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jueves, 12 de septiembre de 2024

Curas de San Pedro


Uno de los libros de la biblioteca de don Pablo Costilla, cura 1763-1804


La parroquia de San Pedro era la de mejores rentas de la villa, pues había muchos parroquianos, de los más ricos por lo cual los diezmos de sus haciendas, de los que el cura llevaba la tercera parte de toda la producción, ascendían a una buena cantidad. En 1752, según declaración del párroco, se calculaban en 32 fanegas de trigo, 80 de cebada, 24 de centeno, 24 corderos, 16 arrobas de lana, 1 fanega de garbanzos y 24 cántaros de mosto, valorado todo ello en 1.673 reales al año. Además, la rectoría gozaba de una serie de propiedades que en 1752 ascendían a 32 fanegas de secano, tres cuartas y media de viña, una era y 6 fanegas de cebada de un foro sobre dos casas. Todo ello le permitía al cura vivir desahogadamente, y si permanecía mucho en el cargo acumular un buen patrimonio.

La provisión del beneficio-curato de San Pedro, cuando quedaba vacante, era de presentación de los vecinos parroquianos, y se hacía el nombramiento por parte del obispo de Astorga (o el vicario, o el provisor diocesano, por delegación del obispo) en favor del candidato que hubieran presentado la mayor parte de los feligreses. En Villafáfila eran de presentación de los parroquianos los curas de San Pedro, San Salvador, San Andrés, Santa Marta. Este proceso podía dar lugar a largos pleitos porque hubiera varios candidatos con votos o presentaciones en la que se dirimía el que más derecho tuviera, que, en caso de reunir las condiciones de ser clérigo de misa, mayor de edad, habilidad suficiente y buena conducta, era el que más votos hubiera conseguido. Cuando varios candidatos obtenían votos se negociaba la renuncia en favor de otro de los clérigos que menos hubieran obtenido, generalmente mediante trato que incluía algún favor o beneficio.

El procedimiento a veces se veía alterado porque antes de fallecer el cura, éste hacía resignación o renunciación del beneficio en favor de otro clérigo, generalmente un pariente próximo, para lo que solicitaba y obtenía el “asenso” o consentimiento por parte de los feligreses.

Era un sufragio vecinal, en el que tenían derecho a voto los cabezas de familia, es decir los varones casados, las viudas, los solteros de ambos sexos mayores de 25 años con hacienda propia y los criados que tuvieran casa propia en la parroquia, aunque vivieran con sus amos.

Lista de los parroquianos de San Pedro 1594


            Todo esto propiciaba que los sucesivos párrocos de San Pedro fueran naturales u originarios de la villa, muchas veces de la misma parroquia y familiares de sus predecesores inmediato, que en caso de darles ocasión propiciaban la sucesión mediante procedimientos de resignación.

De alguno de los párrocos tenemos vagas referencias, mientras que otros han dejado mucha más documentación de sus vidas. Su influencia en la vida de la villa a lo largo de la historia era importante por su posición tanto económica como social.

El primero de los curas que tenemos documentado se remonta a la Edad Media, se trata de Pedro Sobrino, capellán en 1182.

 

Fernando Fernández figura como cura en 1452, no sé si tiene relación de parentesco con sus sucesores.

 

