domingo, 21 de agosto de 2022

Proceso por agresión a Alonso Concejo, alcalde constitucional 1820.

 


Se desarrolla en los años 1820-1824 contra los hermanos Isidoro, Esteban y Francisco Zamorano, sobre heridas causadas a Alonso Concejo, alcalde constitucional en 1820. Se conserva en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid: Pleitos Criminales C. 1790-1.






El día 20 de noviembre de 1820 se incoa causa de oficio por parte del regidor decano, don Marcelino de León, ante el escribano Felipe de Vitacarros, por hallarse herido el alcalde constitucional, Alonso Concejo, que había sido maltratado la noche anterior sobre la una de la madrugada “al tiempo de recogerse para su casa junto al regidor Josef Asensio y el ministro del juzgado, Juan Vadallo, a quien también habían atropellado y maltratado, resultando ser los delinquentes y reos de este esceso  Ysidoro, Esteban y Francisco Zamorano, hermanos y vecinos de esta dicha villa, no obstante de ser más los que vieron quando los cucaron y apedrearon y les asaltaron a la buelta de una esquina ”.Se solicita “que a los dichos tres hermanos se les pusiese en la cárcel, embargándoseles sus bienes

El 20 se presentó el regidor decano acompañado del escribano en casa del Alonso Concejo, alcalde constitucional, “que se hallaba en su lecho cotidiano le manifestó el estado en que se hallaba, erido y con sangre en la camisa en las partes del pecho, y que en la noche de ayer, diez y nueve del corriente, siendo la ora de la una con corta diferencia retirándose para dicha su casa, acompañado del regidor Josef Asensio y del ministro ordinario de este juzgado, Juan Badallo, le habían puesto de esta manera Ysidoro, Esteban y Francisco Zamorano, hermanos, vecinos de esta villa que se hallaban por las calles donde venía su merced, y al sitio de la Plaza, hacia la casa de Su Excelencia , habiéndoles cucado y provocado fingiendo la boz, despidiendo piedras con violencia, por el mero echo de haberles reprendido, más y más se acercaron agolpándose contra las personas de su merced y de dicho ministro, recibiendo éste también igual atropellamiento, quitándole la espada que llevaba en su defensa, el sombrero y también la capa de su merced, y perdido la montera en dicha refriega, se halló con otra de los circunstantes, que demuestra ser del Ysidoro, y enseguida se presentó en casa del presente escribano con dicho ministro manifestándole lo ocurrido y su situación, a donde fue llamado el Cirujano don Zoylo Fernández, de esta vecindad, por quien se reconoció y socorrió, permaneciendo en dicha casa al instancias del infrascrito hasta que en esta mañana se retiró a la suya, y respecto a que su merced el señor alcalde no está en disposición de formar la causa y diligenciarla hasta su caso, cedía y remitía la Jurisdicción al propio señor decano hasta que sin demora lo execute por el orden prescripto por la Ley.”

Hasta bien entrado el siglo XIX los alcaldes ejercían la función de jueces de primera instancia, como el agredido era el juez, no puede proceder, por eso el encargado de instruir es el regidor decano, es decir el más viejo, en este caso don Marcelino de León, pues hasta ese año siempre se elegían dos alcaldes, uno hidalgo y otro del estado general, que se alternaban en los procedimientos judiciales, pero con la jura de la Constitución por el rey en marzo de ese año, solo quedó ejerciendo uno.

El cirujano declaró la asistencia y por parte de su padre, don Ambrosio Fernández, que era el titular de la villa, se le hizo otro reconocimiento y declaró el estado del paciente.



Don Zoylo había sido llamado por el alguacil, Juan Badallo y se presentó en casa del escribano a la una y media, en la cocina lo reconoció y estaba “con la cara ensangrentada, en la parte superior de la mejilla derecha una escarificación, otra sobre la ceja del mismo lado, ocupando la mayor parte de ella, y en  parte  la superior  izquierda del pecho una contusión, y en la parte superior del hombro derecho otra contusión, echas al parecer por lo que demuestran con piedra o palo, las que dicho facultativo labó y demostró aplicándolas paños ensopados en vino tibio por primera intención, y retirándose para su casa quedó en aquella con el dicho ministro el mismo señor alcalde por no haberle permitido el infrascrito se retirase hasta la mañana

Hace un segundo reconocimiento el cirujano titular don Ambrosio y no encuentra nuevas lesiones, las califica de leves, excepto la del pecho “que juzga de peligro por los accidentes que puedan sobrevenir en lo interno y del golpe recibido, y máxime si fue de piedra disparada con violencia y según la distancia… que el dicho señor alcalde se conserbe en cama observando tranquilidad y dieta correspondiente


En la declaración del escribano Felipe de Vitacarros cuenta que: “entre la ora de la una y las dos, hallándome retirado al descanso con mi mujer y ya dormidos, a los golpes que daban a la puerta principal despertamos, y oyendo llamarme por el sr. alcalde constitucional, diciendo me levantase y abriese la puerta que se hallaba erido malamente, al momento lo egecuté sin aguardar a vestirme, habiendo advertido desde el balcón le acompañaban el señor regidor  Josef Asensio y el ministro Juan Badallo, a quien le previne fuese a traer al cirujano que bibe al frente, don Zoylo Fernández, y encendido luz por mis criados, Evaristo Miguélez y Catalina Marcos, y pasado a la cocina, se le bió al dicho señor alcalde ensangrentada la cara, quejándose del ultraje y maltratamiento que había recibido su persona de mano de los procesados y demás con quien se hallaban sin haberles dado más causa ni motivo que la de reheprenderles en tono suave se retirasen y dejasen de cucarle e incomodarle, supuesto que se hiba para su casa deseando la paz y tranquilidad del pueblo; y enseguida llegó el cirujano e hizo el reconocimiento que tiene declarado, manifestando y declarando ante todos los circunstantes lo que le había ocurrido, atribuyéndolo a que sin duda era procedido de haberles a principio de noche repugnado estubiesen algunos de ellos bebiendo vino en la casa de Manuel Robles Sejo, de esta vecindad, a pretexto de ser el día Domingo franco por haber pasado la ora de puesto el sol, y quejándose el tabernero del público, Manuel Valverde, en cuya compañía iba; evitando a otro segundo lance que pudiera subceder y la incomodidad de su merced y la de su familia, le amonesté e hice cargo le conbendría estarse quieto y permanecer hasta la mañana como así lo a ejecutado”.

 El testimonio del regidor José Asensio, de 50 años, es concordante: “al frente de la yglesia  de  Santa María y fragua de Agustín Chimeno, vieron que a la sombra se retiraba un embozado, y, tratando de conocerle por manifestarse sospechoso por bajo de la capa, hacía con un palo u otro instrumento acciones de amenaza contra el que se aproximaba, qual era el declarante y conocieron ser el susodicho Ysidoro Zamorano, y caminando la calle recta hacia la plaza y a la distancia de cinquenta pasos poco más o menos, encontraron al hermano del antedicho, Esteban, adbirtiendo que a la parte de arriba al estremo de la calle cucaban otros que desde allí no pudieron conocer, como que lo hacían con boz fingida, según acostumbran, y siguiendo hasta el frente de la panera del Pósito, notaron así también había un pelotón de hombres, los que huyeron temiendo ser reconocidos, por la calle que baja desde Plaza  Pequeña para San Juan, y estando los tres a la esquina de la cárcel que da a la Plaza Grande, despidiéndose dicho señor alcalde, amonestando al declarante y al ministro se quedasen y se retirasen y que él se iba a su casa y no se molestasen por estar ya cerca, a lo que no asintieron, pero a este mismo tiempo o instante de seguir juntos, notaron que desde la esquina de la panera de Su Excelencia, frente de la casa de la señora doña Juana Trabadillo, había otras personas por quienes se les cucaba y provocaba, disparando hasta dos pedradas  cuya acción fue reprendida cordialmente por el recordado señor alcalde y, lejos de obedecer, la reiteraron, por cuyo motivo, su merced y el ministro se aproximaron, biendo la falta de respeto a la autoridad pública y ora semejante, quedándose el que declara en observación a la mira de si daban la buelta a dicha casa de S.E. a dicho sitio, en conversación con la mujer de dicho ministro, Rosa Rodríguez, y a poco tiempo pasaron tres embozados, y dispararon contra el declarante una piedra de gran tamaño, de modo que si no hubiese sido la defensa de uno de los postes del portal de la cárcel, le hubieran asesado, y  como se retrasase el regreso del juez y ministro, y sospechase mal de una y otra acción, se pasó el declarante en su busca, habiendo dado con los mismos sr. juez y ministro a la puerta del presente escribano, llamándole a este, y fue quando bio y se manifestó erido dicho señor, quejándose del atropellamiento de su persona y ministro cometida por dichos procesados, esponiéndole los sujetos y lo ocurrido, habiéndole quitado la capa y al ministro la espada y sombrero, hallándose dicho señor con una montera agena, y pérdida de la suya, la qual es al parecer la misma que usa el Ysidoro Zamorano y de las de Valladolid, forrada de terciopelo, y manifestándosela al testigo en este acto, declara parecerle así”.



