalón, pues están trazados a escuadra y a veces se dice que llega a
Cañizo y otras a Otero, ero creo yo que más por afán de ampliar la posesión los
dueños de la dehesa.Todavía se conserva en la toponimia local diversos pagos
como la Casa de Salinas, la Fuente de Salinas, Raya de Salinas que hacen
referencia a esta antigua dehesa.
Su nombre es claro referente a la actividad de extracción
de sal, que con seguridad dio lugar a su origen. Todavía en el siglo XV se
recuerdan “las dichas salinas donde se solía façer e coger la sal para
vendérsela a los foraños e dueños de otras salinas” (A.R.Ch. V. Pleitos
Civiles Alonso Rodríguez .) depositados. Caja10-9.
El pueblo aparece citado por primera vez el año 1153 a propósito de la
delimitación de la aldea de Bamba, incluidos en el territorio de Lampreana: “Habet
enim iacentia inter Sanctum Felicem et Salinas et Tapias”,
es decir, que Bamba estaba localizada entre San Feliz, Salinas y Tapioles. Este
documento incluye en el término de Bamba “cum
suo uillare de Ferrarios”, el Villar de Herreros que posteriormente será
objeto de controversia.
La Orden del Temple poseía salinas "in Sancto Felice", que habían embargadas por Alfonso IX y les devuelve en 1211 (González 1944).
En 1310 a propósito de una relación de rentas pertenecientes
al obispo de Astorga se mencionan las iglesias de la villa y pueblos del
llamado Cillero de Villafáfila entre ellas, el obispo cobraba “e de la eglesia de San Feliz un moyo de sal”,
por lo que todavía seguía habiendo una iglesia en esta aldea.
El15 de febrero de 1409, en Valladolid, Díaz Sánchez, hijo de Men Rodríguez de
Benavides vendía a Juana de Mendoza,
mujer del Almirante de Castilla, el término de San Felices, que lindaba con
Villalpando, Villafáfila y el lugar de Salinas, «con todas sus entradas y salidas, con todos sus derechos y pertenencyas
… Debía de tratarse de un coto redondo pues no se hace mención de vasallos
ni de tributos específicos”[1]. Posiblemente lo poseyera por herencia de los
bienes de Juan Alfonso de Benavides que recayeron en su padre, Men Rodríguez, cuando
murió sin descendencia y sabemos que en 1341 Alfonso XI donó a Juan Alfonso
todos los bienes que la Orden del Temple tenía en Salamanca y Villalpando[2],
o por herencia de su madre Teresa Manrique de Lara.
Fuente de Salinas
Entre los bienes que el almirante de Castilla, don Alonso
Enríquez y su mujer, doña Juana de Mendoza, incluyen en el mayorazgo que fundan
el año 1426 en favor de su segundo hijo don Enrique, primer conde de Alba de
Aliste, figuran “las salinas que son çerca de Villafáfila”, que se
refieren a este lugar como de los pleitos posteriores se deduce. Posteriormente
el conde don Enrique las sacó del mayorazgo a cambio de otros bienes, “con
facultad e liçençia del señor Rey don Enrique [IV]”, y las vendió a Luis
Vaca, vecino y regidor de Zamora.
Después del fallecimiento de éste último, sus herederos las
trocaron por otros bienes con el entonces comendador de Villafáfila y
Castrotorafe, don Pedro de Ledesma, que tuvo que defender su posesión en varios
pleitos con don Alonso Enríquez de Guzmán, segundo conde de Alba.
Topónimo de Salinas conservado
En el pleito varios vecinos de Revellinos habían
testificado en favor de los Enríquez: “porque los otros dichos vºs del lugar
de Revellinos han resçibido muchas promesas del Conde y de su nieto [Diego
Enríquez, que le sucedería en el condado] señaladamente que les darían el
dicho lugar de Salinas para que biban e labren en el de balde, que no paguen
syno los diezmos”, y en una primera sentencia de 1481 los Reyes Católicos
mandan que le sean devueltas a los Enríquez por ser bienes de mayorazgo. Pero
los sucesores del comendador Pedro de Ledesma continúan el pleito hasta que
consiguen que se les reconozca su derecho a la posesión de ese pueblo con sus
términos y vasallos (A.R.Ch.V. Alonso Rodriguez depositados. Caja10-9).