Alonso Fernández es el párroco entre 1465 y 1495. No era natural de la villa y vino siendo muchacho pequeño hacia 1436, de Pajares o Arquillinos, para criarse con un hermano suyo, Juan Fernández, que ya vivía en la villa donde era cura y arcipreste, y se quedó para siempre. Fue elegido cura de San Pedro antes de 1465 y disfrutaba alguna capellanía, como la de Santa María y Santa Marina de la iglesia de San Martín y el beneficio parroquial de Brime de Sog. Sucedió a su hermano en el cargo de arcipreste de Villafáfila antes de 1475. Previamente a su fallecimiento, en 1495, resignó sus beneficios en favor de Lope Fernández, su sobrino. En su testamento dejó 26 cargas de pan en Revellinos para fundar una capellanía en la iglesia de San Pedro en honor de San Ildefonso, con el cargo de decir dos misas semanales, y sobre su sepulcro mandó construir un pequeño mausoleo que nos describe Gómez Moreno en 1903: "Losa sepulcral, que está en la capilla del lado de hacia el norte, y es de arenisca, con un clérigo yacente figurado en medio-relieve, y epitafio alrededor en letras góticas, que dice: "Aquí yaze el honrado varón Aº Fernandes acipste q fue desta vª  e cura de la villa d sant pº el ql falleció desta vida en el año de mill CCCCXCV. El ql fundó esta capilla a sº de Dios e de Sant Ildefonso e dexo XXVI cargas de pan en Revellinos" (GÓMEZ MORENO 1923). (Aquí yace el honrado varón, Alonso Fernández, arghm,kcipreste que fue de esta villa y cura de la villa(sic) de San Pedro, el cual falleció de esta vida en el año de 1495. El cual fundó esta capilla a servicio de Dios y de San Ildefonso, y dejó 26 cargas de pan en Revellinos).

 

Lope Fernández entre1495-1523. Natural de la parroquia, vivía en la calle que baja de la Plazuela de San Pedro en dirección a las Bodegas: “vebió en unas casas suyas que tuvo a la parroquia de San Pedro, en la calle que va para las heras de San Pedro”. Sucedió a su tío, posiblemente por resignación, y en 1520 renunció asimismo la parroquia en manos de su sobrino, Lope Flórez, clérigo de Astorga. También disfrutaba de varias capellanías: la de Santa María y Santa Marina desde 1488 y la de San Miguel desde 1514. Fue nombrado arcipreste de Villafáfila a la muerte de Fernando Fernández, cura de San Juan. Falleció en 1528 y tenía una hija[1], María de Carbajal, mujer de Francisco de Robles, que heredó sus tierras.

 

Libro de la biblioteca de don Pablo Costilla

Lope Flórez 1523-1562, natural de Astorga y sobrino del anterior. En 1520 hicieron presentación 50 vecinos, la mayor parte de los feligreses, seguramente bajo indicación de su tío, que renunció en favor de su sucesor después de muchos años de disfrute del beneficio. Fue nombrado canónigo de Astorga, por lo que probablemente se trasladara a residir en la ciudad episcopal: “en el tpo que rresidió en la dicha villa de Villafáfila antes que fuese a ser canónigo de Astorga, vibió en unas casas en la colaçión de San Pedro a la puerta de la villa, en la calle que va a la Plaza”. Vivía en una casa con las puertas principales de ladrillo, al lado de una de las puertas de la muralla, en la calle que sube hacia la Plaza desde la fábrica. Como sus antecesores disfrutaba la capellanía de Santa María y Santa Marina desde 1522 y de la de Santa María la Nueva desde 1527.

 

Francisco Vázquez, 1563-1565: perteneciente a una familia de hidalgos de Villafáfila, vivía en la casa que había sido de su padre y abuelo al lado de uno de los portillos de la cerca, próximo a la fortaleza y cerca de la ermita de Santa María la Nueva. Consiguió el beneficio por resignación en su favor por parte de su antecesor “ubo el dicho benefiçio por rresignaçión o renunciación que dél le hizo Lope Flórez, su antecesor … con asenso e consentimiento de los feligreses e parroquianos que a la sazón heran… como padroneros verdaderos que del dicho benefiçio son”, en un proceso que le debió de resultar gravoso, pues se tuvo que desplazar a Roma (donde se rumoreó por la villa que había fallecido).  A los dos años de su provisión falleció mientras decía misa, “le dio un desmayo y pasión en la iglesia”.

También disfrutaba de las capellanías de Santa Lucía y de San Ildefonso, ambas fundadas en San Pedro y de presentar de los feligreses.