Testimonio de Juan Badallo, alguacil del juzgado: “en la noche de ayer que ba señalada, acompañó a su merced el señor juez constitucional para rondar y celar por la tranquilidad pública, no obstante la patrulla nombrada, atendiendo a ser día festivo en los que comunmente ocurren questiones y desazones públicas, procedidas del vino, y a que en la noche anterior, bíspera del dicho domingo, después de haber tocado a la queda, a la ora competente de las nuebe por el declarante a cuyo cargo se halla como portero del Ayuntamiento, se oyó repetir a la ora de las dos, poco más o menos, causando no corta sensación en el público, y en efecto después de haberlo practicado así en el pueblo como en la viñas extramuros de la población, por las quejas de que las pastean los ganados de noche, se entraron en la casa del señor regidor Josef Asensio en donde permanecieron hasta ora de la una …” sigue casi al pie de la letra el testimonio del alcalde, sitúa a Esteban Zamorano “bajado por las Quatro Calles derecho a la Plaza…, la panera de la villa junto a la casa de Ambrosio Ximéneza la puerta de la cárcel donde habita como alcayde y la mujer… a la esquina o bodega de los Costillas frente de la casa de Juan del Teso se agolparon de repente cinco o seis personas tirándoles de peñazos conociendo el testigo ser de ellos los tres hermanos Ysidoro, Esteban y Francisco Zamorano, y que este último fue el que advirtió haber dado a su merced diferentes latigazos o golpes de palo en la cara y que aturdido de dichos golpes, caída la capa y montera en el suelo, desapareció improvisamente, y que al declarante le dieron un cantazo en la cabeza del que le derribaron en tierra perdiendo el sombrero y quitándole la espada que llebaba para su defensa el dicho Esteban, bio amenazar de muerte al dicho señor alcalde, aunque no berificó más que la amenaza, y en este estado echaron a uír los reos y su merced y este testigo se binieron rectamente a la casa del próximo facultativo don Zoylo Fernández para que le auxiliase y socorriese, y como no oyese a los llamamientos, se pasaron a la ynmediata del infrascrito

La agresión había ocurrido detrás de la hoy desaparecida panera del duque, más o menos detrás del actual frontón. Se fueron a curar a casa del cirujano, que vivía en Rejadorada, antes de las Cuatro Calles, pero como no les “oyo”, siguieron hacia la casa del escribano en la calle del Rosario, donde el Pozo de la Villa.

El juez pide a los facultativos que hagan reconocimiento del ministro Juan Badallo y hallan “dos heridas superficiales sobre las articulaciones de los dedos medio y anular de la mano derecha y en el hombro izquierdo una pequeña contusión que juzgan de corta entidad”.

Declaración de otro testigo, Bernardino de Soto, 26 años: “que en la noche de ayer, ya citada, salió de patrulla como indibiduo nombrado para ella de que fue comandante Fernando de Ledesma, su combecino, asistiendo a ella también Santos Fernández y  Estanislao Robles, después de la ora de las nuebe, desde la casa de dicho comandante, patrullando por todo el pueblo hasta la ora de las tres poco más o menos, después de haber salido de la casa de dicho comandante … al sitio del Corrillo conoció al que se declaró ser Esteban Zamorano en disposición de estar haciendo una diligencia personal, a la boz de decirle quién ba a la ronda, y que dando buelta por el barrio del Salbador y pasando a la Plaza biendo una persona debajo del portal de la carnicería y otras diferentes fuera de el… y vieron ser Bernardo del Pozo, hermano político de dicho Esteban, …y que durante dicha noche encontraron diferentes personas reunidas a quienes no conoció el testigo a motibo de no tratar de conocerlas, biendo que no hacían daño y que dicho comandante podrá dar más razón como que se acercaba a su reconocimiento, y que también hallamos al señor alcalde constitucional hacia la puerta de don Gaspar Costilla y Ambrosio Fernández, dando a entender que iba a dar una buelta a las viñas…y qua a las once y media o las doce entrándose en la casa de dicho comandante ocurrió la nobedad de que a la puerta de la calle dieron golpes fuerte de palo o piedra y habiendo salido a reconocer, no hallaron a nadie, y sí notaron quatro pelotones de gentes en diversos puntos, motibo por el que temiendo una asechanza o benganza según indicaban, no permitió dicho comandante saliesen al frente por carecer de defensa, manteniéndose por lo mismo reunidos hasta dicha ora de las tres que salieron para sus casas ”.

Por este testimonio sabemos que todas las noches se formaba una ronda de seis individuos, al mando de uno como comandante, y se hacía mediante sorteo entre los vecinos del pueblo, que hacía un recorrido por todo él para asegurar el orden público. Se ve que esa noche de un domingo en que no se había trabajado había mucha gente tanto en la taberna como por otras calles con ganas de bureo.


Testimonio de Fernando Ledesma de 46 años, que “fue nombrado por el señor juez constitucional comandante de la partida nocturna”, declara que se presentaron en su casa Bernardino Soto, Estanislao Robles, Santos Fernández Alonso en representación de Ambrosio Ximénez que se hallaba nombrado, y no lo hicieron Alfonso  Rodríguez y Gabriel Asensio, de oficio pastor, que también resultaban de la papeleta dada por el señor juez constitucional, dice que vio a Esteban Zamorano, acompañado de su hermano Francisco, y de su hermano político, Manuel Alonso, en el Corrillo. Más tarde en la Plaza Pequeña bajo los portales de la carnicería, donde estaba embozado Bernardo del Pozo, “vieron venir un pelotón de gente hacia la taberna que hicieron alto a la boz de la ronda y resultaron ser Ysidoro y sus hermanos  Esteban y  Francisco Zamorano, Manuel Alonso, Damián Fernández, Santiago Rodríguez Pernía, Bernardo Lorenzo, de estado soltero, y Pedro Valverde, de oficio pastor, quienes se notó llebaban un cantimplor de vino con la que brindaron a la patrulla, y por el declarante fueron amonestados se retiraran para sus casas pues ya era la ora de cerca de las once, y siguiendo hacia San Andrés, barrio de Santa María y San Pedro se hallaron con dicho señor alcalde quien les manifestó iba a dar una buelta a las viñas y estaba esperando al regidor Josef Asensio y al ministro Juan Badallo, a quienes habían encontrado antes, y se hizo presente  a su merced las gentes que habían hallado hacia la Plaza y en la disposición que hiban, a que contestó que como no hiciesen daño se podía tolerar, y ya cansados de dar la buelta a todo el pueblo, se retiró a su casa con los susodichos a descansar un rato y darles un trago con ánimo de bolber a continuar hasta la mañana; lo que no hizo ni permitió por ebitar las malas consecuencias que pudieran ocurrir al ber que fueron insultados por dos beces, golpeando a la puerta, cucándoles, y salido a la puerta a reconocerlo adbirtieron su dispersión al momento y fijados en cuatro puntos distintos por la parte de arriba, al frente y por bajo, reconocieron otros tantos pelotones, cuya distancia no les permitía conocerles y desde dichos sitios repetían la cuca y probocación y porque el declarante adbertía ser una temeridad arrojarse a ellos, siendo sólo quatro y sin armas con que poder contrarrestar a dicho pelotones, de suerte que en esta inación perseberaron hasta las tres de la mañana, que biendo habían desaparecido, permitió la salida de los tres patrullantes

No siempre los designados para la ronda acudían, unos no compadecían, y otros ponían un sustituto, como declara Santos Fernández de 30 años, “que habiéndosele pedido por fabor por Ambrosio Ximénez, de esta vecindad, fuese de patrulla, haciendo sus beces”, aunque supongo que sería a cambio de dinero, por ser Ambrosio comerciante y con hacienda.

