Los festejos taurinos de Villafáfila que se celebran desde hace siglos no estuvieron exentos de polémicas y algaradas.
Un resumen de su historia lo podéis encontrar en http://villafafila.net/encierros/encierros.htm
Ya en el siglo XIX tenemos constancia de los desórdenes que se producían cuando no se contrataban los toros para San Roque, como se hace constar en el Libro de Actas del Ayuntamiento de 1873, en plena Primera República, en la sesión celebrada el 8 de agosto:
“La función de San Roque se celebra por voto de villa y siendo costumbre lidiar una novillada en dicho día, que el vecindario en general reclama con demasiado entusiasmo, y que si el ayuntamiento no la proporciona, como es sabido, se promueven diferentes arrebatos sobre el mismo, y se cometen atropellos y desgracias de funestas consecuencias. A fin de evitar éstas, convendría muy mucho acordar lo conveniente para proporcionar dicha novillada y poder continuar la costumbre tan antigua, cumpliendo de este modo el solemne voto hecho por nuestros antepasados, con lo que se complacerá al vecindario. Mas, como no existe cantidad alguna presupuestada para satisfacer los gastos de la función, y la afluencia del vecindario reclama con demasiado entusiasmo la novillada, sin que haya medio alguno de podérsela negar sin originarse graves desgracias, se hagan los gastos de la novillada, fuegos artificiales y demás que se originen”.
En el cambio de siglo se produjeron algunos sucesos que trascendieron a la prensa nacional. En concreto los ocurridos en 1900 y las coplas que sacaron de los mismos se publicaron en múltiples cabeceras de todas las provincias.
En 1919 el ayuntamiento estaba constituido por don José
Santiago Pérez “don Pepe el Cervato”, perteneciente al partido Conservador;
José Tejedor, teniente de alcalde, Alfonso Escaja, José Valverde, Leonides
Vega, y Agustín Tejero, mayoritariamente del Partido Conservador como el
alcalde, y Marcelino Trabadillo, Martín Gómez, y Fernando Alonso del Partido
Liberal.
Parece ser que no se había consignado cantidad alguna en los
presupuestos municipales para la celebración de los encierros y corridas de
toros, pues en sesión del 13 de julio sólo se autorizan 150 pesetas para fuegos
artificiales.
Los toros tradicionalmente de pedían por el vecindario el día
de Santiago, y ese años seguramente se siguió la tradición, pero el
ayuntamiento hizo caso omiso.
Por eso antes de la sesión celebrada el día 10 de agosto el vecindario se manifestó ante el
ayuntamiento pidiendo los toros.
“Sesión ordinaria del día 10 de agosto.
En la villa de Villafáfila a 10 de agosto de 1919,hallándose
reunido el Ayuntamiento de la misma compuesto de los señores anotados al margen
y bajo la presidencia del señor alcalde, don José Santiago Pérez, por este
señor se declaró abierta la sesión ordinaria de este día y por mí el Secretario
se dio cuenta del acta anterior que fue aprobada.
Seguidamente por el señor alcalde se expuso que dada la
actitud en que se había colocado gran parte del vecindario al acercarse a la
corporación en manifestación solicitando de la misma se celebrarán en el día de
San Roque las funciones y festejos que en años anteriores se han venido celebrando,
se hacía preciso acordar si era o no procedente acudir a la solicitud, para lo
cual habría que tener en cuenta que no existe consignación alguna en el
presupuesto para estos gastos. Puesta a discusión la proposición del señor
Alcalde y pidiendo uso de la palabra el concejal don Marcelino Trabadillo por
este se expuso que debiendo velar esta corporación por el bienestar y
tranquilidad del vecindario, una vez que la manifestación que acaba de
celebrarse se haya disuelto pacíficamente, ante la confianza de que había de
ser atendida su pretensión y que alno accederse a ella se había de reproducir y
con caracteres alarmantes que muy bien pudieran ser origen de serios conflictos
de orden público, por su parte en evitación de tales sucesos proponía un voto
de confianza al señor Presidente para que desde luego disponga la celebración
de las funciones y festejos que crea oportunos, tomando por base los que se
acostumbran a celebrar por tradición y en honor de San Roque. Y a este voto de
confianza propuesto por el señor Trabadillo se asociaron unánimemente todos
señores concejales haciendo suya la proposición y por tanto fue por unanimidad concedido
en la forma expuesta y no habiendo más asuntos que tratar se levantó la sesión
y firmaron todos los Señores Concejales de lo que certifico”.
A una semana de la fiesta debió de resultar muy difícil
conseguir los novillo, o puede ser que el señor alcalde ni siquiera lo
intentase, con lo que llegó el día de San Roque y no había toros para encerrar.