Su muerte repentina no dio tiempo a organizar su sucesión y puso en marcha rápidamente la búsqueda de votos de los feligreses “que serán hasta setenta parroquianos, antes más que menos” En la relación nominal figuran 73 parroquianos. Los cuatro pretendientes eran clérigos naturales de Villafáfila: el bachiller graduado en teología Lope García, que era bachiller graduado en Teología por la Universidad de Salamanca y, aunque más joven, con mejor oratoria para la predicación, Diego de Ballesteros, bachiller graduado en Cánones por la Universidad de Salamanca, pero carecía de ejercicio pastoral y no había predicado, Antonio García con familiares en la parroquia, y Juan de Olea, un joven hidalgo que murió antes de que se sustanciase el pleito. Los familiares de los candidatos, acompañados a veces por un escribano, se pusieron enseguida a buscar el mayor número de presentaciones “cuando murió anduvieron de casa en casa pidiendo los votos y después se hizo un concejo en misa mayor y se repitieron las presentaciones”. Según el testimonio de Gaspar García, clérigo de 42 años “cuando le dio el desmayo y pasión a Francisco Vázquez en la iglesia, fue él a darle la Unción y ya vio a clérigos yr por las casas”.

Ante la fragmentación de votos que favorecía a Lope García, los otros tres candidatos hicieron un pacto: Juan de Olea renunció sus votos en favor de Diego de Ballesteros, lo que le ocasionó enemistarse con algunas de las personas que se lo habían dado, a cambio de que Ballesteros le diera los votos que tenía para la capellanía de San Ildefonso. Asimismo, hubo un pacto entre de Diego Ballesteros con Antonio García, otro clérigo que pretendía la capellanía de Santa Lucía, para intercambiar sus presentaciones. Después de conseguidos los votos, se ratificaron ante escribano público. Los que habían presentado a Diego de Ballesteros lo hicieron en la misma iglesia, llamados a son de la campana.  También Lope García se concertó con Felipe de la Sierra, capellán de Barcial del Barco, para que le diera los votos de su padre, de su abuelo y de sus dos tíos.

 

Pleito por la obtención de la parroquia en 1567

Diego de Ballesteros 1567-1576. Tras dos años de largos pleitos fue nombrado cura.

Era natural de Villafáfila procedía de una familia de hidalgos pobres y por parte de su madre de una familia de labradores con buena hacienda: “hombre onesto de buena vida e costumbres e natural de la dicha villa e hijodalgo y noble porque tiene ejecutoria de su padre e abuelo”. Su principal valedor en la búsqueda de votos de feligreses fue su tío, Adán Hernández de San Pedro, hermano de su madre, y Bernardino Sayago. Parece que consiguió 45 votos de los 70 feligreses que componían la parroquia, frente a los 25 que consiguió Lope García. Este, que tenía la presentación de Francisco Muélledes, que era el mayordomo de la iglesia, pretendía que ese voto valiera por tres.

 Para obtener votos, cualquier procedimiento se podía emplear, desde el parentesco, la persuasión con importunación como la que aduce Magdalena de Tábara, viuda, a la que Diego de Ballesteros, su tío y el escribano le rompieron las puertas para que les diese su voto. O incluso las dádivas, ofreciendo hasta 1000 mrs por cambiar de voto. Cuando éstas no se podían probar daban lugar a querellas, como la que presentó Adán Hernández, “hombre muy buen xptiano, rrico e muy honrrado”, contra Pedro Farto por haber dicho ”un día del mes de mayo deste presente año, andando cavando en una viña de la de Collantes, a las Pedreras, reyteradas vezes dixo que este querellante abía perdonado o dado un costal de trigo a Álvaro Cardillo, vº desta villa porque diese la presentaçión del benefiçio de San Pedro para el bachiller Ballesteros, sobrino deste querellante”. El acusado aduce que le había dicho el interesado que le había dado el voto porque le había perdonado una fanega de trigo, a pesar de tener más obligación con el padre de otro candidato, del que había sido criado, “hera más obligado a Juan García, pues había comido su pan”. Fue condenado a pedir perdón, a tres meses de destierro y 300 mrs de pena.

Antes de fallecer ya era licenciado y dotó la festividad de San Pedro para que la celebrase el Cabildo en su parroquia.