El testimonio de Estanislao Robles, de 56 años, es coincidente, casi calcado: “Quatro pelotones de gentes repitiendo la cuca e insultos con boces fingidas según acostumbraban, a quienes no pudieron conocer por la distancia que mediaba de dicha casa a los insultadores, a pesar de la luna que hacía”.

Testimonio de Rosa Rodríguez, 47 años, mujer del alguacil, declara que entraron dos hombres en la Plaza Pequeña, hacia la casa de Ambrosio Ximénez (en la esquina de Rejadorada con calle de la Fábrica) y otros dos a la puerta de Jerónimo Reñones (rincón de la Plaza del Reloj)

Ese mismo día, después de estas declaraciones de testigos,  se pasó el expediente a estudio del licenciado don Segundo Trabadillo, a quien el juez nombra por letrado asesor, costumbre que se hacía al ser los jueces locales poco versados en las leyes. Trabadillo lo rechaza por “por hallarse con desazones de cabeza que le aumenta el temporal”, aunque más bien creo que fuera por tener cierta amistad con los reos o sintonía política, y nombra nuevo asesor a don Jorge Cifuentes, vecino de Villalpando, que en su escrito recomienda que se examine de nuevo a los testigos para que aclaren mejor las circunstancias, y a los vecinos inmediatos al lugar de los hechos. Y que con lo ya actuado que se ponga en prisión a Isidoro, Esteban y Francisco Zamorano “observando lo prescrito en el artº 287 en quanto al mandº de la Constitución, integrando copia al alcaide, a quienes se les embargará sus bienes y se depositarán en la forma hordª, arreglándose al artº 294 de la misma”, y cuando se les haya tomado declaración se dé parte a la Sala del Crimen de la Real Chancillería por mano del fiscal de la Audiencia Territorial.

Los testigos se reiteran en lo declarado.

El alcalde Concejo “con más despejo de cabeza” declara que ahora se acuerda que se acercó el regidor Asensio a Isidoro Zamorano, éste le dijo que “con él nada hiba”, lo que considera una prueba de la premeditación.



1 Lugar de los hechos. 2 Cárcel pública. 3 Casa del escribano Vitacarros. 4 Casa del cirujano don Zoilo. 5 Taberna pública.


Los hechos ocurrieron “a la esquina de la bodega de los Costillas y campo que media a la casa de  Juan del  Teso, la de Francisco  Mateos  González y bodega de Frechilla y que todo ello en circunferencia forma el circuito de beinte varas, …que la piedra disparada del pelotón y que se descubrió al bolber la esquina y le dio en el pecho fue de la mano del reo Esteban Zamorano, y el garrotazo que recibió sobre el hombro fue de la de su hermano Ysidoro, y que derribado en tierra fue quando el  Francisco, hermano de los susodichos le dio reiterados latigazos en la cara con un látigo de caballería o vergajo de buey, y que por el dicho Esteban fue amenazado por dos beces con la espada que quitó al ministro… viéndose tan atropellado y ultrajado esclamó en altas boces que le faborecieran los vecinos, pero ninguno de ellos salió en su socorro, y que estando tan próxsimos los dichos Juan del Teso, y Francisco Mateos, Manuel Balverde y doña Juana Trabadillo, no pudieron por menos de oírle”. Considera que los motivos del ataque pudieron venir de que “el abastecedor del vino, Manuel Valverde se quejó que Estanislao Robles y su hijo Manuel habían contrabenido a lo condicionado en el remate de dicho puesto de vender vino después de puesto el sol en día de domingo señalado por franco, causándole a dicho abastecedor un notable perjuicio, con cuyo motivo pasó a la casa de dicho Manuel en donde se hallaban el dicho Ysidoro Zamorano,  Bernardo del Pozo y Santiago Rodríguez, de esta vecindad, acompañado de dicho abastecedor a el qual los mismos biendo su queja, se enzarzaron y trataron de maltratarle, a no ser su presencia, aunque mal respetada y obedecida a las amonestaciones que les hizo”. Refiere otra serie de incidentes que había tenido con los reos, como que el pasado 16 de septiembre “por haber sido osado a improperarle de un procedimiento judicial de retención de pago al guarda de la dehesa de Muélledes… amenazando de quitar la vida a Manuel Alonso”. La causa había quedado suspensa por las graves ocupaciones del alcalde en asuntos de la nación y real servicio en recaudación de las contribuciones. Va desgranando otros asuntos en los que se habían visto inmersos:

- la perforación de un candado para soltar una caballería que le habían prendado por hallarla haciendo daño,

- a Francisco por que le prendaron una vaca que estaba pastando en la Alameda,

- a Esteban e Isidoro les había quitado los sobeos de los carros por no pagar una multa en beneficio de las ánimas del Purgatorio por trabajar en domingo acarreando barro y tejas,

- Isidoro no había querido ir a Santovenia con un bagaje que le cupo ni había querido pagar “dos pesetas” que le correspondían a los de su clase cuando vinieron al apremio seis soldados, insultando al alcalde.

Afirma que: “se han separado y separan siempre de cumplir con los deberes de la justicia”.

En la segunda declaración del regidor José Asensio dice que no conoció a los que les cucaban desde la panera del duque por la sombra que hacía allí la luna, y no conoció a los que le tiraron la piedra al pasar, y que los vecinos si no lo vieron, al menos lo tuvieron que oír.

La mujer del alguacil refiere que oyó los gritos de auxilio del alcalde pero que el regidor no quiso acudir aduciendo que esperarían allí, a la puerta de la cárcel a donde acabarían llevándolos.

Toman declaración a los vecinos, la mayoría de ellos alegan que no habían visto nada.

Dª Juana Trabadillo que vivía en la plaza, “al frente de su casa a la esquina de la panera de S.E.”, dice que no vio ni oyó nada “sin duda por cogerle rendida al primer sueño”.

Francisco Mateos González, que vivía al principio de Rejadorada tampoco oyó nada “por tener el dormitorio en lo interior de dicha su casa … como que la taberna estar por bajo de su casa y es la causa de ser muy frecuente la vulla, principalmente las noches de fiesta y su víspera

Ambrosio Ximénez, que vivía en la actual casa de Alfonso Domínguez declara que “siendo frecuente las noches festivas y de vísperas la vulla y ruido, boces quiméricas, unas fingidas y otras ciertas en la calle donde habita el testigo por estar inmediato al puesto de la taberna, no hizo alto de haber oído correr gente y oír una boz que al cogerle quasi dormido, a su parecer dijo pícaro, pero que de ninguna manera adbirtió y entendió fuese la boz  del sr alcalde, que de haber sido así al momento de hubiera tirado de la cama y prestado todo su auxilio, a pesar de los expuesto que es una acción semejante de noche y dando con gentes embriagadas”.



Otros vecinos alegaban estar ausentes para no ser notificados, el juez manda que se notifique a sus mujeres para no dilatar la causa, y el 23 de noviembre manda al alguacil Badallo  que prenda y ponga en la cárcel a los reos “teniendo presente el artículo doscientos ochenta y siete de la Constitución Política de la Monarquía”.

Badallo como “ministro ordinario del juzgado y alcaide de la cárcel, notifiqué y leí las diligencias siendo las siete y media de la mañana a lo que respondieron obedecían el mandato”.

