Pasarriendas de Villafáfila. Museo de Zamora
La mañana calurosa del 13 de agosto de 1988, cuando prospectaba una parcela de Valorio para ver si deparaba algún vestigio de cerámica o tegulae romanas, llamó mi atención un trozo que parecía metálico asomando junto a unos ladrillos romanos. Lo limpié un poco y descubrí una figura de un caballito de bronce. Llevaba conmigo a mi hijo de dos años que apenes se mantenía en pie por los terrones.
Pago de Valorio, donde apareció el pasarriendas.
Alborozado por el hallazgo, llegué a casa, lo lavé al grifo y enseguida me di cuenta de que podía ser una pieza valiosa. Como venían unos días de fiesta, lo guardé en un cajón, y para evitar tentaciones de quedármelo, apenas di noticias del hallazgo a los más cercanos con la intención de llevarlo al Museo de Zamora, que en aquellos momentos era virtual, pues sus piezas se mantenían guardadas en espera de habilitar el palacio del Cordón como sede.
Antes de su restauración
La entrega la efectué el día de San Roque que ya era laborable, ante un encargado en ausencia de su directora, que estaba de vacaciones.
Posteriormente formalice el acta de entrega junto con otros materiales cerámicos y numismáticos procedentes de Villafáfila
La pieza, después de limpia y restaurada, pasó a formar parte de la colección permanente del Museo, y ha sido llevada a diversas exposiciones fuera de la provincia, levando siempre consigo la referencia de Villafáfila.
La primera de ellas fue a la exposición montada en el Palacio de Cristal del Retiro en Madrid en el año 1990, a cuya inauguración por el ministro Semprún, fui invitado como donante de una de las piezas.
Se trata de una pieza de bronce romana, del siglo IV, que formaba parte de un carruaje de lujo, que además de su función ornamental y distintiva del estatus del dueño del carro, tenía una función práctica, no tanto como sujeción de las riendas de los caballos de tiro, pasarriendas, como el nombre consolidado parece indicar, sino como pieza de anclaje para unas correas de suspensión para amortiguar los vaivenes de los caminos.
Para su descripción nadie mejor que los autores García Rozas y Abásolo en la comunicación presentada en el citado congreso de Bronces Romanos :
Los autores y otros expertos consideran que la fabricación de la pieza tuvo que haberse producido en un taller extrapeninsular debido a la finura de su elaboración.
En los últimos años se han encontrado diferentes piezas de este tipo en España, algunos con una iconografía muy parecida al de Villafáfila como los que se conservan en el Museo Arqueológico
Nacional:
O este otro caballito procedente de Burguilos del Cerro en Badajoz:
Mas cercano es este de Cimanes de la Vega que se conserva en el Museo de León, que representa una escena de caza salvaje, un felino, posiblemente un león apresando un bóvido:
O este otro procedente de Zaragoza que representa a la loba capitolina amamantando a Rómulo y Remo, que se conserva en el Museo de Louvre en París.
Animo a difundir la imagen de nuestro pasarriendas como uno de los símbolos identificativos del patrimonio histórico Villafáfila, junto con las cruces visigodas, de las que trataré en otra ocasión.
Muy interesante el blog Elías.
ResponderEliminarA ver si volvemos a repetir lo de las perdices.
José (Benavente)