 

Diego Hernández posiblemente primo del anterior y sospecho que hijo de Adán Hernández. En 1586 fue uno de los fundadores de la nueva cofradía de legos y clérigos o Cabildo Eclesiástico de Villafáfila. Para su entrada dotó la función de la víspera y día de Santiago en la iglesia de San Pedro. En el padrón de ese año figura el cura de San Pedro con labranza propia y hace vino. Parece que fue cura hasta que falleció en 1593. A su muerte se suscitó de nuevo un largo pleito por la provisión del curato.

 

Pleito por la obtención de la parroquia en 1597

Diego Blanco 1597-1608, antes había sido cura de la parroquia de San Andrés. Era natural de la villa, de una familia de labradores y “tiene muchos deudos y parientes que están a su cargo de rremediar”. En el pleito se dice “es hombre muy sosegado de edad de más de quarenta e quatro años… es hombre muy honrrado de buena vida y fama y buenas costumbres, quytado y apartado de bizios y pecados públicos y es feligrés e hijo de feligreses de la dicha parroquia del señor San Pedro”. Sus contrincantes eran Antonio García, cura de Santa María, que quería obtener el curato de San Pedro, seguramente por ser más rentable, Martín Bara y Antonio Álvarez, clérigos de la villa sin beneficio. Se protestan muchos de los votos aduciendo que algunos son de mozos sin casa propia, o mendigos o visitantes de familiares, o que no eran feligreses al tiempo que vacó la parroquia. Era el que más votos consiguió, treinta feligreses, más o menos la mitad de la parroquia, y los treinta restantes estaban repartidos entre los otros tres opositores. Hasta 1597 no se sentenció el pleito, ya sólo con Martín Bara como contrincante (ADA Curatos 76-1).

 

Amaro Pérez del Concejo 1610-1660. Perteneciente a una familia de labradores y artesanos de la villa desempeñó el beneficio durante 50 años. Durante este tiempo consiguió del obispo que la parroquia de San Andrés, que se había quedado con muy pocos feligreses por la despoblación general de la villa, fuera anejada a la de San Pedro.

Siendo ya muy viejo, casi 80 años, se trasladó a Valladolid a casa de un sobrino, Alonso Pérez, que era abogado de los Reales Consejos, donde falleció.

 

Antonio de Barrio del Portillo 1660-1669. Había nacido en 1634 en San Juan, hijo de don Miguel de Barrio Briceño, un hidalgo en el que habían recaído herencias familiares y el patronato de las capellanías que había fundado Pedro de Barrio el Perulero en la iglesia de San Martín. Falleció en Astorga sin hacer testamento, por lo que reclamaron para el obispado la suma de 500 ducados para distribuir por su alma. Era arcipreste de Villafáfila en el momento de su fallecimiento.

 

Clérigos de la villa en 1596

Leandro de Cuéllar 1670-1678. Natural de Villafáfila, hijo de Baltasar de Cuéllar y de Ana González, bautizado en Santa María en 1614, era licenciado. Había sido cura de San Martín desde 1641y participó activamente en el cabildo eclesiástico de la villa.

 

Jerónimo Pérez del Concejo 1680-1712. Obtuvo el beneficio después de un pleito con del licenciado Antonio Herrero, que después fue cura de San Salvador.  Además, un hermano de su contrincante, también clérigo, le planteó otro pleito para que se volvieran a separar las parroquias de San Andrés y de San Pedro.

Jerónimo era de Valladolid, pero su padre, Alonso Pérez del Concejo, abogado de los Reales Consejos, era natural de Villafáfila y sobrino de don Amaro Pérez cura que había sido, por lo que conservaba en el pueblo parentela y hacienda. De hecho, heredó los bienes de su tío Amaro, el cura viejo.