Juan del Teso que vivía en la Plaza Grande, detrás del actual frontón, declara que estaba ausente en Arcos de la Polvorosa, y su mujer se hallaba de sobreparto en la cama. No obstante en la declaración de ésta, Nicolasa Trabadillo,  estando en su lecho cotidiano descansando, oyó repetir por dos o tres beces la boz de fabor a la Xª, vecinos, cuya boz le parió salir de la boca del sr alcalde constitucional, oyendo diferentes golpazos sin saber quien los daba, y que una o dos personas echaron a correr hacia la parte baja de su casa, y por encontrarse en una situación tan peligrosa no se atrevió a lebantarse y habrir su puerta… el criado que tiene, Marcelo López, biéndole embriagado sumamente y en un sueño quasi aletargado no se determinó a llamarle

Beatriz Fernández, mujer de Antonio Cuadrado, que vivía en Rejadorada, oyó las voces y un golpazo a la puerta, y miró por una ventanilla y vio pasar “un hombre de bastante estatura con montera calada con su capa, y otro también de estatura alta con montera ordinaria según estilo del país, bajado el pico de la frente, y la capa terciada por debajo del brazo”, pero no los conoció. Su marido, de oficio arriero, declara que no oyó ni vio nada.

Bernarda Fernández, mujer de Manuel Valverde, que también vivían al inicio de la calle Rejadorada, en la acera de la derecha según se mira a la iglesia, era el encargado del abasto de vino ese año: “ser su casa el puesto público de la taberna, cerrada que fue como les está mandado a la ora de la queda”, declara que no oyeron nada.


Plano de principios del siglo XX

En las primeras declaraciones tomadas en la cárcel el día 24 al preso Isidoro Zamorano, de 36 años, admite que el alcalde le había reconvenido cuando estaban tomando vino en casa de Manuel Robles a pesar de estar puesto el sol, como estaba mandado “sí les reprendió por ser ya de noche y no poder bender dicho género más que hasta la ora de puesto el sol”, pero niega que estuviera a la una, frente a la iglesia de Santa María y fragua de Chimeno, pues a esa hora ya estaba en su casa. Sí que admite que a las once se encontraba en la Plaza Pequeña donde habló con el comandante de la ronda, Fernando Ledesma, pero se retiraron para sus casas a las once y media. Dice que no tiene queja ni resentimiento contra el alcalde. Se enteró a la mañana siguiente cuando se levantó, que lo comentaban algunas mujeres.

Esteban, de 33 años, declara el día 26 lo mismo y que no se enteró hasta cerca del mediodía en que estaba a la puerta de su casa acribando.

Francisco, de 21 años, declara que “de resultas del juego de pelota en aquella tarde, acompañado de su cuñado Manuel Alonso Rodriguez y de su hermano legítimo Esteban, se entraron a cenar en casa de éste, y los tres juntos salieron a dar una buelta por el pueblo”, que se encontraron con la ronda y les ofrecieron una vasija de vino, y se retiraron para sus casas a las once.

Pasan a tomar declaración el día 27 a los que acompañaban a los hermanos Zamorano mientras estaban bebiendo en casa de Manuel Robles.

Empiezan por Pedro Valverde, pastor de Antonio Rodríguez Palomino. Dice que cuando se encontraron con la ronda no serían las 10 porque acababan de tocar a la queda, que anteriormente se encontró en el Corrillo con Isidoro Zamorano, Santiago Rodríguez y Bernardo del Pozo, que le dijeron que, como tenía el ganado de majada esa noche, que sacara una cuartilla de vino de casa de su hermano Manuel, tabernero, y le dio dinero Isidoro “y berificó dándole vasija y taza… que Ambrosio Ximénez estaba debruzado a su puerta quando pasaron y les dijo si hiban ya de retiro” A pesar de ser pastor sí sabía firmar.

En su declaración, Bernardo Lorenzo, sobrino y criado de Esteban Zamorano, asegura que se retiraron sobre las diez


Bernardo del Pozo declara que estuvo “tomando una cuartilla en casa de Manuel Robles antes de ponerse el sol …como que era franco dicho día… se entró en el portal del Ayuntamiento a berter aguas” y después de beber en la calle se fue a reconocer los ganados que estaban en su tierra sobre las diez y luego se retiró a su casa.

Santiago Rodríguez Pernía, sobre las diez se retiró para su casa y “hacia su puerta se hallaban don Jóse Orduña, don Manuel Gallego, Pedro Salagre, Francisco Martínez, Matías Botas, Bernabé y Miguel Colino, …y su ánimo era sin duda esperar su llegada para tomar aguardiente, de la que es abastecedor, temeroso de hacerlo por estarle prohibido de parte de la justicia después de la queda, se contubo y retiró al mismo sitio en que había estado

El mismo día se procede al embargo de bienes de los procesados.




A Isidoro Zamorano: un banco de respaldo, una mesa, dos cerdos camperos, un par de bueyes, 50 cabezas de ganado lanar, 12 cargas de tierra de las que tiene sembradas de trigo, cebada y centeno, y se depositaron en su hermano Santiago Zamorano.

Luego fueron a casa de Esteban y le embargaron: un banco de respaldo, una mesa, un cerdo campero, un par de labranza, seis cargas de tierra sembradas y se depositan en el mismo

A Francisco le embargan un banco pequeño, una mesa, un cerdo campero, un par de vacas y seis cargas de tierra sembradas, depositados en Onésimo del Pozo, su suegro.

Ese mismo día los presos presentan un escrito:

hace seis días que nos hallamos en dicho calabozo lóbrego y perjudicial para la salud, sin saber hasta ayer veinte y seis el motivo de nuestra prisión, y protestando dar la competente queja ante la soberanía de las Cortes, de la infracción de la Constitución por habérsenos preso sin la información competente, o auto motivado que debió hacérsenos saber de conformidad con uno de los artículos de la Constitución”,

niegan los hechos y dicen que les acusan por haberlos visto la ronda ese día:

“reunidos de resultas del juego de pelota en aquel día festivo… labradores con yuntas propias y algún arraigo en el pueblo que por lo tanto no hay que tener la fuga… senos conceda libertad bajo fianza

Ya les permitían “salir del calabozo (única prisión que tiene la cárcel) para el cuarto antecedente, portal y cocina de que disfruta el Alcaide por estar inhabitable la habitación alta por la ruina que padece”.

El juez, después de darse por enterado, solicita que declare el cirujano titular de esta villa si está dicho calabozo insaluble.

El cirujano: “habiendo reconocido el calabozo de la cárcel pública de esta villa le juzga insaluble por ser vajo, úmedo y sin ventana con que cerrar la reja que tiene de bentilación, dando como da a la parte del norte, en el caso de que permanezcan en el calabozo los que capturan más tiempo del regular, haciendo igual juicio del quarto antecedente y del portal por igual causa de estar en lobreguez, faltos de puertas para su abbrigo por la correspondencia al aire de la sierra

El edificio de la cárcel estaba situado entre las dos plazas, en el que luego fue escuela de niñas, y actualmente está el bar del Club de Jubilados.


El letrado asesor escribe desde Villalpando que pueden quedar libres bajo fianza, lo que se lleva a cabo el día 30.

Ese mismo día se declara la sanidad de los lesionados, a pesar de quedarle al alcalde una pequeña escoriación en el labio inferior.

La fianza para soltarlos la dan Jenaro y Santiago Zamorano por sus hermanos Isidro y Esteban, y Onésimo del Pozo por su yerno, Francisco.

La descripción de la montera que había perdido uno de los agresores nos aproxima a la vestimenta tradicional de la época: “es de echura de las que venden en Villalpando y Valladolid, de paño pardomonte, forrada de terciopelo, no calada, su casquete de  bayeta morada,  y alrededor un vramante o cordezuela que la encoje, con su ribete de vitán, la qual su estado es de media usa”. Presentan la montera a Manuel Alonso Ruiz, yerno de Concejo, y dice que cree que es la que usa Isidro Zamorano. Felipe Concejo, criado de Isidro, y sobrino del alcalde, también lo afirma. Sin embargo, don Teódulo Orduña, Antonio Rodríguez Palomino, Tomás de Prada, Jerónimo Ramos, José Rodríguez, Pedro y Joaquín Miguelez no lo afirman por haber diferentes monteras en el pueblo de la misma echura .