A finales del siglo XV había población en la aldea con su
concejo, aunque sería muy escasa. En 1482 el concejo del lugar de Salinas
solicita al de Villalpando que les concediesen las mismas ordenanzas de
términos que tenìan establecidas con el concejo de Villafàfila (Moreno Ollero,
1991).
Pero los pleitos de posesión de la jurisdicción entre dos
señores que se la disputaban y las ofertas a diferentes vecinos de Revellinos
para que testimoniaran a su favor, debió de crear conflictos entre ellos. Así
en 1501 el concejo se éste pueblo hace una petición a los Reyes Católicos diciendo
que:
“çiertos vºs[vecinos] e moradores del dicho lugar, por faser mal e daño al dicho conçejo,
dis [dicen] que arrendaron un término redondo de pan llevar e de pastos de
Pedro de Ledesma, syn el qual dicho heredamiento e pastos dis que no pueden
bivir, lo qual dis que se fyso cabtelosamente e por les faser mal e daño,
sabiendo la nesçesidad que tienen del dicho heredamiento”.
Alegan que han intentado que se lo arriende a todo el concejo,
tanto por tanto, pero no han querido retractarse del contrato. Los reyes dan
comisión al coregidor de Zamora para que haga averiguación entre ambas partes y
determine cuanto antes lo que procede en justicia. (A.G.S. R.S. 1501)
Este pueblo permaneciò poblado hasta el siglo XVI, “en
el lugar de Salinas que esta despoblado siete años a, poco más o menos tienpo”,
dice un testigo en 1537 ( A.R.Ch.V. P.C. Moreno 2794-1), fuera de la
jurisdiciòn de Villafàfila pero integrado en su arciprestazgo.
Aunque se despobló,
todavía permaneció en pie la iglesia y el beneficio era de presentar de la
viuda de Pedro de Ledesma, regidor de Zamora e hijo del comendador, en 1536, y
los diezmos se repatían entre un canónigo de Astorga, entre el cura del
beneficio, y entre el dueño del lugar.
Después de despoblarse sus términos eran arrendados para
siembra o utilizados para el pasto de los ganados, que arrendaban sus sucesivos
propietarios.
Contrato de arrendamiento de la dehesa en 1551
Conocemos un pleito entre el arrendatario, Nicolás Gallego,
de Tapioles y el propietario de la dehesa, don Gonzalo de Ledesma Herrera, que
se titula “señor de las villas de Almesnal y de Salinas” por diferencias sobre
la interpretación del contrato. El mismo se había firmado en 1551 en el corral
de la casa de Salinas, ante un notario de Zamora, tenía una validez de 4 años,
se incluyen los término de San Feliz con los de Salinas, “la mi villa y dehesa y término redondo de Salinas con lo que se dize
San Feliz”, para sembrar la mitad del término cada año y la otra para
barbecho, sin poder romper ni arar ciertas partes del término que estaban en
adil, unas noventa cargas: “el Villar de
Herreros, encima de Valdelarreja[3]”
seguramente por estar discutida la pertenencia de esta parte a Salinas o a
Bamba. Le arrienda el poder rozar, pacer y labrar pero la jurisdicción se la
reserva el señor.
Arrendamiento
La renta se fija cada año en 320.000 mrs. en dineros, 100
gallinas vivas y en pie, 18 patos vivos y 8 carros de paja, puestos a costa de
los renteros en la casa y panera que había en Salinas. Le exime de pagar
alcabalas por el pan o la lana que vendiere dentro del término.
En esa época, con la villa ya despoblada, permanecía en pie
la casa del señor con su corral y paneras, al cargo de la cual se encontraba un
casero, al que han de dejar los arrendatarios del término dos cargas de
barbecho, y poder tener dos reses, 6 puercos y una bestia y las gallinas que
quisiese. “con condición que no se pueda
cazar en todo el término con ballesta ni con perro, que se entiende de lo de
las liebres”
Le pide al arrendatario que subarriende a la viuda de Neira
(Inés de Villagómez) de Revellinos tres cargas, o las que ella quisiere, juntas
en un pedazo, seguramente por tener alguna vinculación de servidumbre o
parentesco.