Don Jerónimo falleció en 1712 y dejó su herencia vinculada para que la heredara su sobrino y ahijado Jerónimo Costilla. Se componía de 46 fincas cerealistas de 197 fanegas y media, además de una casa de dos plantas de 8 varas de alto por 12 de largo, donde vivía la familia con una renta anual estimada de 60 rls de vellón. Estaba situada en la parroquia de S. Pedro “en la calle que va a Villaveza”, limitaba con calles por tres partes y con la casa de Antonio Ledesma por la parte de Levante. La ubicación actual es lo que hoy corresponde a tres fincas urbanas entre las calles de La Viña, de La Vendimia y de la carretera de Villalpando. También pertenecía a este vínculo una panera en la misma parroquia al principio de la actual calle del Sacramento, con renta estimada de 30 rls; y de bodega con lagar y cueva, con dos cubas, situadas en la colación de San Martín, lindera con el palacio marquesal por levante y calle del concejo por el norte. Se corresponde con la bodega conocida hasta hace algunos años como de D. Ramón Costilla, incluida en la actualidad en el parque anejo a la Plaza Mayor. Renta de 60 rls de vellón.

Estos bienes tenían el cargo de dar cobijo a los religiosos de San Francisco, cuando transitaran por la villa, por ser paso obligado de los que van de Santiago a Salamanca, estimado este cargo en un coste de unos cien reales al año.

 

Libro de la Biblioteca de don Pablo Costilla

Tirso Bueno Bara 1714-1725. Había nacido en la parroquia en 1680. Su familia se trasladó a vivir a Otero en el proceso de repoblación de finales del siglo XVII y desde allí se trasladaría al seminario. Regresan de nuevo a Villafáfila a principios del siglo siguiente. Fallece a los 45 años.

 

José Ossorio García 1725-1762. Había nacido en la parroquia de San Martín en 1689, de una familia hidalga descendiente de los Barrio. Había sido antes cura de San Salvador. Vivía en la Plaza Mayor en la casa que actualmente vive y tiene el comercio Isabelita. Allí había acogido a su sobrina Mariana Manjón viuda de José Ruiz a cuyos hijos dejó por herederos.

Tenía su propia labranza con un criado, un pastor y una criada de casa. Como bienes propios disponía de 31 fanegas de tierra, pero labraba también las tierras que disfrutaba de la rectoría y como miembro del Cabildo Eclesiástico, la llamada heredad de Collantes que ascendía a 146 fanegas de secano y 1 de viña. Poseía 3 bueyes y una novilla para la labranza, un caballo y una yegua, 2 burras, 4 cerdos camperos y 180 ovejas. Como ingresos de diezmos declara 1673 reales de  32 f de trigo, 24 f de centeno, 80 f de cebada, 24 corderos, 16 arrobas de lana, 1 fanega de garbanzos, 24 cántaros de mosto.

Pablo Costilla de Olmos 1763-1804. Había nacido en la parroquia en 1730, hijo de don Jerónimo Costilla, posiblemente el vecino más rico y de su segunda mujer Catalina de Olmos. Por tanto, perteneciente a una saga familiar de curas de San Pedro, sobrino nieto de Jerónimo Pérez. Su hermano FranciscoCostilla era el vecino más hacendado de la villa.

Antes de 1752 ya era capellán de Santa Lucía que presentaban los parroquianos de San Pedro, con el cargo de 52 misas anuales, tenía 227 fanegas de tierra, que cultivaba a gastos propios con un par de bueyes que le prestaba su madre. Todavía no había sido admitido en el Cabildo Eclesiástico.

Poco antes de acceder al curato, en 1762 había conseguido que se le confiriera por el Patronato Real el préstamo simple de Benafarces, en el obispado de Zamora y actual provincia de Valladolid.  Después de haber hecho frente a una serie de gastos para la posesión del beneficio, se vino a saber que le poseedor anterior, don Gregorio Navacerrada, al que se creía muerto, seguía vivo, por lo que se quedó sin poder disfrutarlo ni compensarle los gastos.


Instancia de don Pablo Contilla al Ayuntamiento de Villafáfila

Fue manifiesta su oposición a la construcción de la Real Fábrica de Salitres. Ya se había opuesto a las labores del fabricante particular Antonio Silvano. Presenta un memorial de queja ante el Ayuntamiento en el que expresa su protesta por haber permitido la justicia de la villa poner los destiladores de la fábrica en la calle del Sacramento y en la calle que va del castillo a la actual carretera, echando allí tierra y otros materiales que habían estrechado las calles y detenido las aguas, lo que provoca que su casa y las contiguas sufran los efectos de la humedad. Además, la estrechez de las calles como consecuencia de esa ocupación impide el libre tránsito de carros y ganados de los labradores, y a él mismo ejercer sus labores parroquiales de llevar el viático a los enfermos o asistir a los entierros, y el discurrir normal de las procesiones. También manifiesta que en la feligresía de San Pedro hay sobrado terreno donde se podrían edificar las casas de los catorce vecinos a los que se le han demolido para construir la fábrica, y señala una serie de cortinas y solares.