Se da traslado a la Sala del Crimen de la Real Chancillería el 23 de noviembre. Con los cambios habidos en las estructuras judiciales con la legislación del Trienio, que es la de las Cortes de Cádiz, se ha transformado en Sala de la Audiencia Constitucional de Castilla la Vieja y León, el 29 emite una providencia de contestación al juez mandando que prosiga la causa dando cuenta a la audiencia de los adelantamientos todos los meses.

El dos de diciembre se vuelve a tomar declaración a los procesados. Esteban niega que fuera él el que lanzó el peñazo que le dio en el pecho, Isidoro el garrotazo en el hombro y Francisco los demás golpes en la cara. Lo mismo afirma Francisco. A Isidro no lo encuentran y declara al día siguiente un testimonio coincidente.

Trasladan los autos a Alonso Concejo como parte perjudicada, que dice que no necesita personarse ni letrado, por que como la ofensa es a la Justicia, debe ser la Justicia la que prosiga la causa de oficio, nombrando al efecto un Promotor Fiscal.

Se nombra el 7 de diciembre Promotor Fiscal a Juan del Teso, atendidas sus circunstancias y conducta. Acepta y jura declarando que tomará consejo de asesor letrado de ciencia y conciencia.

En el alegato del fiscal, asesorado por su letrado afirma que: “el delito que se persigue en esta causa es de los más enormes, y de los que la menor indulgencia habriría una brecha irreparable en la sociedad. Esta sea la que quiera su forma no puede subsistir sin que los individuos que la componen respeten a las autoridades constituidas. Desobedecerlas solamente es un crimen grave: despreciarlas e insultarlas, gravísimo: atacar su esistencia y seguridad individual es uno de los más horrendos y execrables”. Da por hecho la autoría en virtud del reconocimiento por parte del alcalde y del alguacil de sus agresores, y por el testimonio del regidor Asensio, así como porque algunos testigos reconocen la montera. Pide que vuelvan a la cárcel, y si es insana la de la villa, a otra próxima. Solicita una condena de seis años de presidio.

El 15 de diciembre trasladan los autos a los acusados para que respondan y los devuelvan en el plazo de tres días. Como tardan tiene que requerirles el juez bajo multa y si no arresto. Cuando va Badallo a notificarles les dicen sus mujeres que no se hallan en el pueblo

El día 21 devuelven los autos y presentan el escrito de defensa alegando que deben ser nulos los autos por que el promotor fiscal ni les ha interrogado ni es competente, las acusaciones son infundadas, por lo que tratan de desmontarlas y ya no tienen contemplaciones con el alcalde, como en su primera declaración, pasando al ataque:

-Las heridas fueron tan leves que se han curado en poco tiempo “y a el auxilio de un poco de vino tivio”,

-el alguacil es un “solegne embustero

-el alcalde “se pudo olvidar de su oficio, después de bien atestado de merluza y vinobuscando como buscaba el fabor que no encontró, atolondrado en la cabeza, tropezó, y se halló con el golpe en el pecho y las señales en los labios y la mejilla que se le pudieron imprimir en la caída, y se le figuró en su atolondramiento que había sido un latigazo”.

-Inciden en la posible embriaguez del alcalde como causante de todo “el vino tibio, sobre el caliente que rebosaba en sus estómagos y los vapores exaltados sobre la cabeza causaron sus males”,

-la montera “es una de las muchas que se benden por los gorreros de Valladolid, parecidas todas entre sí, y usadas por quantos quieren comprarlas, de que no se encuentran pocos en este pueblo

-“el atolondramiento de cabeza  que padece el alcalde y confiesa el mismo que le poseyó aquella noche también lo tuvo otra y otros días, tirado por las calles y bien cargado de razón para ello y para dar que decir a quantos lo bieron y admiraron con orror y con escándalo. Así no es demás que se concite enemigos añadiendo echos consiguientes a la situación en que suele ponerse, y que estos sean tan umanos y poco sanguinarios que se contenten con mofarle, cucarle y abergonzarle  sin erir a la autoridad …

-en el caso del sobeo que les quitó, “…atribuyéndonos una infración de un precepto de la Iglesia, siendo su Merced tan escrupuloso y delicado en su obserbancia, que no tuvo reparo en arrimar un carro de espadañas y tres bigas en unión con el procurador aprovechando la fiesta, y el dinero que llebaron”.

 Concluyen que “en Villafafila se encuentra el purgatorio con un alcalde semejante, y pasaría a ser el infierno si dura siempre”.





Reclama, que, como ya se han constituido las provincias y los partidos, que el proceso pase al juez del parido correspondiente.

El juez decide trasladar los autos al asesor, previa comunicación al promotor fiscal, y a los procesados. Pero hasta el 24 no localiza a Juan del Teso y a los hermanos Zamorano hasta el 28.

El Licenciado Cifuentes, asesor, manda que se reciban a prueba a las partes durante 20 días.

Los hermanos recusan al escribano Vitacarros para hacer la prueba y piden al juez del partido que nombre un escribano distinto. Aducen que lo recusan por no ser escribano de Ayuntamiento, y que hay nombrado otro escribano de Ayuntamiento “nombrado a pluralidad absoluta de votos”. El nuevo escribano de Ayuntamiento era Segundo Trabadillo, al que en principio había querido el juez nombrar asesor y había rehusado.

En enero de 1821 es juez interino de primera instancia de Villalpando don Ginés Casanova Navarro, que manda que se haga la prueba por el escribano original con un acompañado imparcial. Lo hace Diego Gutiérrez, el otro escribano de número.

Los hermanos Zamorano después de hechas las pruebas presentan un escrito quejándose de que el escribano les retiene las probanzas con la disculpa de que le tienen que pagar sus honorarios y los del otro escribano por valor de media onza de oro y pasan al ataque contra Vitacarros: “este estilo bárbaro, despótico y arbitrario de los requerimientos que han acostumbrado la prepotencia de los escribanos de Villafáfila, ejecuta hasta la presente en todos los autos contenciosos ha debido concluir aún antes que la Constitución diese principio; pero hoy al beneficio de la misma desaparecer totalmente”. Vuelven a insistir en la malicia del escribano en formarles la causa, en el parentesco con el alcalde Concejo, piden que los derechos de escribanos no se abonen en ese momento y pasen a figurar como costas judiciales.

En marzo ya están las probanzas en poder del juez de Villalpando que dice que las partes pueden hacer peticiones ante el juzgado por medio de procurador. Los hermanos dan poder al procurador de Villalpando Gregorio Zamora. El juez de Villalpando nombra un nuevo fiscal a uno de los procuradores de Villalpando, Francisco Villasante

La probanza del promotor fiscal:

Incide en los antecedentes de otros procedimientos judiciales de los hermanos Zamorano: “si han dado lugar a muchas criminales por su genio audaz” y que Concejo “es un sujeto de notoria onrradez en Villafáfila, y que por sus prendas recomendables a octenido todos los destinos de república en diversos años a satisfacción de los buenos

Presenta como testigo a Badallo que dice que han sido procesados varias veces, y que Isidoro había insultado al alcalde Concejo: “quando la reunión de parroquias para sacar vocales para la de justicia de este año, los contenidos tres hermanos manifestaron al Ayuntamiento insubordinación y desobediencia… perturbando el acto que se celebraba con sus dichos y actuaciones”. Dice que estando en la cocina de la cárcel él y su mujer, Isidoro le dijo que no había sido su ánimo hacerle daño “y que habiéndose caído sobre el declarante se había cortado un dedo de la mano…que la capa, montera y sombrero aparecerían y que la espada se hallaba en casa de Damián Fernández



Los otros testigos dicen que las causas criminales de los hermanos lo saben de oídas y se remiten a los autos, y coincide en afirmar que Concejo es un hombre bueno. Los que habían declarado anteriormente se ratifican en sus declaraciones