Mantiene la prohibición de que entren el la dehesa los vecinos
de los pueblos de alrededor, “Otro sy si
alguien de los lugares comarcanos, ansy de Villafáfila como de otras partes
tomaren cogiendo mielgas, les puedan llevar de pena medio real y el azadón”
(A.R.Ch.V. Registros
de Ejecutorias. C 922-2)
Y periódicamente se seguían amojonando los términos y las
lindes con los pueblos vecinos; así en 1578 se anota en las cuentas del concejo
de Villafáfila “se fue a amoxonar con Salinas... pagué treynta y seis
reales a los señores regidores por ir a amojonar” (A.R.Ch.V. Pleitos Civiles.
Taboada olv. 267-1).
La mayor parte del término actual de Revellinos era de la dehesa de Salinas
A don Gonzalo le sucedió su hijo don Antonio Rodríguez de
Ledesma y Herrera, que había nombrado como Alcalde Mayor de Salinas y
administrador a Alonso de Castro, vecino de Villafáfila. Este arrendaba a
diferentes vecinos de Villafáfila y de Revellinos parcelas de tierra para
roturar y sembrar.
En 1571 se suscitó
un pleito ante el Alcalde Mayor del Adelantamiento de León por:
“cierta averiguación de quentas hecha por la
justicia de Villafáfila por causa de la
langosta que el dicho qº de Villafafila había mandado coger en los términos
comarcanos que rayan con la dicha villa como avía sido en el término de Salinas
y dehesa de Castronuevo y el monte de Muélledes, y el monte que llaman de
Fortiñuelas y el monte de La Tabla … porque cada día nacía la dicha langosta y
se multiplicaba en los dichos montes ”.
El alcalde mayor comisionó a la justicia y regimiento de
Villafáfila para que mandase coger, y matar la langosta del término de Salinas
para evitar su propagación por otros lugares, pagándosela a las personas que la recogían al peso. Ante
la falta de propios para adelantar el dinero que suponía esta práctica, se
procedió al embargo de algunos carneros de los arrendatarios del herbaje de la
dehesa. Las reclamaciones de los arrendatarios hicieron que se le repartiesen
al dueño del término el coste de la recogida de la langosta, que ascendía
50.000 mr., pues los renteros alegaban el caso fortuito que suponía la
langosta, junto que otras plagas o inclemencias que exoneraban del pago de la
renta (Ejecutorias 1308-64).
En 1644 la dehesa perteneía a don Martín Vázquez de Guzmán,
Marqués de Palacios en quien habían recaído los mayorazgos de los Ledesma. (Ejecutoria
C. 2733, 56).
En 1685 seguían perteneciendo al Marqués de Palacios, y
ante los conflictos sucesorios del marquesado y las deudas de los mayorazgos
que llevaba anejos, se procedió con facultad real a la venta en pública subasta
de algunas dehesas, entre ellas la de Salinas, que fue comprada por Gaspar
Ojero, vecino de Villalpando en 1695 con su jurisdicción alta y baja, mero
mixto imperio, señorío, vasallaje, derechos y demás regalías por 16.000
ducados.
Don Gaspar era un hidalgo de Villalpando donde sus
antepasados habían desempeñado varios cargos de la administración señorial de
la villa, y él mismo en 1699 ejercía de teniente del corregidor de Villalpando
y de mayordomo de rentas del Condestable, lo que le proporcionaba buenos
ingresos. Estaba casado con doña Jerónima Labrador y no tenían hijos.
La cercanía a su vecindad hizo que la explotación agrícola
y ganadera de la dehesa se hiciera directamente por el nuevo señor, cuyos
criados penetraban con sus ganados en los términos de Villafáfila o de
Revellinos, por lo que se suscitaban pleitos. En 1704 los concejos de estos dos
pueblos otorgan un poder para que se establezca una concordia sobre los ganados
“por quanto el trº [término]
de Revellinos y de Villafáfila comparten y confinan con el trº de Salinas que
es propio de don Gaspar Ojero, vecino de Villalpando, y no hay concordia sobre
las penas de los ganados” (A.H.P.Za. Notariales 11758).
