En enero publiqué una pequeña entrada en el blog a propósito de la festividad de San Antón y la costumbre de echar refranes o relaciones a la puerta de la iglesia de Santa María. Esta costumbre estaba muy extendida por casi todos los pueblos comarcanos y aún se mantiene en algunos como Monfarracinos.
Hace unos días consultando el archivo del Juzgado de Paz de Villafáfila me encontré con un atestado de la Guardia Civil por injurias a propósito de uno de estos refranes de 1915, hace exactamente un siglo.
Por su curiosidad lo transcribo sin ánimo de profundizar en las relaciones entre los vecinos en esos años.
Atestado por
manifestar en público un refrán insultante contra un vecino de esta localidad.
Jerónimo Ramos
Cabrero, cabo de la Guardia Civil del puesto de Villafáfila hace constar:
Que habiéndose
presentado en esta casa-cuartel el vecino de esta localidad, Felipe Fidalgo
Ledesma[1],
mayor de edad, viudo, propietario, exponiendo que en el día de hoy y hora doce
de la mañana, el convecino Florencio Lorenzo Robles[2] echó un refrán ante el público a la puerta de la iglesia de Santa María y en
cuyo relato difamaba su honra diciendo que con el amo que tuvo en el verano
próximo pasado se había ajustado en cincuenta pesetas y al hacer la liquidación
le engañó el amo dándole un billete de veinticinco pesetas en vez de ser uno de
cincuenta pesetas, y como desde luego perjudicaba su honra según manifiesta el
perjudicado así como también manifiesta que el Lorenzo había dicho en el refrán
que a otro criado que había tenido el Felipe que éste también le había
entregado dos duros falsos en el año próximo pasado;
El cual lo denuncia
por escrito ante la autoridad que suscribe, manifestando que quiere probar no ser cierta la difamación
de que ha sido objeto.
Y para que conste
extiendo integra la presente diferencia que firma el perjudicado con el que
suscribe.
Inmediatamente el que
suscribe se avistó con el Lorenzo, el que fue interrogado sobre el particular
manifestando llamarse como queda dicho, de diez y siete años de edad, de estado
soltero, oficio guarda de cerdos; preguntado si era cierto que a la puerta de
la iglesia de Santa María y a presencia del público que había, que si había
dicho algún refrán que pudiera perjudicar alguna persona, dijo que el refrán
que había dicho era:
Oh Glorioso San Antón
Santo mío y abogado
Te vengo a dar
relación
De lo que me pasó este
año.
Me ajustaron en diez
duros
Sin vino y sin tabaco
Y al fin de la
temporada
Marchó mi padre a
cobrarlos
Como el pobre no
entiende
Uno de cinco duros le
han dado
Luego fue a casa y los
guardó
Y fue luego por
salvados.
Al fin de todo esto
Sin ellos nos quedamos
Pero como ellos
comprenden
Que guardamos los
marranos
Al menos se les figura
Que podemos
malgastarlos
También te vengo a
decir
Lo que le pasó a
Cesáreo[3],
De lo poco que ganó
Dos duros falsos le
han dado
Pero fue allá la mujer
Que tiene un genio tan
bravo
Que así luego que la
vieron
Otros dos buenos le
han dado
Y con esto San Antón
No te quiero decir más
Que me guardes la
muchacha
Y también esta pareja[4].
Preguntado si este
refrán lo había pensado él o se lo habían enseñado, dijo que lo había pensado
él. Preguntado que si lo había pensado debido a lo que en el refrán dice de que
se había ajustado en cincuenta pesetas y debido a que solo le habían dado
veinticinco que si por eso había pensado decir ese refrán dijo que sí, que como
solo le habían dado las venticinco pesetas en vez de cincuenta que es en lo que
estaba ajustado que como ese día de San Antón es día de decir refranes que por
eso había él pensado ese para que el público lo supiera.
En vista de lo que
todo queda relatado, el que suscribe procedió a la formación del presente
atestado para su entrega juntamente con el Lorenzo por creer el que suscribe
que el refrán es insultante para el denunciado por creerle así, en vista de que
se queja, firmándolo el perjudicado con el Lorenzo, sin que haya sido ni el uno
ni el otro forzado para declarar ni castigado ni molestado, firmándolo también
el que suscribe.
En Villafáfila a diez
y siete de enero del año de mil novecientos quince.
Firman Felipe Fidalgo
Ledesma, Florencio Lorenzo Robles y Jerónimo Ramos Cabrero.