Miguel Salagre, de 49 años, sí que testifica contra los hermanos y los tacha de: “sugetos orgullosos y quiméricos principalmente los dos primeros con otro hermano llamado Santiago”, y nos deja testimonio de unos incidentes políticos que habían ocurrido en el año 1814, recién acabada la Guerra de Independencia y antes de conocer las intenciones del Fernando VII: “en el año de ochocientos catorce teniendo ospedado en su casa al predicador de Semana Santa, en la noche del Domingo de Ramos, tres de abril, hallándose en su visita y cortejo los regidores Fernando García, Silvestre Zamorano, Onésimo del Pozo, Juan del Teso, el procurador de la tierra, don Silvestre de León, vecino de Arquillinos, Felipe de Vitacarros como Diputado de la Provincia, don Gabriel Costilla y don Juan de León, de esta vecindad, y el Alcalde Mayor, Tomás García, y el ministro ordinario Gabriel Rodríguez, estando celebrando el regocijo de la Ploclama que presento el procurador de la tierra de parte del Gefe Político de la Provincia, anunciando la venida de S.M. que Dios guarde, para este su reino, cantando al mismo tiempo una canción patriótica alusiva a lo mismo, fue insultada y querido allanar su casa tirando piedras a la puerta y ventanas de la dicha casa además de la cuca y probocación que producían y habiendo salido a su reconocimiento dicho regidor Zamorano y demás que lo acompañaban se bió que los tales insultantes eran sus hijos Ysidoro, Esteban y Santº, quienes desobedeciendo le atropellaron, por cuya razón imploró Xª contra ellos, y de resultas de su satisfacción y de la vindicta pública fueron presos durante los días de Semana Santa”. Parece intuirse un conflicto entre los mayores y autoridades establecidas, partidarias del regreso al antiguo régimen, y la juventud más conforme con los cambios que habían traído la Constitución de 1812 y leyes promulgadas por las Cortes de Cádiz. Además el atropellamiento de los hermanos Zamorano a su padre pudiera deberse a que después de enviudar de su madre se había vuelto a casar el año anterior.

Alejo Alonso, procurador general el año 1820 declara que “estando en el ayuntamiento con los guardas del campo, habiendo concurrido bastante número de vecinos en la Plaza, entre ellos Esteban e Isidro, y duda de Francisco, y a la boces o murmullo que traían salió el regidor decano don Marcelino de León y el declarante se quedó en la antesala que sale al corredor, oyó los insultos contra el Ayuntamiento y que amonestaban al alcalde a que bajase y los arrestase”.

Protestaban porque se había recibido a los guardas del campo sin contar con la voluntad de los vecinos. Es una de las varias protestas y concejos con altercados de ese año.

Bernardo Tejedor dice que no recuerda el incidente, acude con si tío, el licenciado Segundo Trabadillo como asesor, del que ya intuimos que tenía buenas relaciones con los Zamorano.

Como prueba de los antecedentes, se transcriben algunos autos criminales en los que se han visto implicados:

- Uno de la Sala del Crimen de 1806 por hurtos y raterías en Villafáfila y alrededores contra Atanasio, Simón y Mariano del Campo, Pablo Lorenzo, Julián García, Isidoro Durantes, Alonso Chimeno, Antonio Lorenzo, Jerónimo Ramos, Francisco Martínez, Isidoro Zamorano, y Antonio González, presos en la Real Cárcel de esta Corte, de la qual inmediatamente se les ponga en libertad, y en quanto a los ausentes Tomás de Prada y Santiago Zamorano, y sirviendo a aquellos en parte de pena la prisión que han padecido y a estos la ausencia de sus casas, se les condena en la costas causadas, y se les apercibe seriamente que en lo sucesivo arreglen sus conductas y se abstengan de dar el más mínimo motivo de sospechar de ellos, aplicándose constantemente al trabajo y separándose de toda compañía sospechosa, pues de lo contrario y en la menor reincidencia, serán destinados por ocho años a uno de los presidios de África y se tomará contra ellos las demás probidencias a que hubiere lugar. Se encarga a las Xusticias de la villa de Villafáfila que en adelante sean más activas y celosas en el cumplimiento de las acciones de sus oficios, y sin disimulo alguno, velen y celen sobre la conducta de sus súbditos y especialmente de los reos Atanasio del Campo y consortes” . Apolinar y Diego del Río también presos en la cárcel siguieron allá.

-Causa de oficio de 2 de noviembre de 1817. Francisco Martínez había sido herido gravemente y culpaba a los hermanos Isidoro, Santiago, Esteban y Francisco Zamorano y a Felipe Rodríguez, criado de Francisco.

Estando recogidos en sus casas en alta noche noticiosos de que a Francisco entonces soltero lo habían herido y maltratado en disposición de suponerle muerto, salieron en paños menores y se hallaron en la quimera de que resultó herido Francisco Martínez. Se les condena en las costas, gastos de curación de Francisco y jornales de éste.

-El 17 de septiembre de 1820 se inició una causa por insulto e inobediencia de Isidoro al alcalde Concejo según testimonio de Badallo y su mujer.

-Otra de 1814 en 30 de noviembre habían resultado heridos Antonio García, Vicente Alonso, y  don Cipriano Orduña, Esteban Zamorano, Juan García Rodríguez, Miguel García, Manuel García Zamorano, habían cucado e insultado a la ventana y puerta de Blas Tejedor a las personas que se hallaban por dentro divirtiéndose atribuyendo dicho exceso del escopetazo de perdigones a los que salieron de la expresada casa a tomar satisfacción , sentenciándose en 1817 en virtud de un pedimiento de transación y conbenio

-Otra contra Isidoro Zamorano de 22 de octubre de 1814 por Alonso Gutiérrez como alcalde ante Diego Gutiérrez como escribano, por haberse resistido a un apronte de un carro de mulas para conducir un tren de un jefe comandante de la plaza de Benavente que bajaba para la ciudad de Toro respecto de haberse concluido el sorteo y haber sido uno de los labradores que menos había pechado en la época de la pasada guerra, faltando a la obeciencia y respeto a la señora Xª. Le condena en los daños causados a su convecino Blas Tejedor que tuvo que poner un carro y a las costas.

Isidoro protesta por las certificaciones de estas causas por parte de los escribanos, y por la tardía  remisión de la causa del escopetazo al fiscal de la Audiencia Territorial, tan tarde como el 24 de diciembre de 1820 por el alcalde Concejo, cuando ya estaba en marcha el proceso de las agresiones: “se disimule la demora que se a padecido en la remisión sin más causa ni motivo que la de hallarse los procesados y sus familias conexionadas de parentesco íntimamente, que es justamente el causal de no prestar sumisión y obediencia a la autoridad representativa, mal que es imposible ebitar un juez lego ligado según se indica” A esta protesta se suma el secretario Segundo Trabadillo, que actuaba de escribano acompañado de los dos del número porque habían sido recusados por los Zamorano: “el infrascrito acompañado, por lo que a mi toca me agrego y adhiero a la protesta de Isidoro sobre la falsedad de la exposición al fiscal de la Audiencia en la causa del escopetazo, de que va certificado”.

En 21 de febrero el escribano Gutiérrez y el alcalde don Cipriano Orduña se hallaban en la Venta de Costilla, haciendo autos sobre una causa de un maragato, no sabemos su contenido.

Probanza de los hermanos

Sus preguntas van encaminadas a demostrar que:

-Concejo esa noche no ejercía como alcalde, que iba borracho, que ya anteriormente un día lo habían tenido que traer borracho de la venta,

-que en otra ocasión había obligado al abastecedor del aguardiente a que le franquease su establecimiento para él y otros después de las nueve, que se emborrachó y quedo tirado en la calle y lo tuvieron que llevarlo a su casa

- que un día festivo había arrimado un carro de espadaña y unas vigas, por dinero, y si pagar la espadaña,

-que la montera perdida en la agresión no es de Isidoro, y que Felipe Concejo, que había sido criado de Isidoro Zamorano, era sobrino y Manuel Alonso, yerno del alcalde, son los únicos testigos que lo afirman.

