Intentando buscar datos para ampliar la historia de Otero de Sariegos ( publicada hace un tiempo en villafafila.net) encontré algunas referencias a documentación en el portal de Archivos españoles del Ministerio de Cultura, PARES.
Se trata de un inventario de documentación antigua referente al señorío de Villalpando, cuyos originales no he localizado.
Sabíamos que Otero de Sariegos en la Edad Moderna pertenecía al estado de los Condestables de Castilla, como Villalpando y su tierra, aunque diferenciado de ésta. Lo que no constaba era la forma de integración de Otero en este patrimonio nobiliario que acabó como otros muchos lugares, entre ellos Villarrín de Campos, integrados en el Archivo ducal de Frías
Escudo de la casa ducal de Frías
En la Edad Media Otero se integraba en el territorio de Lampreana y posteriormente en el alfoz de Villafáfila. Lo sabemos porque en 1178 cuando el monasterio de Gradefes recibe una
donación de Pedro Ordoñez y Elvira Juánez de bienes en Otero, se menciona in alfoz de Villafáfila.
Antes de 1229, cuando ésta es donada definitivamente a la
Orden de Santiago, Otero ya debía de haberse desmembrado de su jurisdicción y
pertenecería seguramente, por donación real, a algún noble que iría repartiendo
entre sus descendientes las propiedades. No tenemos documentación de ello,
hasta que a principios del siglo XV María de Solier,
señora de Villalpando compró de diferentes propietarios particulares en los que habrían recaído la propiedad de Otero después de sucesiones y herencias.
María de Solier era hija
de Arnao de Solier, noble francés que recibió la villa de Villalpando por
donación de Enrique II en 1369 como recompensa a la ayuda que le prestó, junto
con otros nobles franceses, en la larga guerra civil que mantuvo contra su
hermano Pedro I, el Cruel, al que mató en Montiel. Posteriormente su hija
recibió la confirmación de la misma y se casó con don Juan Fernández de
Velasco, conde de Haro.
Durante su vida compraron vasallos y haciendas en
Villanueva del Campo, entre otros a Juan Marbán, vecino de Villafáfila y sus hermanos, hidalgos, que los poseerían por herencia familiar.
Después de enviudar, doña María siguió comprando bienes y
jurisdicciones para ampliar su patrimonio:
- 12 de septiembre de1420 Juan Rodríguez de Neyra[2],
vecino de Zamora, vende a Alfonso Fernández de Bastas, vecino y procurador del
concejo de Villalpando “todos los
vasallos, suelos poblados y por poblar, con la justicia civil y criminal,
jurisdicción alta y baja, tierras, prados, pastos, montes, aguas y todas las
cabañas de hacer sal, con todo lo demás que le pertenecía en el lugar de Otero
de Seriego, por precio de 18.000 mrs de dos blancas”.
Ratificación el día 24 ante el mismo escribano, Juan Fernández,
y declaración del comprador de que la cantidad que había satisfecho por la
referida venta era de la señora doña María de Solier, viuda de Juan de Velasco,
y que esta compra era para ella y no para el dicho concejo.
- 24 de septiembre de 1420 Diego Rodríguez de Valdés y su
mujer Aldonza Ruiz a favor de doña María de Solier de todos los vasallos,
suelos poblados y por poblar, con la jurisdicción y justicia civil y criminal,
con todos los prados, términos, exidos, riveras, montes, aguas, y cabañas de
hacer sal, con todo lo demás que le pertenecía en el lugar de Otero de Seriego y
Villafáfila por precio de 12.000 mrs, ante el mismo escribano.
Estas escrituras están en el mismo pergamino.
- 31 de diciembre de 1425 Fernando Fernández, clérigo de
San Pedro y Diego Rodríguez de Valdés, como testamentarios de Pedro Rodríguez
de Carvajal y Leonor González, su mujer, venden a doña María Solier, señora de
Villalpando, toda la heredad de pan llevar y un suelo que habían dejado en el
lugar de Otero de Seriego por precio de 375 mrs. En Villafáfila ante Juan
Sánchez, escribano y notario público de Villafáfila.
- 10 de diciembre de 1427 Álvaro Fernández, vecino de
Villalpando vende a doña María Solier todos los vasallos, suelos poblados y sin
poblar, tierras, ferreñales, con todos los demás bienes muebles y raices que
tenía y le ertenecían en el lugar de Otero de Seriego por precio de 1.500 mrs.
de dos blancas, ante Martín Fernández, notario de Villalpando.
- 4 de enero de 1429 Pedro González de Terrones, vecino de
Castronuevo, vende a doña María de Solier, viuda de Juan de Velasco, dos suelos
con su jurisdicción, señorío y derechos, todas las tierras de pan llevar so la
campana de San Martín, y otra a do dicen Reguera, todo en término de Otero de
Seriego por precio de 600 mrs de dos blancas. En Villalpando ante Martín
Fernández notario público.
(Frias)
Por su testamento en 1435 pasó por herencia su hijo mayor,
Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro, junto al mayorazgo de Villalpando
pero separado del mismo, y sucesivamente a sus descendientes los Condestables
de Castilla, acabando en el Ducado de Frías.
El señorío incluía el vasallaje de los vecinos que debían
abonarle los pechos o martiniega, la jurisdicción ordinaria y en segunda
instancia con el derecho de nombrar alcaldes, el patronato de la iglesia de San
Martín y el derecho de presentar al párroco, una tercera parte de los diezmos,
las alcabalas y diversas propiedades que sumaban más de 160 cargas de tierra de
sembradura.
Cada vez que la casa de Velasco cambiaba de titular por
fallecimiento se producía la toma de posesión por un apoderado del conde en
nombre del mismo.
En 1831 los señores de la villa a través de su
administrador de Villalpando procedieron a medir y apear las heredades de la
casa ducal de Frías por medio de un agrimensor. Se hallaban repartida en
quiñones que tenían arrendados los vecinos del pueblo:
Felipe de Ledesma 9 cargas y media de trigo y otras tantas
de cebada
Diego Escaja 6 y 6
D. Juan Antº de Calzada 12 y 12
Tomasa Bueno viuda de Diego Suena 8 y 8
D.Rafael de León 15 y 15
D. Manuel Ojero 15 y 15
Francisco Miranda 6 y 6
Tomás Hidalgo 11 y 11
José Costilla 9 y media y 9 y media
Basilio Ledesma 3 y 3
Pascual Ledesma 2 y 2
Gregorio Orduña 9 y 9
Toribio Pozuelo, Francisco Álvarez, Ubaldo Toranzo, Santos
Fernández 3 y media y 3 y media.
Por lo que vemos que la mayoría de los vecinos traían en renta quiñones del señor de la villa, con diferentes extensiones seguramente en relación con el ganado de labranza con que contaban y con su capacidad económica
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