Testamento de don Gaspar Ojero
En 1710 en su testamento parte la dehesa en dos mitades una
de las cuales deja a su sobrina María Centeno y otra a un hijo ilegítimo que
había tenido cuando estaba casado, y había obtenido del rey su legitimación,
Manuel Ojero, de Tapioles, bajo una serie de cargas financieras: 200 ducados
anuales para un vínculo y patronato real de legos que habían fundado don Gaspar
y su esposa, y el resto hasta 4000 reales en diversas mandas pías (1000 reales
para decir 200 misas anuales en la iglesia de Santa María la Antigua de
Villalpando, 800 reales anuales para vestir doce pobres de Villalpando).
En 1723 cuando fallece Manuel Ojero se declara que el
término de Salinas:
“tiene una casa con sus corrales, quartos de
casa, cavallerizas, paxares y oratorio, tiene una panera grande separada de la
dicha casa, tiene su fuente, tendrá en redondo cosa de dos leguas y en hancho
cosa de media legua, linda con el término de Revellinos, Cerecinos, Villafáfila,
Otero y Tapioles”.
La renta de toda la dehesa ascendía a 249.340 reales.
En el oratorio o ermita se decía misa los domingos y fiestas de guardar para los moradores, pastores, y demás personas que asisten. En 1723, en su visita episcopal a la parroquia de Revellinos, el obispo de Astorga manda al cura que siga diciendo la misa dominical pues según constaba en los libros antiguos recibía 10 cargas de trigo por ello, de los beneficiarios de los diezmos.
En el oratorio o ermita se decía misa los domingos y fiestas de guardar para los moradores, pastores, y demás personas que asisten. En 1723, en su visita episcopal a la parroquia de Revellinos, el obispo de Astorga manda al cura que siga diciendo la misa dominical pues según constaba en los libros antiguos recibía 10 cargas de trigo por ello, de los beneficiarios de los diezmos.
Los hijos de Manuel Ojero: Gaspar, Antonio, Antonia, y
Luisa, fueron vendiendo sus hijuelas a la cofradía de Santa Inés fundada en la
catedral de Zamora por 20.000, 17.000, 18.500, y 22.600 reales cada octava
parte, desde 1739 a 1741.
Todavía se conserva el topónimo de los Ojeros en la antigua dehesa
En 1752 según las declaraciones del Catastro del Marqués de
la Ensenada, la mitad de la dehesa pertenecía a la cofradía de Santa Inés de la
catedral de Zamora, y la otra mitad a doña María Zentena, vecina de Valladolid,
y cada propietario arrendaba su parte a distintos ganaderos de Pinilla de Toro
y de Cañizo. En el Catastro figura la Dehesa de Salinas con una superficie
estimada de 875 cargas de tierra, de las que unas trescientas se sembraban. En
ella estaba construída una casa donde vivían los arrendatarios, seguramente
ubicada en el llamado Teso de la Casa, Revellinos. Son muy frecuentes las
menciones a la casería de Salinas, hijuela de la parroquia de Santo Tomás,
durante los siglos XVIII y XIX. Al frente de esta casería se encontraba una o
varias familias de caseros, frecuentemente originarios de Pinilla de Toro o
Vezdemarbán: apellidados Montero Cabezón, Casas Alvarez, Montero Alonso, de
Inés, Casas, Arias, Benéitez, Barba, que cuando tenían hijos los bautizaban en
Revellinos.
Doña María Centeno vende su mitad de la dehesa con su
casería y ermita y paneras a don Pedro Calderón Enríquez[4],
caballero de la Orden de Calatrava y miembro del Consejo de Indias por 295.000
reales de vellón en 1764, con la carga de 2.000 reales anuales para las
fundaciones.
Un nieto de don Manuel Ojero reclama contra esta venta
aduciendo que la tal María Centeno no podía vender, pues si moría sin descendencia
pasaría a los herederos de aquel, pero no consigue anularla.
Ese año los vecinos de Revellinos, siendo don Nicolás de la
Huerga, alcalde, Valentín Suena y Antonio de Tásbara, regidores, y Francisco
Juárez procurador del concejo, plantean un pleito ante la Real Chancillería
sobre la preferencia en el arrendamiento de la dehesa de Salinas por estar más
próxima a su pueblo y “acudir a su
parroquia los granjeros de Salinas”. Los dueños la habían arrendado a José
Calleja, Pedro Rodríguez y otros ganaderos de Vezdemarbán, y éstos habían
subarrendado un trozo de 14 cargas, denominado El Pico a Tomás de Villafáfila,
vecino de Cerecinos, como ya venían arrendándoselo a su padre desde hacía más
de 30 años. La sentencia es favorable a los de Revellinos (A.R.Ch. V. Pleitos
Civiles. Varela f. C. 3113-10).