Como los ánimos estarían ya muy caldeados una gran manifestación se dirigió a
casa del alcalde solicitando la celebración de la corrida. Según tradición
oral, don Pepe tuvo que saltar las tapias traseras y huir de su casa ante el
cariz que tomaban los manifestantes, y consiguió traer una corrida de novillos
para el día siguiente, 17 de agosto, San Roquito.
En la sesión celebrada la semana siguiente nos deja
constancia de los acontecimientos.
Sesión ordinaria del día 24 de agosto.
En la villa de Villafáfila a 24 días de agosto
de 1919, hallándose reunido el Ayuntamiento de la misma, compuesto de los
señores anotados al margen y bajo la presidencia del señor alcalde don José
Santiago Pérez, por este señor se declaró abierta la sesión ordinaria de este
día y por mí el Secretario se dio cuenta del acta anterior que fue aprobada.
Seguidamente
por el señor Presidente se expuso que de toda la corporación eran bien
conocidos los escandalosos sucesos ocurridos en esta villa durante los días 16
y 17 del actual con motivo de los festejos que debían celebrarse en
conmemoración del día de San Roque. En dichos sucesos tomo parte una gran masa
de vecinos que inconscientes de sus deberes como vecinos y ciudadanos
proporcionaron un malestar general entre las personas sensatas, debido a las
cuales pudo evitarse ocurriesen sucesos dignos de lamenta. La causa ocasional
de tan triste espectáculo no ha podido hallarlo el exponente por parte alguna,
aunque ha fijado su atención en estudiar con el debido detenimiento, pudiendo
deducirse únicamente que no fueron otros los propósitos que molestar a las autoridades
y bejar con frases groseras y soeces al elemento honrado del pueblo, que tuvo
que resignarse a sufrir toda clase de impertinencias e improperios en evitación
de graves acontecimientos. Como con estos hechos se haya dado una prueba de
incultura en el elemento que tomo parte y se haya dado también una nota
discordante entre los pueblos circunvecinos, los cuales se encargarán de darle
el calificativo qué merecen, el que habla como alcalde no puede menos de hacer
constar su más enérgica protesta contra los hechos ocurridos y sus autores
entre los cuales pudiera ocurrir se oculte alguno tras las galerías por no
tener el valor cívico para exponerse a las contingencias de las algaradas
callejeras, siendo más cómodo ocultarse a la sombra de las intrigas para
conseguir fines bastardos que no pueden precisarse.
Haciendo
uso de la palabra el concejal don Marcelino Trabadillo por este señor se expuso
que era el primero en lamentar los tristes espectáculos señalados por la
Presidencia y por tanto protestar de ellos con toda su alma como concejal y
como ciudadano honrado, hallándose conforme con las apreciaciones del señor
Alcalde en cuanto a los sucesos ocurridos pero discrepando en cuento a las
causas originarias. No duda el Ayuntamiento que de muchos años acá se vienen en
tales días desarrollando por la misma clase de personas sucesos como del que se
ocupan sin que las autoridades se hayan ocupado de reprimirlos y mucho menos de
castigarlos y esto es que esta pasividad les haya adquirido el hábito de
continuar cometiendo las algaradas y desmanes como los que hoy se lamentan, los
que se habrían evitado por las autoridades si se hubieran procurado entronizar
en cierta clase de personas el respeto a la autoridad, castigándolos con
severidad. De lo cual deduce el exponente que la causa ocasional de estos
desafueros es debida solo y exclusivamente a la falta de ejercicio de la
autoridad para imponer el castigo a los promotores. Con lo cual y uniendo los
demás concejales su protesta a las anteriores se levantó la sesión que firmaron
los presentes de que certifico”.
En resumen lo que se deduce del acta de la sesión es que los
disturbios fueron mayoritarios en cuanto a participación de los vecinos, aunque
no llegaron a más por intervención de algunas personas “honradas”, que debieron
de calmar a las masas. El alcalde ve detrás de estas manifestaciones la
maniobra oculta de algún rival político que no quería dar la cara. Yo intuyo
que tal vez se estuviera refiriendo a don Luis Trabadillo, que sin estar en
primera fila de la política manejaba los hilos del Partido Liberal de
Villafáfila.
La intervención de su sobrino Marcelino en el sentido de
condenar los hechos, pero quejarse de que ya eran habituales las protestas en
años anteriores sin que las autoridades provinciales hubieran intervenido para
reprimirlos era lo que había dado alas a los disturbios.
En junio se habían celebrado elecciones generales y por el
distrito de Villalpando salió elegido diputado el candidato conservador César
Silió, ministro de Instrucción Pública.
El año siguiente en previsión de altercados el gobernador
civil concentró fuerzas de la Guardia Civil durante las fiestas de San Roque.
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