Segundo Trabadillo actúa como fiel de fechos  es decir como escribano acompañado de Vitacarros para la probanza, porque los dos escribanos de numero de la villa habían sido recusados por los reos. El promotor fiscal, Juan del Teso se opone porque Trabadillo ha sido consultor de los procesados “es público su frecuente trato y unión de poco tiempo acá con los mismos”.

José Barrera de 42 años dice que en una sesión de noviembre, poco antes de la agresión, el alcalde estaba tocado del vino. En el año 1816, siendo procurador Alonso Concejo lo vio en la venta de Costilla bebiendo vino con el alcalde Silvestre Zamorano, con Don José Orduña y José Alonso, notando que tuvo que salir a provocarse y lo tuvo que traer su yerno en una caballería para casa.

Dice que se cuestionó con el padre predicador de Semana Santa el año anterior a motivo de decirle que porque no había pagado la limosna su yerno.

En otra ocasión “estando en la tarde del día de Santiago este testigo bebiendo con otros sus conbecinos inmediato a la taberna  a propósito de zierta cuestión que sucedió en dicha taberna y fuera de ella les embistió al que declara y compañeros precipitadamente, dándole un pechugón a Manuel Fernández, de esta becindad  y abiendo concurrido al sitio y en aquella sazón el hijo del mismo Concejo, le oyó decir a éste que qué hacía que no sacaba una nabaja y sangraba a uno, lo que motivó la resistencia de no querer irse preso Alfonso Fernández, que salía en defensa de su tío Manuel”. 

 

José Rodríguez testimonia que la noche del 19 “el alcalde Concejo permenció en casa del regidor Josef Asensio hasta la hora de las dos en donde comieron porzión de merluza o pescado abiendo llebado por dos veces un cántaro de bino a dicho efecto 

Dice que un domingo el alcalde había arrimado un carro de espadaña a su casa, y los hermanos Isidoro y Esteban habían llevado un  carro de barro para casa de su primo Cipriano de Prada, y otro de teja para la criada de Isidoro.

Una de las cosas que quieren demostrar es que se habían retirado a casa antes de los once por lo que no habían podido ser los agresores: “La noche de autos sobre las once habiéndose lebantado  este testigo a hacer aguas a la puerta de su casa vio la de Isidoro abierta”

 

Francisco Martínez, dice que un domingo tenían preparado el carro el alcalde Concejo y el procurador para ir a buscar madera para la casa del tejar. Había tenido un altercado con un vecino, Domingo del Teso, y habría sido por un juicio que tuvo por el burro y que el alcalde había fallado en favor del cortador.

 

Francisco Zid ratifica que el incidente de Domingo del Teso había sido porque habían dado cuenta de que había maltratado al abastecedor de la carne, y fue a su casa donde habían más gente y al llegar estaba a la pueta del corral y le dijo que vieniera y Domingo le dijo con la mano venga usted acá, y se asieron y Domingo lo quiso tirar al pozo de su casa, el alcalde llamó a los escribanos para registrar la casa y no lo hallaron”.

 


Bernabé Colino, de 55 años, que vendía pan por los pueblos, relata que el día de la reunión vecinal en el ayuntamiento para dar a conocer unas provisiones el alcalde Concejo se levantó varias veces y cayó la vara, lo que “le hizo sospechar que pudiera aber bebido más de lo regular. Viniendo de las aceñas del Hoyo, venía el carro del alcalde y otro con madera y la descargaron en el tejar.

 

Manuel Fernández, jornalero, 55 años, estado de caza vio un domingo que venía el carro del alcalde cargado de espadaña, también vio un carro de Martín Calzada, cargado de teja. 

 

Don José Orduña, que era uno de los que se hallaba en la venta de Costilla en el año 16, con el alcalde Silvestre Zamorano, con Alejo Alonso y con Concejo, que era entonces procurador, estuvieron merendando pescado, Concejo se salió fuera y cuando fueron a buscarlo estaba “echado al sol y tratando de que se lebantase y bolbiese para dentro le dijo que le dejase advirtiendo también que se había probocado que no puede decir este testigo que fuera efecto del bino o del pescado”. El año anterior se hallaba con este testigo en el abasto del aguardiente en casa de Santiago Rodríguez, “donde cenaron unos varbos y habiéndose salido este testigo quedó sentado a la lumbre el nominado Concejo”. Otra noche en el mimo sitio “bió al citado Concejo con los regidores Alonso y Asensio estar echados a la luna por fuera de la casa y al cumbre de frente bebiendo, y que enseguida notó que dichos regidores lo habían llebado para su casa”. 

 

Damián Fernández, siendo abastecedor de aguardiente en el año 16, estando cenando pescado una noche Alonso Concejo con don José Orduña “y de resultas de aquella cena y bebido aguardiente se salió para el corral a probocarse y de forma que no pudo marchar para su casa, siendo preciso al declarante hacerle la cama y que quedase allí hasta el día siguiente” 

“estando este testigo en el lugar de Tapioles a curarse había pasado por allí para Villalpando y había dicho que llevaba los autos o los iba a buscar.

 


Isidro Carballo dice que la montera del Isidoro tiene el terciopelo con lista dorada  e ignora casi todo.

 

José Lorenzo dice que no sabe nada. 

 

Beatriz Ferrero, mujer de Basilio Gregorio, vecina, en la noche de la quimera estando esperando a su marido, oyendo ruido en la calle se levantó y asomándose a la ventana vio a Estebán Zamorano y después a Isidro entrar en sus casas, y oyó poco después dar las once”

 

Teresa del Río, 18 años, criada de Isidoro, dice que la montera tiene una lista encarnada en el terciopelo, y que se recogió a su casa antes de las once. 

 

Vicenta Tijera, mujer de Francisco Ferrero, de 50 años, era la ventera de la venta de Costilla en el año 16 y confirma el incidente de tener que salir a vomitar y tener que traerlo su yerno.

Isidro Fernández ha oído decir en la fragua que aquella tarde el alcalde Concejo había estado bebiendo en el tejar, y después cenando en casa del regidor José Asensio, y llevaron dos medios cántaros de vino.


 

Manuel García Zamorano “en una ocasión hallándose en la taberna Manuel Miguélez de esta becindad había entrado en conversación o disputa sobre la función de novillos de San Roque le perdió el respeto.

 

Rosendo Rodríguez, pastor de Isidoro, cuenta que El día de Santiago y el día de San Roque del año anterior tuvo dicho alcalde Concejo repetidos encuentros con diferentes vecinos bastantes disonantes y que el primer día por la tarde hallándose el que declara con otros amigos bebiendo en la calle y casa de Francisco Mateos próxima al abasto en donde se hallaba la mayor parte del pueblo 

 

Mateo Fernández de 53 años “que el carro de espadaña que manifiesta no sabe si fue en día festibo, pero sí que habiéndolo segado para él mismo dos jornaleros se lo cogieron del sitio donde se hallaba, que era en la Salina que llaman de Otero, el cual cargó y condujo a esta villa el hijo del alcalde Concejo a quien reconbino el testigo contestándole en su razón que su padre le mandaría segar en otro sitio, sin que hasta ahora se haya berificado 

 

Ignacio García declara que “un día festivo el alcalde Concejo había mandado al declarante y al ministro y otros convecinos que intimase a los criados de Fernando de Ledesma que se hallaban arando y sembrando para un criado del mismo que lo dejasen de hacer y se retirasen para el pueblo, lo que no ejecutaron al pronto”

 

Por el testimonio de Anselmo Martínez, 38 años, jornalero trabajador del campo, sabemos que Mateo Fernández, era el actual ventero, y que el juego de pelota era en San Juan.

 



Santiago Rodríguez, procurador síndico general de esta villa, “cuando fue abastecedor del aguardiente una noche cenaron en su casa Concejo, don José Orduña, el ministro Juan Badallo seis libras de barbos… a las diez y media se fue para su casa diciendo que iba a cargar los carros para que marchasen a la aceña … y volviendo por su puerta para el camino de dicha aceña les sacó una botella de aguardiente para que la llevasen y además sacó para beber separadamente medio quartillo, y enseguida después que los despidió se restituyó a la casa del declarante con el ministro bebiendo otro medio cuartillo entre los tres y Concejo se recostó sobre una tabla que hace de asiento junto a la lumbre, quedándose dormido en tal disposición que aunque le llamaron varias veces, no se despertó hasta la una y se retiró a su casa.