El ayuntamiento del año 95, en un principio, rechaza el memorial por no venir escrito en papel sellado y después de presentado otro “es devuelto con las fribolas excusas”. Vuelve a expresar sus quejas en el mes de enero del 96 ante el nuevo ayuntamiento, que se muestra más receptivo, tal vez por estar formado por parientes del cura, y nombra cuatro peritos para que, auxiliados del Procurador Síndico General de la villa, emitan un informe sobre el particular. Después de examinadas las calles declaran en su informe jurado ser ciertos los hechos relatados.

Don Pablo envía el memorial de quejas a los Directores Generales exponiéndoles que los administradores no habían querido ensanchar la vieja fábrica de Silvano en la dirección de los caminos de Villarrín, Otero y la Granja, por donde no había obstaculo, sino hacia su feligresía, y que a los catorce vecinos a los que se les había comprado sus casas:

con total repugnancia se pasaron a las otras feligresías de la villa y que hubieran muy bien aceptado permanecer en mi feligresía, si los administradores les hubieran construido casa en los sitios mencionados, ... que se les estrechó a la venta de ellas, aunque suene voluntaria, más por el temor y respeto, que por los medios regulares, y que, aun no alcanzando estos, ni el despacho del Sr. Intendente de Zamora para que vendiesen y desocupasen sus casas, les sirvio de despecho y violencia para venderlas y desocuparlas, el ver trasladados los destiladores de los sitios comprados a Silvano al medio de la calle, ympidiéndoles el libre uso de sus casas”.

Respuesta del Ayuntamiento de Villafáfila a don Pablo


Deja constancia de su opinión respecto a los posibles motivos para contruir la nueva fábrica en los terrenos de las casas y no en otros solares: “los administradores apremiaban a la venta para poder utilizar las tapias para obtener más y mejor salitre”. Sobre la situación de los vecinos después de vender sus casas cuenta que:  algunos, consumido su precio, suspiran sin casa y sin arvitrios para erigirla”. Por último pide a los Directores que se componga la calle, ensanchándola, que se  dé curso a las aguas y que “no se intenten comprar más casa de mi feligresía, porque algunos feligreses me han propuesto se les amenaza”.

Y al final de la misiva manifiesta a las claras sus propósitos: como en su parroquia se paga el diezmo de los frutos del campo y del trabajo personal de los obreros, y que la producción de salitre no paga diezmos, al reducirse la feligresía, ha visto reducidos sus ingresos sin que la actividad de la fábrica le reporte beneficio alguno, por lo que solicita le sea concedido a él una paga anual por el “perxuizio de mi tenue curato, hallándome en la edad de sesenta y seis años, y de treinta y tres de cura, con necesidad de vicario o teniente, se me conceda una competente anual asignación o recompensación de las catorce casas y más cortinas y sitios de mi colazión o feligresía y de ser el cura de la Real Fábrica”, o bien a su sobrino, Martín Costilla, “presbítero a título de suficiencia y corto patrimonio graduado de Doctor en Sagrados Cánones se le confiera algún préstamo o renta simple para que me ayude en la cura de almas

Bujanda contradice el informe del cura, justificando sus actuaciones. Apunta otro motivo para las quejas de don Pablo, aparte de la reducción de sus feligreses:

            “el mismo cura tenía prestadas diferentes cantidades de mrs. a estos feligreses, los quales habían impuesto estas cantidades sobre sus mismas casas, y le pagaban los réditos”.