La mitad correspondiente a la cofradía de Santa Inés o
memoria del arcediano don Diego de Arias Benavides, fundada en la catedral de
Zamora fue objeto de la llamada Desamortización de Godoy de 1798 que afectó a
los bienes de las cofradías, pías memorias y otras fundaciones religiosas. En
1800 salió el anuncio en la Gazeta de Madrid de su subasta en el juzgado del
corregidor de Zamora.
Además de la casa pemaneció en pie una capilla u oratorio,
como indistintamente se le denomina, seguramente la antigua iglesia parroquial
de la aldea, donde se enterraban algunas personas que fallecían en aquel
término, como Domingo Durantes, de Villafáfila, en 1812, en plena Guerra de la
Independencia.
En el siglo XIX fue incluída en el término municipal de Revellinos
al que pertenece en la actualidad y vendida por sus dueños en quiñones.
Firmas de alguno de los vecinos de Revellinos que compraron quiñones en la dehesa
En 1859 se puso a la venta por subasta extrajudicial
anunciada en el Diario Oficial de Avisos de Madrid en 21 de mayo la cuarta
parte de la Dehesa de Salinas con una superficie de 1.460 fanegas de tierra que
producían de renta libre de contribución 11.500 reales y fanega y media de
garbanzos, junto con otros tres quiñones de tierras en Tapioles y Cerecinos
pertenecientes a doña Candelaria Chollet y Caballero[5],
residente en Buenos Aires, con un precio de salida de 347.500 reales. Con la
posibilidad de no aceptar el remate en las siguientes 24 horas. Fueron adjudicadas a Antonio González Nájera
de Madrid. Pero a la semana se presentaron Antonio Marbán, Eustaquio de León y
Gaspar de León, en su nombre y representando a otros vecinos de Revellinos:
José del León, Matías Fernández, Martín del Teso, Pedro, Ceferino y Antonio
Esteban, José y Francisco Ares, Balbino Aliste, Sebastián Marbán Huerga, Luis
Fernández, Fernando Delgado, Ramón Gallego y Manuel Rodríguez Rando; y le
ofrecieron 10.000 reales más y les fue adjudicada y escriturada. Pero el
anterior adjudicatario recurrió a la justicia que le dio la razón, anulando la
venta. Después de varios recursos los de Revellinos llegaron al acuerdo, para
evitar más gastos, de pagar a los herederos del primer adjudicatario 58.000
reales en dos plazos, y se apartaron de los pleitos y quedó definitivamente en
propiedad para los vecinos.
[1] MARTINEZ SOPENA P. El estado señorial de Medina de
Rioseco bajo el Almirante Alfonso Enríquez 1389-1431. Valladolid 1977. Pag 69.
[2] Y en 1211 los templarios recibieron de Alfonso IX “suas salinas quas habebant in Lampreana et in
Sancto Felice et in Moladas”, que le habían sido confiscadas anteriormente
( González, 1944, 274), QUINTANILLA
RASO M.C. La casa señorial de Benavides, pÁg 178. 1974.
[3]
Valderrejos en otra parte del pleito
[4]
Fundó un mayorazgo con sus bienes, entre otros la mitad de Salinas, en favor de
su hijo Manuel Calderón Enríquez, al que sucedieron en 1815 sus hijos en el
mayorazgo, quedando en poder del menos, Juan Calderón desde 1843.
[5] Francisca Vicenta Chollet y Caballero, fue
pintada por Goya en 1806, hija de Francisco Chollet de Lyon y de María Antonia
Caballero, del Burgo de Osma, mujer de don Antonio Noriega, Tesorero Principal
de Rentas del reino, y gran amigo y administrador de los bienes de Manuel
Godoy. Preso cuando este cayó en desgracia, fue linchado en Badajoz acusado de
colaborar con los franceses. Tambien Juan José Chollet Caballero era comandante
de milicias y funcionario de hacienda y administrador de temporalidades de los
bienes procedentes de los jesuitas en Buenos Aires hasta 1810. Candelaria tiene
23 a y Juan José 50 podría ser su padre y heredar los bienes de Francisca?.