Una noche a las nueve llegaron a su abasto y sacaron aguardiente para beber don José Orduña y Antonio y Miguel García, y a las diez llegó y sacó aguardiente el regidor Josef Asensio y dijo que Era para él, para el alcalde y para el regidor Bernardo Alonso que los notó este testigo estaban sentados o echados a la esquina de frente a la luna y que el Isidoro Zamorano, convidado por el alcalde también estaba con ellos… hubo cierto despique con Antonio García y pidieron auxilio para llevarlo preso a la cárcel. Cierto día por la mañana después de verano fueron el alcalde y el procurador y sacaron aguardiente diciendo que iban a buscar unas bigas para el tejar. La capa del alcalde se la vio pueta ocho días antes de Navidad que iba a Zamora y le dijo que la había hallado debajo del cabañal de su casa”.

 

Francisco Villasante, uno de los procuradores de Villalpando que fue nombrado nuevo promotor fiscal por el juez de primera instancia del partido, pide una condena a 4 años en uno de los presidios de África, y que se les aperciba y borren las expresiones de sus escritos de defensa porque, en vez de defenderse, pretenden “con el más grosero y audaz atrevimiento denigrar la onrradez de un hombre tan estimable por sus prendas y sus conbecinos, como el alcalde Concejo…tratándolo de borracho.



En el escrito del abogado defensor se alega que son buenos ciudadanos cristianos, y al alcalde Concejo “se suponía borracho: envasa tanto que lo vomita; que deja caer la vara de la mano; y que da de murmurar a todo el pueblo en andar con unos y otros en comilonas y borracheras y en yncomodar a todos quando se encuentra a medios pelos” siguen negando que nadie le agrediera a pesar de tener desprestigiado su ejercicio de justicia, y tachan el proceso de artificial: “una conjuración decidida en que entraron también los escribanos”

 

En tres de marzo el juez emite un oficio para que se entreguen los autos en el juzgado de Villalpando porque el escribano se negaba a entregarlos hasta que no le pagaran sus derechos, y que se requiera a los que corresponda que abonen sus derechos a pesar de la recusación que tengan hecha.

En nueve de marzo vuelve a reiterar que remita el escribano Vitacarros los autos bajo multa de 50 ducados y que los hermanos Zamorano le paguen sus derechos, bajo pena de embargo de sus bienes.

Los hermanos Zamorano se niegan a pagar “así le vendieran los bienes”, pero el escribano Vitacarros remite los autos originales.

 

La sentencia en grado de vista dada por el juez de primera instancia de Villalpando:





 

 Sentencia

En la causa criminal

que pende en este juzgado de primera instancia de la villa de Villalpando, seguida entre partes, Francisco Villasante, promotor fiscal nombrado de oficio, contra Ysidoro, Esteban y Francisco Zamoranos, vecinos de Villafáfila, por los atropellamientos y atentados cometidos en la persona de Alonso Concejo, Alcalde Constitucional, que hera en dicha villa, en la noche de diez y nueve de Noviembre próximo pasado con los demás que resultan de autos:

 

Fallo, atendidos los méritos del proceso a los que en su caso me refiero, que debo condenar y condeno a los yndicados Ysidoro y consortes a que sufran la pena de quatro años de destierro a diez leguas en contorno de la mencionada villa de Villafáfila, sin que puedan quebrantarlo hasta cumplir el plazo señalado, so pena de imponerles la de seis años de presidio en los de África, y en todas las costas de este proceso mancomunadamente; y a Bernardino del Pozo, Manuel Alonso, Damián Fernández, Santiago Rodríguez, Bernardo Lorenzo y Pedro Balverde, por resultar que en aquella misma noche bagaban a deshoras reunidos en quadrilla con vasijas de vino contribuyendo en gran parte a los desórdenes ocurridos, se les impone la multa de quatro ducados a cada uno con aplicación a penas de cámara, apercibiéndoles que en lo subcesivo cumplan con los bandos de Policía; y se declara que los procedimientos de esta causa ni las alegaciones de los reos puedan perjudicar ni desmerecer la buena opinión y concepto del mencionado Alonso Concejo. Y notificada que sea esta sentencia a las partes por medio de despacho que se librará a la justicia de Villafáfila, se remitirán los autos a la Audiencia Territorial, previos los requisitos de la Ley de 9 de octubre de mil ochocientos doce, pues por esta sentencia definitiva así lo pronuncio, mando y firmo.

Licenciado Ginés Casanova Nabarro,

Promulgose la sentencia oy treze de abril de mil ochocientos veinte y uno, en mi oficio, de que doy fe. Sánchez.





 

 Por la sentencia vemos que además de a los hermanos Zamorano, a los que se les condena por la agresión, también son condenados sus acompañantes identificados de aquella noche por desórdenes públicos.

 

16 de abril de 1821 los hermanos apelan la sentencia. En el recurso ante la audiencia argumenta su procurador “llegó por fin el momento de consumarse el deseo del escribano Felipe Vitacarros , y para lograrle no dejó papel de su oficio que no registrase para que el promotor pidiera que se certificase…. Es bueno que prevengamos al Tribunal de la costumbre que hay en Villafáfila de rondar los mozos los días festivos por las calles, y que ni el hablar mudando la voz, o cucando según lenguaje del país, ni el pasear por las calles a deshora se ha prohibido jamás en aquel paraje  la causa de ochocientes en la que fue complicado Ysidoro nada concierne a lo que tratamos, se formó mpor la falta de unos corderos que se supuso habían los mozos quitado  y nada se probó… unos labradores útiles, industriosos y pacíficos han sido objeto del odio del Alcalde”

El fiscal de la audiencia dice que, aunque no hay pruebas fehacientes, el conjunto de indicios tan graves que, si no son suficientes para imponerles la pena ordinaria del delito de resistencia de obra a la justicia, son bastantes para justificar la sentencia apelada y pide confirmarla 28 de febrero de 1822.

Sin embargo, la resolución de la apelación se alarga, como ocurría con los procesos de la Audiencia de Valladolid, y más con el nuevo cambio de régimen y vuelta al absolutismo en 1823.

La Sala, formada por los jueces Paniagua, Cuesta y Paz se reúne para la revista de la causa el día 31 de mayo de 1824, y el 1 de junio pronuncia su sentencia definitiva:




Vistos estos autos por el Sr Gobernador y Alcaldes del crimen de esta Corte y Real Chancillería a primero de junio de 1824 dijeron: se confirma con las costas el auto apelado,entendiéndose los cuatro años de destierro redimibles con cien ducados de multa aplicados a penas de cámara y autos de justicia de esta corte acada u o de los procesados, Ysidoro, Esteban y Francisco, a quienes se apercibe con cuatro años de presidiosi reincidiesen en los excesos semejantes a los que dieron motivo a la formación de esta causa; se encarga a las justicias de Villafáfila vigilen su conducta subcesiva, poniendo todos los medios posibles a fin de que vivan en la mejor armonía y mayor tranquilidad con sus convecinos; y hágasele saber que en el término de ocho días siguientes al de la notificación de este Real Auto elijan el extremo que vieren convenirles, remitiéndose de ello por la justicia de Villafáfila el competente testimonio que lo acredite en forma sin la menor omisión para la providencia que haya lugar, así lo mandaron y publicaron

”.

Se les notifica y su procurador presenta un escrito “mis defendidos son unos labradores honrados y el presente tiempo de recolección les hace no tener en el día dinero, según fecha del catorce me escriben, como que han elegido la pena pecuniaria, encargándome haga presente como lo hago que por los motivos insinuados, no tienen disposición en el día para pagar, pero que a últimos del próximo mes de agosto, cuando hayan recogido la cosecha, pagarán con la mayor puntualidad

El 21 de junio la sala se da por enterada de la elección de la pena pecuniaria, y concede el aplazamiento del pago hasta fin de agosto.

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