Felipe Martínez de Uña
Hoy hace 80 años morían, víctimas de la represión en la
retaguardia de los primeros días de la Guerra Civil, Vicente Fernández
Rodríguez, Patadicas y Felipe
Martínez de Uña, El Anselmo. Quiero dedicar este artículo a todos los
muertos en la contienda civil de ambos bandos, que es uno solo, el bando de las
víctimas. Víctimas del odio, de las venganzas y de la sinrazón, que dejaron la
villa huérfana de jóvenes llenos de vida, y embargada de la tristeza de sus
familias. Que las pasiones políticas nunca más vuelvan a desencadenar una
espiral de violencia que es muy difícil de apaciguar.
Hoy, después de casi un siglo de aquellos acontecimientos,
cuando los descendientes y familiares de unos y otros ya están mezclados, sirvan
estas líneas de recuerdo y reconciliación, al margen de las ideas políticas.
Me voy a centrar en la biografía de Felipe, que no dejó
descendientes, pues a Vicente se le ha recordado más veces, gracias al tesón de
sus hijas, sobre todo Ladis en mantener viva su memoria, y a la que también le
alegraría este recuerdo de su querido Felipe.
Falipe nació en 1908 en el seno de la familia formada por
Juan Martínez Valverde, albañil, de una estirpe de albañiles que se remontaba a
varias generaciones, que llevaba como mote el nombre de su bisabuelo, Anselmo; y por
Consuelo de Uña Gallego, de una familia de artesanos procedente de Cerecinos de
Campos. Fue el tercero de los hermanos:
Tomás 1901, Emerenciana 1903, Ángel 1905, Felipe 1908,
Justina 1910, Manuel 1914, y Juanito 1917.
El único que se casó fue Tomás, con Hermila de Santa Cirila
que emigraron y sus descendientes viven el Cataluña. Los demás murieron
solteros. (Manuel fue detenido en agosto y fusilado en diciembre de 1936).
Felipe aprendió a leer y escribir en la escuela de don
Vicente Vidal y mantuvo desde el principio inquietudes sociales e intelectuales
que fue saciando con las lecturas que le fue facilitando Vicente Fernández,
con el que a pesar de la diferencia de edad, mantuvo desde muy pronto una
estrecha amistad. También aprendió junto a su padre y hermanos el oficio
familiar e la albañilería con el que se ganaban la vida, junto al cultivo de
unas pocas tierras, de las que se solía encargar Ángel.
Antes de proclamarse la II República ya estaban arraigadas
en él las ideas socialistas y pronto crean la Sociedad de Profesiones y Oficios
Varios que se afilia a la U.G.T. y la Casa del Pueblo como sede.
Fue nombrado en mayo del 31 por el gobernador civil miembro
de la gestora provisional del ayuntamiento por la dimisión de don Joaquín,
hasta la toma de posesión de los concejales electos en junio de ese año.
En enero de 1933 es condenado por la Audencia provincial de Zamora a cuatro meses de arresto mayor por tenencia ilícita de armas.
Felipe junto a sus hermanos realizan la obra de los pilones del Pozo de la Villa en 1933, siendo alcalde Alfonso Escaja, y el trinquete en 1935 ya con Florencio Patuña en la alcaldía.
Felipe junto a sus hermanos realizan la obra de los pilones del Pozo de la Villa en 1933, siendo alcalde Alfonso Escaja, y el trinquete en 1935 ya con Florencio Patuña en la alcaldía.
El 6 de marzo de 1936, el nuevo gobernador civil de
izquierdas, destituye al ayuntamiento de derechas, y nombra una comisión
gestora en la que figura Felipe como concejal. Forma parte de las comisiones de
Hacienda y Presupuestos, y de la de Urbana y Rural.
El 28 de abril es propuesto por el ayuntamiento para que sea
nombrado oficial de telégrafos. La última sesión a la que asiste es la
celebrada el domingo 19 de julio por la mañana cuando ya la sublevación militar
había triunfado en Zamora, aunque en el acta de la sesión no se hace referencia
ninguna a lo que estaba aconteciendo.
Los primeros momentos, cuando se conoce que el alzamiento militar se
ha impuesto en la provincia y que el tren de los mineros que se dirigían a
Madrid, retorna a Asturias al saber que Aranda se ha impuesto en Oviedo, son de
desorientación porque ignoran que cariz van a tomar los acontecimientos. Vicente,
Felipe y José Barrera reciben la oferta del jefe de la estación de la Tabla de
meterlos discretamente en uno de los trenes de mercancías que todavía circulaban
para alejarlos de Villafáfila hasta ver en que acababa todo, pero ellos lo
rechazan pensando que podría ser pasajero y se esconden en el monte. Después de
unos días vuelven a casa clandestinamente y permanecen ocultos en el corralón
de Modesta. A José Barrera, que había sido alcalde los meses anteriores, le
recomiendan que se esconda mejor en el pueblo, debido a que sus problemas de
visión podrían ser un inconveniente para mantenerse ocultos o vagando por el
campo.
Cuando los falangistas y la Guardia Civil empezaron a
detener a los militantes y simpatizantes socialistas, hacia el 8 ó el 10 de
agosto, Vicente y Felipe se esconden en el monte de Barcial, donde estaba de
guarda jurado un primo de Vicente, Esteban Miguélez, al que le dieron una buena
paliza para que delatara su paradero.
La mañana del 12 de agosto un grupo de falangistas y
guardias civiles del puesto de Villafáfila salen en dirección a Barcial en
busca de los escondidos, que parece ser que habían dormido ocultos en las
morenas del campo de la Jana.
Vicente se pegó un tiro en la sien con la pistola que
llevaba para evitar que lo cogieran vivo, porque sabía lo que le esperaba, y
así consta en la partida de defunción “herida
en región temporal derecha” y en el libro de difuntos de la parroquia se
anota “falleció suicidado en el campo de
la Jana”.
Felipe echó a correr perseguido por los falangistas y
guardias que le dieron alcance cerca del Puente de Quintos, donde fue sometido a
crueles torturas antes de arrojarlo al río Esla. Según se anota eufemísticamente
en el libro de difuntos parroquial: “el
día 12 de agosto apareció muerto y fue reconocido por varios vecinos de esta
villa cerca del Puente de Quintos, en término de Perilla de Castro.”
El cadáver de Vicente fue sometido también a mutilaciones y
llevado en el camión de la fábrica al pueblo donde fue enterrado. El de Felipe
no se sabe donde está enterrado.
Sus hermanas, encerradas en casa por la reciente muerte de
su madre, ignorando su paradero y para intentar saber donde podría estar
detenido, le enviaron sendos paquetes a su nombre a las cárceles de Benavente y
de Zamora, que les fueron devueltos. Tiempo después se enterarían de su triste
destino.
Añado unos versos a él dedicados, que compuso otro poeta del pueblo Alejandro Tejedor Gómez, "El Chonche", nacido en 1912, depositados en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca ES.37274.CDMH/11.37.2:
¡Que horror,que desastre,que barbarie! cuándo ciega la razón los sentimientos y no puede pararse la espiral violenta,haciendo de los hombres... animales. Ojalá nunca más suceda algo parecido.Es sonrojante que cosas así pasarán a la vuelta de la esquina.
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