Es decir, tenían hipotecadas las casas por préstamos que recibían de este cura, pues se trataba de jornaleros pobres:

            ninguno de ellos tenía labranza pues todos heran jornaleros, a escepción de dos, de los cuales el más principal o rico se ha quedado en la misma feligresía”.

Reclamación de don Pablo Costilla a la Real Fábrica de Salitres


            En 1800 hizo testamento y dejó por heredero a su sobrino don Martín Costilla Rosinos, que era presbítero y en ese año abad del Cabildeo Eclesiástico. Martín había estudiado en la Universidad de Salamanca, y era doctor por la Universidad de Orihuela desde 1792. Y seguramente él hubiera sido su sucesor natural en la parroquia, manteniendo la saga familiar. Pero las relaciones entre ambos sufrieron una ruptura, por lo que cambia el testamento, revocando los anteriores, e impidiendo a su sobrino de heredar sus bienes: “por las muchas pesadumbres que me ha ocasionado su colocación como sacerdote de tantos desbarros y excesos, y que, no obstante, confiando que con el tiempo sería útil para toda la familia le confié que hiciese de mis bienes a su voluntad, y conforme a su dolosa conducta jurándolos y enmarañándolos con sus buenas leyes y cánones. Y teniendo presente el pago que en estos dos años me ha dado, porque reprendiéndole que no dejase su curato de Méizara hasta otro acomodo o colocación, respondió en carta a don Gregorio Costilla, su cuñado, que dejase a ese viejo Salomón, que hasta que no se lo lleven los diablos ha de acabar con todo, y siendo público y notorio que, viniendo a esta villa para curarse en casa de se única hermana de sus enfermedades, visitándole yo los más de los días, en uno de ellos me echó con su acostumbrada soberbia… no visitándome en mis enfermedades… dejó la casa de su hermana y se pasó a otra casa

 En el testamento que otorga el 20 de diciembre de 1804 se declara enfermo de fiebre cuaternaria (posiblemente por paludismo). Manda ser enterrado en la sepultura familiar de San Pedro con hábito de capuchino y que le digan 200 misas de 3 reales. Siguiendo la costumbre familiar manda un falifo[2] a Nuestra Señora de Carballeda.  

Nombra por heredera universal a su sobrina Isabel Costilla, encargándole que, nada más que fallezca, recoja en su casa a Lucía Costilla, una hermana viuda sin hijos que vivía con él, la mantenga y le haga un entierro y funerales regulares.

Nombra por albaceas testamentarios a tres hijos de su hermano Francisco: don Bernardo, don Francisco Miguel y don Antonio Costilla Represa, estos dos últimos presbíteros.

Todavía no pierde la esperanza de reconducir a su sobrino don Martín, y les encarga a los tres que le prevengan que se encomiende a Dios y se vuelva a vivir con su hermana. Pero si se negase y vuelva a practicar sus maquinaciones que se opongan a que disfrute el vínculo al que está ordenado como primer llamador “dando parte al Rey si es preciso, de sus locuras, y que si se pudiese se le desposea del vínculo y pase a su hermana doña Isabel”.

Libro de la biblioteca de don Pablo


Por el inventario realizado a su fallecimiento conocemos su biblioteca formada por libros religiosos y de literatura.

Sinodales de Astorga

Breviario en 4 tomos

La Semana Santa

Ejercicios espirituales del padre don Antonio Molina

Suma Moral del padre Pacheco

Un tomo del Padre Larraga

Cinco tomos del Práctica Dominicales del padre Francisco de Chibert

Instrucción de sacerdotes del padre Molina

Práctica de visitar enfermos

Misterios del Culto Divino

Práctica de Exorcistas

Destierro de Ignorancias

Libro de Exorcismos

Rubricas del Misal Romano

Libro de Cuentas

Cinco tomos de los Autos Sacramentales de don Pedro Calderón de la Barca

Un libro intitulado “Para aprender Lengua Inglesa”

90 libros que se compone su librería que se halla en un estante de madera, de gramática y varios autores.