Recibe la denuncia el juez municipal de ese año, Pedro Torío
Durantes[5], ante el
secretario del juzgado Simón Gómez Zamorano[6] y fija
el juicio de faltas para el día veinte de enero “en la sala de este juzgado,
sita en la casa del juez” a cuyo efecto se cita al denunciante y al denunciado
para que asistan al acto del juicio con las pruebas con que intenten defenderse
y bajo la multa de quince pesetas a cada uno de los obligados.
Se cita asimismo al fiscal municipal, don Felipe Alonso del
Teso[7], y a dos
adjuntos de turno al juez, don Tomás Ruiz Gómez y don Fernando del Río
Fernández.
Simón Gómez Zamorano, secretario del juzgado
El día 20 a las dos de la tarde se celebra audiencia pública
del tribunal municipal de esta villa compuesto por el juez, los dos adjuntos
(ante la ausencia de Fernando del Río, actúa como adjunto José del Río de
León), el fiscal y el secretario.
Se presenta el denunciante acompañado de don Alfonso Escaja
del Teso, y el denunciado de Florencio Rodríguez Costilla.
Felipe Fidalgo pide que manifieste el denunciado con cuantos
amos ha estado el verano pasado y lo que ganaba con cada uno de ellos, y que el
juzgado citara al cabo comandante del puesto de la guardia civil, a Cesáreo
Enríquez y su esposa Severiana Martínez y a Máximo Costilla como testigos.
Ante la petición del denunciante de comparecencia de
testigos se fija el día siguiente para continuarlo.
En este estado el denunciado manifestó:
Que confiesa haber echado el refrán de que se trata, por el
que pide perdón al denunciante en todo en cuanto con él le hubiera ofendido,
declarando así bien haber quedado muy bien pagado y agradecido de él todo el
tiempo que estuvo a su servicio hasta el extremo de haber recibido propina de
su mano el día que fue a cobrar su soldada .
El denunciante en vista de la confesión del denunciado le
perdona las ofensas cometidas con la condición de que haga públicas en cuanto
pueda las manifestaciones anteriores renunciando a la prueba ofrecida.
El señor fiscal en vista de lo manifestado por el
denunciante y el denunciado y teniendo en cuenta que el perdón de la parte
ofendida extingue la pena propone al tribunal el sobreseimiento de estas
deiligencias.
El tribunal elevó a sentencia firme el dictamen del fiscal.
Y todos firmaron conformes.
[1] FelipeFidalgo Ledesma, viudo de 71 años, es el antepasado de una rama de los Fidalgo
de Vilafáfila, ver la entrada del blog referente a este apellido. Fallecería
cuatro años después de este episodio.
[2]
Florencio Lorenzo Robles, conocido con el mote de Chivo era un joven de una
familia de pastores y vaqueros que empezaban de muchachos a trabajar cuidando
el ganado, en este caso los cerdos durante la temporada estival. Se casó con
Benita Delgado y todavía los recuerdo viviendo en la calle del Triunfo.
[3] Se trata
de Cesáreo Enríquez Alonso y Severiana Martínez Bodego, los padres de Antonio
Enríquez, al que motejaban como Vargas o Burrique. También los recuerdo
vagamente viviendo al final de la calle Zamora pues fallecieron en 1968 y 1972.
[4] La
pareja de mulas del amo que tuviera en ese año, que llevaría al acto de
bendición y subido a una de ellas recitaría el refrán.
[5] Fue
durante temporadas juez municipal, concejal y alcalde, antes de la República, era
el adre de Teresa la del café, de
Humildad y Nemesia.
[6] Ejerció
durante muchos años de secretario del juzgado, era hermano de Paz, tío de
Valentina Martínez
[7] Nacido
en 1854 y fallecido en 1917 era hermano de Matias Alonso, de mote Matiorras.
Estoy armando el árbol genealógico de mi familia, y el padre de mi abuelo paterno venía de Villafáfila. Me sorprendió leer en esta entrada del blog el nombre de Severiana Martínez Bodego, ya que mi bisabuelo se llamaba Bernardo Martínez Bodego y nació en 1901. ¿Es posible que sean parientes?
ResponderEliminarSí, eran hermanos, eran muchos, Quintín 1883, Mercedes 1885, Tomás 1888, Severiana 1890, Ambrosio y Nicolás 1892, Gabriela 1896, Manuela 1898-1917, y Bernardo 1901, hijos de Ciriaco y de Isabel. Todavía tienes parientes en Villafáfila .
EliminarSí, qué emoción! Es más, mi abuelo también se llama Ciriaco (por su abuelo), y hace unos años descubrimos parientes en España, que viven en Madrid, creo que son descendientes de Quintín. Fue muy emocionante que mi abuelo, hace un par de años, pudo viajar para allá y conocer a una prima hermana.
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