 


A su muerte se produjo un periodo de interinidad en la que varios clérigos figuran como vicarios o encargados de la parroquia hasta que fue nombrado nuevo cura. Siguiendo la tradición la parroquia recaería en un familiar. Primero quedó como vicario en vacante su sobrino Francisco Miguel Costilla pendiente de su confirmación, pero falleció antes de ello en 1807. En 1805 había fallecido otro sobrino, Antonio Costilla, y Martín murió en 1808. Pasó la vicaría a don Ramón Ruiz Moro, y después a don Jerónimo de León Alaíz hasta la elección del cura en plena guerra de la Independencia.

 

Pío Bernardo Mateos Escaja 1811- 1823. Había nacido en la parroquia en 1773 en una familia de labradores. A los 13 años pretendió la capellanía de Las Angustias o Los Dragos, pero se apartó del pleito a cambio de reintegro por parte del otro pretendiente, Tomás Suena, de los gastos que había hecho su padre para obtener la capellanía. En 1823 la vuelve a pretender, alegando ser descendiente de los fundadores, por parte del apellido Escaja, pero fallece ese mismo año sin obtenerla.

 

Martín Costilla Costilla 1824- 1856. Siguiendo la saga familiar era sobrino nieto de don Pablo. Había nacido en 1797, en San Salvador. Fue arcipreste de Villafáfila desde 1831. Su hermano Isidoro era a la vez cura de San Salvador.

 

Benigno de León Rodriguez 1861-1862. Nacido en la parroquia en 1803, en una familia de hidalgos, en la Plazuela de San Pedro, en la casa que actualmente es de los hijos Mari Carmen Ruiz. En 1834 era presbítero patrimonialista, es decir vivía en la parroquia de sus rentas y de las misas que pudieran encargarle. Ecónomo de San Salvador en 1844.  Fue nombrado abad de la parroquia de Villanueva de Valdeorras, en Orense, pero de la diócesis de Astorga, hasta que vino ya mayor a la de San Pedro en octubre de 1861. Murió de repente, en octubre de1862, aunque ya tenía hecho testamento, dejando 500 misas de 5 reales.

 

Mateo Calzada Fierro 1866-1883. Nació en Santa María en 1825 también en una familia de hidalgos. En 1855 era ecónomo de Peleas de Arriba, en la diócesis de Zamora, durante la epidemia de cólera, que asoló la comarca, y ya párroco en 1866, cuando fue elegido cura de San Pedro, que desempeñó hasta su muerte repentina, sin hacer testamento, por lo que sus hermanos y sobrinos tuvieron que recurrir a la vía judicial.

 


Gorgonio Mª Ruiz Atienza 1884-1896. Había nacido en 1836 su padre era también hidalgo. Estudió en el seminario de Astorga y se ordenó en 1861. El primer destino fue como ecónomo de Castropepe. En 1872 era cura de San Esteban de Nogales. En 1881 coadjutor de Manganeses de la Polvorosa. En junio de 1883 toma posesión como párroco de Bretó. En agosto fallece el párroco de San Pedro en Villafáfila y enseguida recaba votos entre sus paisanos, apoyado por su hermano Sofronio Ruiz Atienza, con bastante manejo en el Ayuntamiento y de ideas tradicionalista, que seguramente compartiría Gorgonio. Las presentaciones de los feligreses se recibieron en casa de don Martino del Río. El otro pretendiente, Pedro Durantes, natural de Villafáfila, en esos momentos era párroco en Villalpando, y recibió sus presentaciones en casa de don Francisco Gago. La supresión de la parroquia en 1896 supuso su traslado a otra parroquia de la diócesis, concretamente a la de Huerga de Garaballes, cerca de Astorga, donde falleció en 1902.



[1] Hasta el siglo XVI era frecuente que los clérigos tuvieran hijos, así se atestigua de, al menos, los tres arciprestes de Villafáfila de la primera mitad de ese siglo y de otros curas.

[2] Un falifo era un traje usado o su valor en metálico que se donaba al santuario de Nuestra Señora de la Carballeda en Rionegro del Puente, y que servía para amparo de los peregrinos. En muchos de los testamentos conservados de vecinos de Villafáfila se hace una manda similar, por lo que se puede deducir la popularidad de esta cofradía.